miércoles, 22 de enero de 2025

Pajes y doncellas

 


La niña que toma mi mano en esa foto iba a ser mi esposa. No solo en la obra sino en la vida real. Eso fue lo que me advirtió su mamá tras bambalinas. No se lo dijo a ella, que era su hija. Me lo dijo a mí, justo antes de que saliéramos a escena.


¿Cuántos años tengo? ¿5 o 6? ¿Por qué me lo dijo? A lo mejor era una broma o quería decirme algo lindo, pero lo sentí como una amenaza. Recuerdo que me angustié mucho. Me estoy mordiendo un labio y parece que no miro nada de lo que tengo delante. Esto fue en el Teatro Municipal de Trujillo ante decenas, tal vez cientos de madres y padres de familia, incluyendo los míos. Pero no estoy asustado por la multitud. Estoy asustado porque una señora acaba de anunciarme que me voy a casar con su hija. No dijo que sería pronto, dijo: “Cuando sean grandes”. Pero yo le creí. Y yo no quería casarme con ella. Mi favorita era otra niña del nido Ciro Alegría. Porque incluso a los 6 años tienes personas favoritas. No podrías decir que las amas o que te gustan, pero sabes que quieres que tu carpeta esté más cerca de la suya, prestarles tu plastilina, que sonrían por algo que dijiste.


Pobre niña de morado. Era simpática, pero no era mi chica. Ella tampoco tenía la culpa de llevar ese horrendo vestido ni de que los adultos quisieran teatralizar versiones en miniatura de su ridículo circo de reyes, pajes y doncellas. Tal vez hasta ahora tiene que sufrir a una madre que le pregunta cuándo se va a casar. O, quién sabe, a lo mejor sí se casó y fue feliz por un tiempo. Ojalá que sí.


A veces, cuando miro esta foto, me pregunto si ella también tiene la suya. Si alguna vez la mira como yo. Si se pregunta qué fue de ese niño que -un poco asustado- la lleva de la mano a ningún lugar.



No hay comentarios: