lunes, 30 de marzo de 2020

Formas de distraer a la muerte


"Hace poco escuché hablar en público, en Gijón, a la escritora argentina Graciela Cabal, en una intervención divertidísima y memorable. Vino a decir (aunque ella se expresaba mejor que yo) que un lector tiene la vida mucho más larga que las demás personas, porque no se muere hasta que no acaba el libro que está leyendo.
Su propio padre, explicaba Graciela, había tardado muchísimo en fallecer, porque venía el médico a visitarle y, meneando tristemente la cabeza, aseguraba: De esta noche no pasa; pero el padre respondía: No, qué va, no se preocupe, no me puedo morir porque me tengo que terminar El otoño del patriarca. Y, en cuanto que el galeno se marchaba, el padre decía: Traedme un libro más gordo.
—Mientras tanto, no hacían más que morirse compañeros de papá que estaban sanísimos, por ejemplo un pobre señor que solo fue al médico a hacerse un chequeo general y ya no salió -añadía Graciela—. Y es que la muerte también es lectora, por eso aconsejo ir siempre con un libro en la mano, porque así cuando llega la muerte y ve el libro se asoma a ver qué lees, como hago yo en el colectivo, y entonces se distrae."

La loca de la casa, Rosa Montero


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