domingo, 30 de marzo de 2008

alta fidelidad

ayer he comprado alta fidelidad, el libro de nick hornby en el que se basa una de mis películas favoritas de todos los tiempos. venía en una de esas ediciones infamemente caras de Anagrama y además era bastante gordito. me costó nada más y nada menos que noventa y cuatro soles. como diría mi amigo Hiro: con eso me compro 9,400 panes en Chimbote. lo más trágico es que presa del encanto del libro (sin pensarlo sería uno de los cinco que me llevaría a una isla) hace una hora acabo de terminarlo, lo cual equivale a haberme comido yo solito alrededor de 9,400 panes en veinticuatro horas, digamos: un pan cada diez segundos. puede que parezca un exceso, pero este es uno de los domingos con menos cara de domingo que he pasado en mucho tiempo.


miércoles, 26 de marzo de 2008

below the line

ya saben que yo soy un renegón de mi trabajo
y que pocas veces hablo bien de él
sin embargo, una de esas pequeñas cojudeces
que sí me divierte de diseñar el catálogo
es que, cuando tomamos fotos en las que aparece un televisor
luego yo puedo montarle imágenes de mis programas favoritos =D


el pájaro loco



merrie melodies




mad about you



o también por supuesto montar sobre las cochinas portadas
de los discos que llevó el equipo de producción,
portadas de discos un poco más bonitos





.

lunes, 24 de marzo de 2008

=D

Después de cuatro días de viaje por Trujillo y Talara visitando a mis papás, estoy de regreso en Lima. Todo resultó bien con el chequeo médico o sea que gracias a Dios y por lo pronto... hay Pierre para rato. En Trujillo mi papá me enseñó la clínica en la que nací. Mi mamá me preparó jugo de guanábana. Mi hermano de nueve años me ganó una partida de ajedrez.

martes, 18 de marzo de 2008

un Pontiac del 67 y quinientas hojas bond

Ayer fui al supermercado y me compré un HotWheels. A mi no me emocionan los carros, ni hablar de carros ni coleccionar modelos de carros. Pero la cosa comenzó con este asunto de que el jueves tengo que ir al doctor a hacerme un chequeo general y pues ando loco con la paranoia de que me van a decir que me voy a morir pronto. El hecho es que ayer después del trabajo me fui al supermercado y me puse a comprar esas pequeñas porquerías que siempre he querido con vocación de niño y que las costumbres de viejo me han hecho dejar de lado. No venía a buscar específicamente el HotWheels. Encontré un perchero lleno de ellos en una esquina de la sección de jueguetes y me puse a darle vueltas. Habían carros policía, taxis neoyorquinos, fórmula-1 antiguos y un montón de modelos clásicos. Finalmente escogí un Pontiac del 67 color guinda con una larga llamarada de fuego blanco que le sale desde el capot hacia las puertas del piloto y el copiloto. Lo metí al carrito de compras y seguí dando vueltas. Preso de la excitación agregué también un paquete de plastilinas, unos lapiceros bonitos con punta rollerball, medio kilo de queso, una bolsa de leche chocolatada y una edición especial de la National Geographic con sus cien mejores portadas. Luego volví a mi casa tan contento. Al Pontiac lo he puesto en mi mesa de noche sobre la National Geographic. Cuando me echo en la cama, el Pontiac queda a la altura de mis ojos de modo que se ve casi real y puedo imaginármelo volando a ciento ochenta por hora a través del desierto. Después de haber comprado tantas pendejadas, como que el miedo de morirme se me fue. No es que crea que ya no voy a morir. De hecho, sé que es algo que tarde o temprano tendrá que suceder. Es sólo que me alivia empezar a tachar cosas pendiendes (aunque sean tan estúpidas como comprar un carrito de juguete). Supongo que por eso es que también anoche, compré un paquete con quinientas hojas bond listas para ser impresas. Si algún día he de morir, espero que por lo menos sea después que esas quinientas hojas blancas estén llenas de tinta y de lo mejor que pueda salir de mi cabeza. Si además de eso llego a conocer Praga y Tokio, y me subo a una montaña rusa, y me emborracho con sake y amanezco al lado de tres geishas desnudas, y si me vuelvo al budismo y si formo una banda de rock, y si llego a pedir todas las disculpas que debo y le compro un cadillac rosado a mi mamá, voy a estar muy agradecido. Pero ok, si de todas formas no se puede todo eso, con lo de las hojas bond llenas me daré por satisfecho.

viernes, 14 de marzo de 2008

en el camino

mirar una carretera debe ser una de las cosas más tristes que uno puede ponerse a hacer. las carreteras en sí mismas son tristes; y como muchas de las cosas tristes sobre la faz de la tierra: están duplicadas hasta el infinito.

que haya una carretera implica ineludiblemente que hay algo lejos; y la sólo idea de que un lugar exista en la distancia, con gente que camina, se mete la mano a los bolsillos, toma sopa, recoge un tornillo en la calle y se va a la cama sin que uno pueda verlo, es cuando menos extraña, en segunda instancia triste, y si eres uno de aquellos tipos obsesivo-compulsivos que puede darle vueltas a la idea por horas y horas, puede ser hasta enloquecedor

talvez -para variar- estoy exagerando, o talvez sea sólo que el fin de semana pasado terminé de leer En el camino de Jack Kerouac y me puse a pensar en todo aquello.

yo creía que ya la había leído hace como diez años cuando me mandaron a fotocopiarla para la clase de sociología en la universidad. ahora me doy cuenta que lo más probable es que haya leído sólo los primeros capítulos, pues me quedé con la idea de una novela divertida acerca del autostop, el jazz, la literatura y un grupo de tipos locos de finales de los cuarenta que recorrieron norteamérica de New York a San Francisco una y otra vez como quien jode la vida.

supongo que si van a google, ese es más o menos el resumen de dos líneas que encontrarán, y de hecho On the road, si es una novela divertida. me refiero a que ¿cómo no podría ser divertido leer acerca de largarse sin más que diez cobres en el bolsillo a tirar dedo y ver hasta donde se puede llegar?

sin embargo, ni salir de viaje trata sólo de eso, ni On the road es sólo una novela divertida. cualquiera que alguna vez haya salido de la ciudad, sabe que las noches que caen sobre aquellos bosques secos y desiertos que uno ve a través de la ventana del auto, son noches densas y capaces de hacerte pensar en cosas que jamás cruzarían tu cabeza un lunes en la oficina

mi mamá me ha contado que, incluso antes de que yo cumpliera un año, mi papá (que viajaba siempre por negocios) me llevaba con él a muchos de sus viajes de Trujillo a Talara, de modo que no entiendo porque aún así cada vez que entro a una carretera tengo aquella sensación de vacío, como si el lugar que une dos ciudades fuera un espacio sin tiempo en el que el bus gira como la aguja de una brújula averiada hasta provocarte naúseas.

viajar me pone mal. no importa que esté yéndome de vacaciones o que me vaya a encontrar con viejos amigos. le tengo miedo a los buses, a los aviones y a los barcos. mucha gente les dirá que En el camino, es un libro que despertará sus ganas de largarse de la ciudad. lejos de eso, a mi me ha hecho recordar todas las noches en que me he visto a mi mismo, arrastrando mi mochila através de terminales terrestres tan grandes como centros comerciales, esperando a que salga el próximo bus, mirando la ropa de las tiendas cerradas y comprando comida con billetes desconocidos. los turistas extraviados, los soldados de las aduanas, los sellos de entrada, los sellos de salida, el olor de las cortinas del bus, una luz prendida en medio del desierto mientras te pones un par de medias seco y lanzas el usado por la ventana.

supongo que algún día de estos volveré a salir de viaje. es sólo que hoy me alegro de tener sólo mi bicicleta allí en el patio de la agencia y saber que lo más lejos que me va a llevar es a mi casa, donde me esperan mi tía y mi hermana. al llegar abriré la puerta de la biblioteca, escogeré algún dvd y me tiraré en mi cama a verlo con el polo más viejo que encuentre en el closet. más tarde, probablemente me quede dormido y talvez entonces sintiendo el ruido de los claxons de la avenida y los rezagos de esta brisa tibia del verano que ya va desapareciendo, me ponga a pensar en Dean Moriarty y Sal Paradise, y me pregunte cuándo será la próxima vez que me animaré a salir de viaje. ya sé que parece una contradicción, pero ¿no es al fin y al cabo todo aquello que nos da miedo...lo que realmente ansía nuestro corazón?




a sandra, que en unas horas se va a cusco

miércoles, 12 de marzo de 2008

miércoles 6:21 pm

que envidia querido Julio, mientras uno acá en la oficina con gripe, tomando té y aguantando clientes, tú en la pantalla de mi mac, paseándote por solitarias calles de Paris


viernes, 7 de marzo de 2008

miércoles, 5 de marzo de 2008

Let Me PROVE I Can Make YOU A NEW MAN!

¿Alguien se acuerda de esta shittt de Charles Atlas
que venía en los libros de historietas de Archie?
xDDDD no seasss pennndejo




encima, buscando en internet me encontré un par de páginas donde recopilan toda esta vieja y pastrula publicidad ilustrada, en las que se vende desssde tacones para ganar estatura, monedas hipnotizadoras, caballitos de mar, camaras de espionaje, juegos de magia, granjas de hormigas, monossss miniatura, bebés de mapache!!! hastaa corbatas que brillan en la oscuridad y que dicen Me besarás en la oscuridad, nena? xD, me estás hueveanndo!
















girlss can't resisttt xDDD
viejooo no me digas q te compraste una de estassss
y te chapaste a mi vieja en la oscuridad!!
viejoo no lo hagassss!!!


alamierda


q vuelvan las viejas costumbress woo hoo!!!


lunes, 3 de marzo de 2008

farenheit 451

a veces me pasa que, mirando los dibujos y pinturas de mis amigos, me siento medio inútil y bestia, y termino mandando la literatura al carajo. me digo a mi mismo - ¿para qué rayos me pasaré tantas horas escribiendo si ninguna chica que yo haya descrito podrá ser más bonita que las que dibujan Genaro y Marité, o aquella niña que mira hacia abajo en un cuadro rojo de Kara?. Por supuesto que la situación se agrava cuando ya no son los cuadros de mis amigos sino alguna película de Kusturica o Lynch; o peor aún si me echo a oir el Adagio y siento que las cosas más tristes y hondas que yo haya escrito alguna vez, podrían pasar por chistes, comparados con aquel animal de mercurio que repta e invade mi cuarto cuando apago las luces y le doy play a esa pieza fúnebre de Albinoni.

supongo que nuestra naturaleza humana se caracteriza por renegar de todo aquello que hemos escogido como forma de vida. en mi caso por ejemplo: los buenos modales, la publicidad, la monogamia, la fe en Dios, y la literatura.

hoy sin embargo no vengo acá a despotricar contra la literatura, sino mas bien a dejar un testimonio de su importancia, para los días en que vuelva a convencerme a mi mismo de que todo es una verdadera mierda y que mejor dejo el word y me voy a dar una vuelta en la bici.

resulta que hoy me puse a ver Farenheit 451. la película de François Truffaut basada en el libro de Ray Bradbury. normalmente a mi me gustan las películas basadas en libros. oh, por supuesto que comprendo a la gente que las detesta y que sólo las ven para fijarse en todos los detalles en las que le fueron infieles al libro. vamos, yo también me di cuenta que El tambor de hojalata se comió los últimos capítulos del libro, y que la película de Desayuno en Tiffany's te da un final pseudo-happy cuando al final del libro sólo hay vacío y soledad. también se me transtornó el cerebro cuando descubrí que el Atreyu de La Historia sin fin era un bicho verde y no un niño bonito como en la película, y entré en estado de shock cuando a mitad de El amor en los tiempos del cólera me soltaron aquel caaaada diiiía pieeeenso en tiiii de Shakira. Pero RAYOS!, me refiero a que aún pese a todo eso, pude disfrutar de las películas, igual que me pasó hoy con farenheit 451.

la diferencia con farenheit 451, y talvez sea precisamente porque Truffaut le fue bastante fiel a la historia del libro, es que a pesar de todos los detalles y guiños que unían ambas obras, pude sentir que algo faltaba.

yo compré la novela hace ya poco más de un año. acababa de tener un mal día con la chica con la que salía y fui al supermercado por una cerveza. me puse a dar vueltas por san isidro y cada vez que se me acababa la cerveza buscaba otro supermercado y entraba por una más. finalmente terminé ya muy loco dando vueltas en la librería del centro cultural de la católica y vi el libro. era rojo y delgado. no creo haber pagado más de veinte soles por él. salí y me fui al parque donde antes íbamos con gonzalo a fumar en los breaks del taller de thays. me senté en una banca y me puse a leerlo.

yo sé que siempre que Pepe o Héctor vienen a mi casa y agarran un libro de mi biblioteca y me preguntan que qué tal es yo siempre les digo: Es uno de los mejores libros que he leído en años! al cabo que Pepe y Héctor ya se dieron cuenta que todos los libros que tengo en mi biblioteca son, según yo, los mejores libros que he leído en años. pero realmente y ya fuera de bromas, el libro de ray bradbury, si era uno de los mejores que leía en un largo período de tiempo.

no voy a contarles el libro pero sólo para que se den una idea, la historia es futurista y va de que aquel tiempo los bomberos ya no se dedican más a apagar incendios (pues todas las casas ya son incombustibles) sino que son una patrulla dedicada a descubrir e incinerar cualquier libro que exista en la ciudad y desaparecer a las personas que tengan algo que ver con el asunto (farenheit451 es la temperatura a la que arde el papel).

aquella tarde al volver a casa, ya medio borracho y con varios capítulos del libro avanzados, recuerdo haber escrito algo que titulé prólogo a mi primer libro. no sé si alguna vez llegue a publicar alguno, ni si alguna editorial aprobará que las primeras páginas de mi libro hablen de cerveza, marihuana y tedio social, pero de todas formas creo que lo que escribí fue inspirado y lo escribí a causa del libro de Bradbury.

el hecho es que pese a que la película de hoy me ha gustado y que incluso me emocioné al ver que entre los libros que incineraban estaban the catcher in the rye de salinger, lolita de nabokov y uno de miller que no llegué a distinguir, ni soñando hubiera podido escribir algo como lo que escribí aquella tarde del año pasado cuando comencé a leer el libro.

y no creo, que se trate ya de la calidad de la película. podría haber estado filmada mil veces mejor, la actuación de la señora que prefiere morir incinerada con sus libros podría haber sido más creíble y podrían haber mejorado aquel horrible montaje de los bomberos volando en busca de Montag en sus propulsores de aire, pero aún así, seguiría siendo lo mismo. seguiría siendo sólo la película que se hizo basada en farenheit 451, Y NO: "FARENHEIT451".

supongo que se trata mas o menos de aquello que trata de decir Calamaro cuando canta Lorena. Y es que; lo difícil de olvidar a una chica, no es que sea mejor que las demás, o más guapa, o más inteligente, lo realmente difícil, es: que no hay otra igual.

a lo que me refiero es a que: el cine tendrá sus huevadas, lo mismo que la pintura y la música, pueden incluso que para algunos, estos sean superiores a la literatura y con seguridad, seguirá habiendo días en que yo mismo considere que ningún cuento que haya leído podrá superar oír exit music for a film a todo volumen en mi ipod mientras atravieso la noche de Lima en mi bicicleta.

sin embargo, ninguno de aquellos fantasmas, ni el veloz ángel de la música, ni el demonio azul de la pintura, ni la posesa bruja de la danza, ni el triste minotauro de la arquitectura, ni el Dios frustrado de la escultura, ni el fénix incandescente de los ecrams, se parecen ni de broma, a aquel súcubo cruel e insaciable de la literatura: una mujer sin sexo, sin senos, sin boca que besar, a quien te atarás de por vida sólo por la esperanza de que algún día, le abra las piernas a tu lapicero y puedas lograr lo mismo que hicieron miller, salinger, bukowski, vallejo, pound, carver, o BRADBURY, cuando una tarde un tipo cualquiera, completamente borracho y destrozado compró uno de sus libros y se puso a leerlo en la banca de un parque, como quien le abre las puertas a un incendio.


domingo, 2 de marzo de 2008

chacun son cinéma

Hoy vino a casa mi prima Sandra y nos fuimos a El Cinematógrafo a ver chacun son cinéma: un tributo por los 60 años del Festival de Cannes en el que más de treinta directores filman cortos de tres minutos respecto del tema del cine. El que más le gustó a Sandra fue Rencontre Unique. A mi me gustó el de Lars Von Trier donde un tipo le revienta la cabeza a otro a punta de martillazos por andar de preguntón en el cine.



ahí les dejo los links para algunos de los cortos
A 8944 Km de Cannes - Walter Salles


No encontré el corto de Cronenberg donde sale él propio David metiéndose un arma al hocico antes las cámaras de un noticiario, ni el corto de Lars Von Trier que les digo. Pero de todas formas, los que están allí también son muy buenos. Que tengan una bonita semana. Y vayan a El Cinematógrafo para que no vuelva a entrar en decadencia. Miren que la bolsa de canchita cuesta un sol.


frankenstein

Siendo las doce y diez de la noche, acabo de terminar de ver Frankenstein: una de las mejores compras que he hecho últimamente. Me pregunto, ¿cómo es posible que películas de terror de los años treinta (fue filmada el mismo año que Drácula y nueve después que Nosferatu), con todas sus deficiencias y limitaciones técnicas, sigan infundiéndome más respeto que cualquiera de las de ahora?. Y sobre todo ¿cómo es posible que esta salvaje de Mary Shelley tuviera dieciocho cuando escribió el libro en el que se basa la película? ¿Qué rayos tenía en la cabeza? ¿Qué haría un sábado como hoy si estuviese viva? Miro a través de mi ventana y pienso en las Mary Shelley de nuestra generación. ¿Dónde coño estarán? ¿Acaso comiéndose un helado en las gradas del cine alcazar? ¿Quemando todas sus futuras novelas en consultorios de caros psicoanalistas? ¿O vaporizadas frente a la pantalla de su facebook mientras dentro suyo, su corazón: un Frankenstein completamente domesticado, se asoma a la ventana y espera impaciente a que llegue la ciudad entera a prenderle fuego al molino que le sirve de refugio... pero tambien de prisión?










esta escena me recordó totalmente a
Un día perfecto para el pez banana