viernes, 22 de noviembre de 2019

dignamente acompañado

dentro de esta copa de vino ya vacía

que compré por 4.99 en la sección de menaje de plaza vea
vierto un chorro largo de agua blanca
como un padrecito de provincia
que enjuaga el último rastro de su fe


ahora que tengo 40
sé que debo beber agua después de cada cabernet sauvignon
si no quiero resucitar con la cabeza
extraviada en el sepulcro

mi abuela Bertha que me prestaba su Remington anaranjada
para que yo tipeara mis primeras palabras caca picho poto
y el señor Lizardo Cruzado que me firmó el polo viejo sobre el que yo había dibujado con tinta indeleble una hermosa cucaracha
presentaron esta noche sus nuevos poemarios
tal vez por eso
he sentido tan lejos de ellos
el irrefrenable deseo
de escribir huevadas

es horrible pero ahora existe
es horrible pero ahora existe

les dije a todos los amigos
que haría todo lo posible por reprimirlo

eso sería –dijeron– como cerrarle la puerta en la cara al náufrago que vuelve
o como cubrir con la mano tu copa cuando alguien te ofrece vino
-aunque tu poesía sea el Concha y Toro de 16.90 que venden en los gritos-

a lo mejor es el tetrahidracanabinol de la tarde
o que me puse a ver cómo bebían sangre
los hermosos vampiros de Only lovers left alive

pensé que iba a ser una noche larga
pensé que hoy vería a las estrellas y a mis amigos
sin embargo me quedé en casa a escribir

parece que será otra noche larga
pero solitaria

lo cuál después de todo no está mal
porque como decía el señor Porchia:
No he probado ningún vino superior a mi sangre

Y el otro poeta al que también voy a asaltar esta noche
dijo en 8 líneas lo que yo no pude en 40

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Beber
Dignamente
Acompañado

Es decir
Solo
Y
Mi alma