sábado, 23 de enero de 2010

orientación vocacional 10

Alberto Ho llegó al colegio a mitad año. Cuando cruzó el umbral de la puerta del salón no hubo espacio sobrante ni para el sol. Tenía el tórax de tres de nosotros juntos y caminaba como si le hubieran hecho de acero inoxidable. A Alberto le decíamos Robocop o Jibán. Jibán era como la versión japonesa de Robocop. Alberto Ho se lo tomaba bien. A Alberto podías joderle todo lo que quisieras pero no podías mencionar a su hermana. Como su hermana era una chinita guapa que también acababa de llegar al colegio, era difícil resistir la tentación. Alberto Ho agarró del cuello a Renato Malca y trapeó el salón con él nada más porque este dijo el nombre de su hermana en voz alta. Alberto fue delegado de disciplina, brigadier de la escolta y además fue el único en llevar a su propia hermana al baile de promoción. No sé qué habrá sido de Alberto pero puedo asegurarte que su hermana sigue siendo la última chica virgen de nuestra generación.


miércoles, 20 de enero de 2010

orientación vocacional 9

A Alain no le gustaba ir a su casa después del colegio así que se venía a la mía y se comía mis cornflakes. Tomábamos el Sinchi Roca que era el bus más viejo que alguna vez recorrió la avenida Angamos. Eso nos daba unos cuarenta minutos diarios para hablar huevadas. Cuarenta minutos diarios por tres años seguidos es un culo de tiempo. Y eso es justo lo que estuve expuesto a los dos grandes tótems musicales de Alain: Metallica y Ricardo Arjona. Ustedes dirán que es una asquerosa combinación pero después de ochenta horas, pasar de Fade to Black a Historia de taxi ya no es una plato difícil de comer. Hace poco fui a visitarlo porque está por irse a vivir a Australia. Estaba rematando su colección de cds de música y pedía apenas un sol por cada disco. Tenía de todo y todo lo tenía mezclado. Para que se den una idea, salí de allí con un disco de Mano Negra que encontré junto a otro de Sinatra, uno de Caifanes, otro de The Cure, Miles Davis, uno de Serrat que estaba al lado del In Rainbows de Radiohead, el Back to Black de Amy Winehouse y también uno de los Arctic Monkeys. Todo por la módica suma de seis soles. Yo nunca antes había oído a los malditos Arctic Monkeys pero es que el título del disco me gustó. Me hizo pensar en toda esta gente que anda por ahí oyendo y hablando de un solo tipo de música y en la gente como Alain que va mezclando Metallica con Arjona como si fueran jamón y queso. Tipos que estudian ingeniería pero se dedican a la poesía y luego te salen con que se van a Australia a censar canguros. No se por qué, pero a la gente como Alain le creo más. Tal vez por eso dejaba que el cabrón viniese a mi jato a comerse toda mi jodida caja de cornflakes. La gente del colegio decía muchas cosas de Alain. Lo de los cornflakes y otras cosas menos chistosas. Pero la verdad es que yo siempre he preferido no hacer mucho caso de eso y pensar como los Arctic Monkeys: “Lo que sea que la gente diga que soy, eso es justamente lo que no soy”


martes, 19 de enero de 2010

orientación vocacional 8

Roger Van Dalen era alto, altísimo, en resumen: una huevadaza. Le decíamos “Chulapi”. Su viejo era un holandés amarillo y enorme como un rey medieval. Roger no era holandés como su viejo pero parecía holandés. Tenía el cabello rubio, los ojos azules y hubiese podido pasar por un holandés si nunca hubiese abierto el hocico. Cuando abría el hocico se le desteñía toda la estirpe. Chuchamadreaba, callejoneaba, escupía, se sonaba un moco, reconchasumadreaba y cuando le gustaba una chica se le acercaba diciéndole: “Amiga, ¿conoces el mar?”. Con la música era igual. Oía Grupo Niche cuando nosotros estábamos con los Guns y a Eddie Santiago cuando nos estábamos reventando a pogazos con Nirvana. Roger venía a nuestras fiestas para no quedarse solo pero como no le ponía mucho la música juntaba varias sillas y se echaba a dormir. Roger era un tipo genial con el único problema de haberse matriculado en el colegio equivocado. Igual que yo. Tal vez por eso fuimos tan patas. Yo era un talareño feliz y asustado y Roger me desahuevó. Me llevó a la trinchera norte a chuchamadrear un poco de grones, a patear penales al parque y a mandar al carajo la movilidad para chapar el Covida de vuelta a casa. Fue también uno de los primeros en reventarme a combos y en las vacaciones me invitó a una fiesta patronal donde me pegué mi primera huasca de tres días. Cuando bajamos del bus me dijo: “Bienvenido a Huando, donde las naranjas no tienen pepa y las mujeres nunca dicen que no”. Una buena frase que él mismo se encargó de desmitificar acercándose a las chicas con frases como “Amiga, ¿conoces el mar?”. No volví a ver a Roger después del colegio. Según supe, estudió Arqueología y ahora da clases en San Marcos. Calculo que si sigue desahuevando chibolos debe ser un buen profesor. También me enteré que está felizmente casado y tiene dos pequeños niños rubios. Cuando lo imagino en casa con su esposa viendo sus dvds de Eddie Santiago, me gusta creer que lo primero que le dijo a ella también fue: “Amiga, ¿conoces el mar?”


sábado, 16 de enero de 2010

orientación vocacional 7

John Mosca se cayó de un mototaxi y perdió la memoria. Nos habíamos montado seis a la moto y en medio de la pendejada John -que era uno de los que venía colgado por fuera- se nos cayó como una caca y se golpeó la cabeza contra la pista. Como John no se murió, el mototaxista dijo que igual teníamos que pagarle. El resto del camino a casa lo hicimos lateando. Fue entonces cuando John preguntó que dónde era su casa. Le dijimos no jodas John déjate de huevadas y entonces John preguntó que quién era John. Nunca habíamos escuchado algo tan cague de risa. Claro que al principio hubo un silencio. Después todos volteamos a mirarlo, lo cacheteamos y finalmente entre el ataque de risa y pánico fuimos corriendo a sentarlo bajo un algarrobo y a inpeccionarle la cresta para ver si no se le habia roto y por ahí se le estaba escapando toda la mierda. No tenía nada, pero el cabrón de veras no sabía por qué le llamábamos John. Lo llevamos a su casa y en el camino lo convencimos de que su verdadero nombre era Pedro, nombre que al parecer le sonó mucho más suyo que John. Como el camino a su casa era largo, nos dio tiempo además para convencerlo de que estaba en el cuadro de honor del salón y de que traía locas a todas las chicas del colegio y que sus padres eran multimillonarios. Cuando llegamos a su casa, John, que por cierto era el más bestia, feo y pobre de nosotros, estaba tan contento que también nos creyó que nos había invitado a almorzar y dejó que nos comiéramos todo el ají de gallina de sus viejos. Al día siguiente volvimos a buscarlo para seguir jodiéndolo, pero tras el sueño ya había recuperado la memoria. ¿Quién es Pedro? – nos preguntó. Es raro, pero cuando nos graduamos del colegio John ya no era ni de lejos el más bestia ni el más pobre de la clase. Y bueno, seguía siendo feo, pero llevaba su fealdad con gracia igual que un lagarto y eso le confería cierta personalidad encantadora. A veces cuando me siento mal por haberme comido el ají de gallina de John, trato de convencerme de que el sabotaje mental que le metimos aquella tarde tuvo algo que ver con su milagrosa mutación. Y pienso que al fin y al cabo no resulta tan caro cambiar una sacada de mierda por un futuro prometedor. Bueno, una sacada de mierda, y una rica olla de ají de gallina.

viernes, 15 de enero de 2010

orientación vocacional 6

A Rigo le decíamos “el necropedozoofílico”, probablemente una de las chapas más pendejas que alguna vez he oído en mi vida-. Hasta donde sé, Rigo no era necropedozoofílico. Para ser necropedozoofílico Rigo tendría que haberse follado al cachorro muerto de algún animal, digamos, un gatito atropellado. Mi pata Rigo era loco pero nunca tanto como para follarse a un pobre gato atropellado. Le habíamos puesto el necropedozoofílico simplemente porque su novia aún jugaba a los yaxes cuando se la tiró y porque alguna vez saqueó una tumba en busca de huesos para la clase de biología. Con esto tenías lo de pedofílico y necrofílico. Lo de la zoofilia ya vino para darle ritmo y sonoridad a la frase. Así somos los adolescentes. Bueno, pero este no es el asunto que vine a contar. Yo lo decía es que mucho antes de que Rigo fuera conocido como “el necropedozoofílico”, era el maldito poeta de la clase. Teníamos esta profesora de literatura que estaba obsesionada con convertirnos en pequeños Rimbauds así que todas las semanas nos mandaba a escribir un poema. Como en aquel entonces la poesía nos valía cuatro vergas, lo que hacíamos era copiar canciones de Sui Generis y presentarlas como nuestras. El único cabrón que se tomaba en serio lo de los poemas era Rigo. No sólo los escribía, sino que iba tirando los que no le gustaban tanto. Cuando se nos acabaron las canciones de Sui Generis, empezamos a recoger los poemas que Rigo echaba a la basura y los presentamos como nuestros. Ese año pasaron dos cosas. La primera es que todos pasamos con veinte de nota en literatura. La segunda es que la profe se fue del colegio sintiéndose Robin Williams en su propia versión de La Sociedad de los Poetas Muertos. Pasó además una tercera cosa. De hecho, la más importante de todas: Rigo se dio cuenta de que había nacido para escribir. Y yo, un chico que nunca ni siquiera había puesto las comas en su lugar, me di cuenta mientras copiaba sus poemas, que había algo en escribir que no tenía que ver en absoluto con poner las comas en su lugar. Esta noche, buscando entre mis viejos archivos, he encontrado el borrador de una novela que alguna vez Rigo me envió. Y es chistoso que justo tenga un buen final para esta historia. Yo no quería escribir saben? Yo, al igual que muchos de esos otros chicos que copiábamos sus poemas, tenía planes de bachilleratos y postgrados, pero como dice mi pata el necropedozoofílico en uno de los capítulos de su novela que releí esta noche “todos los hombres iniciamos las cosas más importantes… casi sin darnos cuenta”


jueves, 14 de enero de 2010

orientación vocacional 5

Cuatro sádicos de mi promoción decidieron ser dentistas. Cuatro de una promoción de veintiocho. Prueba suficiente de que mi colegio estaba lleno de gente seriamente perturbada. Recuerden estos nombres: Giancarlo Suárez, Martín Reynoso, Arturo Céspedes y Giuliana Tapia. Anótenlos y táchenlos de sus guías telefónicas. Giancarlo Suárez tenía manos y alma de destripador. Lo sé porque me agarró del cogote la primera vez que intenté sentarme junto a Liliana Razzuri. En el colegio sentarte junto a la chica de tu pata es el equivalente adulto a escaparte con ella a Las Vegas. Liliana no era su novia pero igual Giancarlo me agarró del cogote porque como ya dije, tenía manos y alma de destripador. Martín Reynoso era un buen tipo y nunca agarró del cogote a nadie, pero tenía la puntería de un epiléptico meando en un baño a oscuras. Reventó un par de cabezas jugando al trompo y unas cuantas ventanas en otros menesteres. No le dejaría meter mano a mi boca ni aunque se me hubiera hecho un estanque de ranas dentro. Con Arturo Céspedes no había gran problema pero es que ese muchacho andaba siempre rascándose el culo. Y Giuliana Tapia bueno, según supe fue la primera de su promoción, además de que imagino que seguirá siendo la misma chica guapa y encantadora del colegio. Supongo que podrían ir a atenderse con ella, pero verán, la salvaje no tuvo mejor idea que ir a compartir el consultorio con el cabrón de Giancarlo Suárez. Y la verdad es que a estas alturas de la vida, yo al menos ya no tengo muchas ganas de que vuelvan a agarrarme del cogote.


miércoles, 13 de enero de 2010

orientación vocacional 4

Diana Reguero era chiquita y morena como una pasa. Iván le había puesto de chapa: “Pezón de suelo”. Diana era chiquita pero corría como si le siguiera un demonio. Había ganado varias medallas de atletismo además de establecer un récord como la chica a quien le pusieron más chapas en la historia de mi colegio. Es una lástima que ahora sólo recuerde lo de pezón de suelo. Diana Reguero tenía un carácter divertido y aguantó todas sus chapas con estoicismo y buen humor. Los cabrones esos le gritaban “miren, le ha salido un pezón al suelo! ¡ahí se va el pezón de suelo!” pero ella hacía oídos sordos y seguía corriendo como si le siguiera un demonio. Diana continuó acumulando medallas y la última vez que pasé por el colegio me di con la sorpresa de que le habían dado el puesto de profesora de Educación Física. Estuvimos sentados en las gradas de la cancha de fútbol, hablando de los viejos tiempos mientras ella sonaba el pito y ponía a correr a una tira de salvajes. Diana seguía siendo bajita pero había adquirido un carácter intenso y sus alumnos no paraban de correr hasta que ella les decía basta. Cuando por fin tocó el pito y todos cayeron regados como perros, bajó hasta el gramado y se puso a caminar entre ellos. Avanzaba orgullosa con su metro y medio entre súplicas de agua y piedad. Por un momento me pareció que uno de los salvajes quería burlarse y llamarla por alguno de sus apodos como en los viejos tiempos, pero supuse que desde allí abajo era difícil verla pequeña y alucinar que era un pezón de suelo o alguna protuberancia parecida.


martes, 12 de enero de 2010

orientación vocacional 3

Natalia B. nos dijo que quería ser actriz porno. Estábamos en quinto de secundaria y muchos ni siquiera habíamos visto una porno. Pachas dijo que tenía una en casa así que lo seguimos. Pachas tenía el disco Monster de R.E.M, una hermana muy guapa y una porno así que no hicimos muchas preguntas antes de seguirle a casa. Hasta ese momento mis encuentros con la pornografía comenzaban y terminaban con unas playboys que encontré en casa de mi abuela mientras buscaba los juguetes viejos de mis tíos. En una de las revistas había un doble-página con una rubia desnuda entre las patas de un león. Una imagen intrigante para un niño en busca de juguetes. En la película de Pachas no había leones ni rubias sino dos tipos dándole lo suyo a una morocha pequeñita como un mono. Parecía una situación injusta pero la morocha chiquita no parecía estar a disgusto. Vimos la película un rato y luego nos pusimos a oir el Monster esperando que la hermana de Pachas apareciera por allí. Ese año muchos chicos querían invitar a Natalia B. al baile de promo pero fue Pachas quien finalmente fue con ella. Según recuerdo, la pasaron muy bien. Natalia B. no era una puta ni una hijadeputa, simplemente quería ser actriz porno. Después de la noche del baile no la volvimos a ver. De hecho, no volví a ver a mucha gente del colegio. A Pachas si. Me lo encontré hace poco en el matrimonio de otro amigo de la promoción. Me dijo que cuando compra porno, todavía revisa la lista de actrices esperando toparse con Natalia B.

lunes, 11 de enero de 2010

orientación vocacional 2

Los papás de Luchito Vargas estuvieron algo sorprendidos cuando él les dijo que quería ser bombero. Los papás de Luchito estuvieron sorprendidos porque ellos no veían como en el colegio le prendían fuego a su carpeta. La cosa era así. Alguien iba y sacaba el alcohol del botiquín. Luego lo iban regando bajo su carpeta sin que él se diera cuenta y finalmente alguien tiraba un fósforo. Luchito Vargas no se incendiaba de milagro. Luchito hubiese querido acusarlos con el profesor pero el problema era que al profesor también le incendiaban el escritorio. Era la misma modalidad. Alguien iba por el alcohol al botiquín, lo echaban bajo el escritorio cuando este iba a la pizarra y luego alguien tiraba un fósforo. El profesor hubiese querido acusarlos con el director pero el problema era que al director también lo habían encerrado un día en su oficina y le habían tirado por la ventana bolas de papel en llamas. Mi colegio estaba lleno de gente incendiaria y por eso no es nada extraño que Luchito les dijera a sus viejos que quería ser bombero. Yo les dije a los míos que iba a ser escritor y también estuvieron algo sorprendidos. Pero es que ellos tampoco vieron como le prendían fuego a la carpeta de Luchito.


domingo, 10 de enero de 2010

orientación vocacional

En mi colegio decían que Jorge Caro estaba loco porque se subía al techo de los salones y se quedaba allí hasta la hora de la salida. Yo era uno de los pocos que no pensaba que Jorge estuviese loco así que fui y le pregunté qué demonios hacía allá arriba. Me dijo que tenía un pote de pintura roja y que estaba dibujando un tiranosaurio rex. Dijo que lo estaba haciendo a tamaño natural de modo que los aviones que llegaban a la base de Las Palmas pudiesen verlo. Supongo que salvo aquellos pilotos y Jorge, nadie más vio aquel tiranosaurio. Y nadie lo vio porque nadie preguntaba y preferían pensar y decir que Jorge estaba loco. Pero no estaba loco. La única diferencia entre Jorge y el resto era que mientras nosotros dibujábamos mapas del Perú en nuestros cuadernos él estaba allá arriba dibujando aquel enorme tiranosaurio. Esto no lo supo nadie salvo yo y aquel jodido psicólogo del colegio que cuando escuchó la historia le preguntó a Jorge si no había pensado en estudiar paleontología o algo que tuviera que ver con dinosaurios. Jorge le dijo "Dalí pintaba relojes y nadie le sugirió que fuera relojero"


jueves, 7 de enero de 2010

mario, marco y sebastián

Bueno, primero tenemos a este tipo que va a los aeropuertos para no sentirse solo. Creo que se llama Mario. Mario llega al Jorge Chávez a las diez de la noche y no se va hasta que amanece. A veces le gustaría irse antes a casa pero no tiene auto así que debe esperar a que pasen los primeros buses. Su recorrido dentro del aeropuerto incluyen unos veinte paseos en la tienda Duty Free y unas ocho o diez visitas al baño. A las dos se compra una big mac. A las 3 pide un mc café. Luego no vuelve a buscar comida hasta que amanece. Justo antes de irse se acerca al Dunkin Donuts por una dona bavaria. Se la va comiendo mientras atraviesa el estacionamiento rumbo a la salida. Mario nunca ha probado otra dona que no sea la bavaria. El cuento comienza una de estas noches. Está en una de las salas de embarque y conoce a una mujer. Ella está por tomar un avión a la India. No es la primera mujer que conoce. De hecho, conoce a alguien casi todos los días. Esta sin embargo, es la primera a la que le dice que no está esperando ningún avión.

Luego está Sebastián. Sebastián nunca ha tenido un gato y normalmente los gatos no se le acercan pero desde que K se ha ido, los gatos parecen conectar con él. Sebastián ha sido siempre un chico de perros. No entiende a los gatos. No sabe como comportarse con ellos. Esa tarde sin embargo cuando Sebastíán se pone de pie el gato lo sigue. Al llegar a casa Sebastián lo deja entrar.

Finalmente tenemos a Marco. A Marco le gusta ponerse los vestidos y los calzones de su mujer. Ha conseguido este libro de Boris Vian en el que dos tipos se disfrazan de mujer para infiltrarse en una banda de criminales compuesta por lesbianas. Marco trata de sustentar su travestismo frente a su mujer citando a Vian. Ella le ha hecho una cita con el psicólogo, otro tío al que también le gusta vestirse de mujer.

Uno de los tres no pasará de este fin de semana, aunque tenga que partírseme el culo, la cabeza y la yema de los dedos. Los otros dos lo seguirán por inercia.

domingo, 3 de enero de 2010