domingo, 13 de septiembre de 2015

calatas

Ahora que leo la noticia de que Playboy dejará de publicar calatas, recuerdo que cuando era un chibolo pajero de 3er ciclo, mi profe Torrejón, que tenía por buena costumbre desahuevarnos y quitarnos la ñoñez escolar, nos dijo en una clase: ¡Muchachos, tienen que leer Playboy!. Todo el mundo se quedó locazo, así que el profe siguió: ¡No solo publican calatas, carajo! ¡En Playboy escriben las mejores mentes de esta generación! Csmre. Yo quise hacerle caso pero cuando eres chibolo gastarte más de 20 lucas en una revista es un acto demencial y suicida. Sin embargo, siempre me quedé pensando en esa frase. "Las mejores mentes de nuestra generación". En aquel entonces, mi pata M***** tenía una Playboy en su casa y yo la revisaba cuando iba a visitarlo. Todavía recuerdo a 3 de las chicas que salían en esa revista. Las recuerdo con más fidelidad y detalle que a chicas que conocí en carne y hueso. Ustedes pensarán que exagero porque ahora para ver calatas no hace falta más que entrar a google, o incluso a facebook, dependiendo del tipo de amigas que tengas. Pero en el 97 para ver calatas teníamos que mirar revistas o esperar la medianoche del domingo con la tele prendida. Pero volviendo a lo de "las mejores mentes", hace poco, mientras preparaba una clase sobre Ray Bradbury titulada "¿Por qué se queman los libros?", averigüé que mi profe Torrejón no estaba tan loco. Los primeros extractos de Fahrenheit 451, aquella maravillosa novela de Bradbury sobre una sociedad del futuro en la que leer está prohibido, fueron publicados por primera vez en Playboy. En aquel entonces Hugh Heffner no tenía un imperio ni una mansión llena de conejitas, era apenas un joven visionario sin mucho dinero, pero pagó 450 dólares para publicar a Bradbury en los primeros números de su revista. Pagó para publicar literatura en su revista de calatas ¿Qué hubiese sido del mundo sin Ray y sin Hugh? Yo nunca tuve una Playboy y hace un rato la nostalgia del pajero que fui me dijo que vaya al quiosco más cercano a comprarme una. La última Playboy con calatas. Sin embargo, finalmente he decidido abstenerme y conservar solo el recuerdo de aquella Playboy noventera de mi pata Manuel. Está tirada en un rincón de mi memoria y las chicas están poniéndose amarillas y arrugadas. Y seguro que tiene buenos artículos también. Artículos escritos por las mejores mentes de mi generación. Tal vez algún día los lea.

martes, 8 de septiembre de 2015