jueves, 20 de febrero de 2020

miserable existencia

Un alumno de Guion aprende más de diálogos y tensión narrativa mientras implora por un puntito más en el trabajo final. Ahí por fin entienden la importancia de la intriga: "Profe, no me va a creer lo que le pasó anoche a mi impresora". Entienden que para que me crea que llegaron tarde por la supuesta muerte de un abuelo, deben ponerle un nombre verosímil, como Glicerio, Ruperto o Froilán. Nombres que no se pueden inventar, así que tienen que ser verdad. Todo el ciclo me maté explicándoles que los personajes tienen que manifestar sus emociones con acciones y movimientos corporales ¡Por eso los enamorados siempre corren como huevones al final de las películas románticas! -les dije- de otro modo, es imposible que el público entienda qué tan desesperados están. Pero no lo comprenden hasta que ellos mismos fingen que llegan arrastrándose al salón y me enseñan el raspón que se hicieron bajando de la combi. Profe, casi me he muerto por traerle el guion, acéptemelo, no sea malo. Si mis alumnos comprendieran que todos los días crean maravillosos guiones para justificar su miserable existencia, este curso ni siquiera sería necesario. Como dijo Alberto Chimal: "el pretexto es uno de los grandes géneros narrativos que todos practicamos".

No hay comentarios: