martes, 30 de diciembre de 2008

domingo, 28 de diciembre de 2008

¿qué era aquello?

Venía en el bus oyendo aquella Tarantella que sale en El Padrino. Es una canción italiana fenomenal y además me hacía pensar en cosas extrañas como que a lo mejor si yo andaba oyendo folklore italiano, en Italia, un chico como yo, volvía a casa oyendo El cóndor pasa o algo similar. Había ido hasta el Sargento Pimienta porque se presentaban Los Amigos Invisibles. Cuando llegué, las entradas ya estaban agotadas. No era un gran fanático del grupo pero de todas formas me gustaban algunas de sus canciones como aquella del tipo que tiene una vecina que está muy buena o la del chico que quiere tener sexo anal y no le dejan. Me quedé un rato frente a la puerta pensando en que a lo mejor el seguridad enloquecía y nos dejaba entrar a todos. Como no sucedió nada de eso, fui al grifo por dos cervezas y bajé a La Noche. Allí se iba a presentar La Sarita. También estuve meditándolo un rato. Finalmente decidí no entrar a ningún lugar, beber las cervezas en el parque y volverme a casa cuanto antes; de modo que allí me tenían: montado en el bus, oyendo aquella extraña canción italiana en mi ipod y alzando la botellita cada tanto.

Frente al parque Kennedy he saltado fuera. No sé muy bien porqué. Ha sido un impulso. Unas ganas de no volver a casa todavía. En un momento estaba arriba del bus y luego ya no estaba. Atravesé el parque por el lado de la iglesia y entré al starbucks. Pregunté hasta qué hora abrían (era medianoche). Hasta las dos. Compré el café más barato que tenían y me tiré a leer Las leyes de la atracción a un sillón. Al cabo de una hora he llegado hasta la página doscientos y he decidido salir antes de que comiencen a echar a la gente. Para entonces, el café había dominado por completo a las cervezas. Era raro estar sobrio en aquel parque. Hasta parecía otro lugar. Me dio un poco de miedo, cogí el primer taxi que encontré y me vine a escribir.

Y escribí. Al terminar he leído lo que he escrito y he recordado a I. Alguna vez en una de las reuniones en su casa, tras leer uno de mis cuentos me dijo lo siguiente: todo está muy bien muchacho, pero tú te convertiste en escritor por algo, tú querías decirle algo al mundo y te has olvidado de eso. Era cierto. Aquel cuento estaba muy bien pero francamente no le hubiese cambiado la vida a nadie. Yo quería decirle algo al mundo. Vuelvo a leer lo que he escrito esta noche, pero nada de eso está allí tampoco. Y lo peor no es eso. Lo peor es que no lo recuerdo. No recuerdo qué era lo que yo le quería decir al mundo. Releo una y otra vez lo que he escrito. Luego sacó otro grupo de papeles de un cajón y sigo sin encontrarlo. No sé bien lo que estoy buscando, pero definitivamente no está en ninguna de esas hojas. Salgo del cuarto. Voy hasta el espejo del baño y me observo detenidamente mientras toco mi reflejo. Trato de recordar cómo lucía hace algunos años. Lo consigo fácilmente de modo que confío en que en algún momento también recordaré lo demás. Estoy convencido de aquello, y de hecho, es lo último que pienso antes de apagar la luz y sentir que mientras yo vuelvo al cuarto, mi reflejo aún se ha quedado en el espejo, un poco asustado y con la mirada extraviada entre las siluetas del inodoro y los otros muebles del baño.

viernes, 26 de diciembre de 2008

las chicas de la lavandería

Esta mañana he hecho una de las cosas que más me gusta hacer: vestirme de pordiosero y llevar mi ropa a la lavandería.
Si alguien uniera todas mis caminatas hacia la lavandería terminaríamos en México como Kerouac. No es broma. Tengo más intimidad con las chicas de la lavandería que con, bueno, que con casi cualquiera.
Hoy no quedaban bolsas negras en casa así que tuve que llevar mi ropa en una transparente. La llevaba sobre mi espalda y la gente podía ver mis polos, medias y calzoncillos mientras esperaban a que cambiase el semáforo. Me acordé de cuando mis primas me mandaban a comprar toallas higiénicas. La tía de la tienda me las daba en una bolsa negra pero luego yo las sacaba y venía por la calle lanzando el paquete al aire y atrapándolo antes de que cayera, mismo Benji Price. Luego alguien me dijo que no fuera tan bestia y que eso no era para jugar. Yo nunca vi cual era el roche.
Lo que si me dio roche fue una vez que volviendo de la lavandería con la ropa limpia, la bolsa se rasgó y empezaron a salir las medias rodando hacia la pista. Mi vecina (que estaba buenísima como casi la totalidad de mi historial de vecinas) apareció por allí mientras yo recogía las medias. Yo enterré la cabeza en el concreto como un avestruz.
Después de eso me mudé de aquel barrio. No por aquello claro, pero es que yo siempre ando mudándome y dejando vecinas regadas por el mundo.
Hoy, después de la lavandería he vuelto a casa y me he puesto a leer Las leyes de la atracción, de Bret Easton Ellis. Al caer la tarde, me quedé dormido con el libro abierto y soñé que ya era año nuevo y que teníamos un cóndor en casa. Era un cóndor amigable pero estaba acabando con toda la carnecita seca que venía con los chifles que yo había puesto sobre la mesa.
Al despertar me he puesto a revisar mi correo y he visto que la gente que he invitado a mi casa para año nuevo no ha respondido a mi invitación.
Me pregunto qué irán a hacer las chicas de la lavandería. Talvez sería una buena idea mandar a todos al diablo e invitarlas sólo a ellas a casa. A ellas y a mis viejas vecinas. También podría venir algún cóndor si promete no comerse todas las carnecitas de los chifles.

martes, 23 de diciembre de 2008

alguien voló sobre el nido del cuco

oh Diosss DIOSSSSSSSS
acabo de terminar de leerlo
mi mente va a estallar!
mi corazón va a estallar!

viernes, 19 de diciembre de 2008

algunas líneas sobre Andrés Caicedo

Hoy por la mañana terminé de leer "El cuento de mi vida" de Andrés Caicedo. Mi amigo Ricardo (a quien algún tiempo atrás lo llamábamos el necropedozoofílico por ciertas leyendas urbanas que espero no sean del todo ciertas) lo mencionó el lunes mientras caminábamos por la feria. Yo me hice el huevón porque nunca había oído de Caicedo. O no lo recordaba. Ahora ya me di cuenta de que también Karen escribió algo sobre él en su blog, hace un mes cuando se trajo uno de sus libros de Colombia. Andrés Caicedo era colombiano. De Cali.

El cuento de mi vida, son extractos de su diario y algunas cartas a amigos, a su madre, a sus hermanas y a su novia Patricia.

Andrés Caicedo se suicidó a los veinticinco años y las últimas dos cartas que aparecen en el libro las escribió horas antes de matarse. Lo raro es que a mi parecer, ninguna de esas dos cartas delata la intención de un suicidio inmediato. Es más, en la primera carta, Andrés hace planes a futuro, como enviarle su libro "¡Que viva la música!" (cuyo primer ejemplar acaba de recibir esa mañana!) a un amigo suyo. La segunda carta, que es la que está dirigida a Patricia, es una carta un poco desesperada pues ella acaba de largarse de casa y Andrés no la encuentra por ningún lado. De todas formas aunque dice cosas fuertes como que quiere dejar de hacerle daño o que quiere celebrar la publicación de su libro nada más que pasándola allí con ella, no es una carta terrible ni la carta de un suicida. O eso es lo que a mi me parece. En todo caso, ¿cómo son las cartas de los suicidas?.

Me estaba preguntando ¿qué habrá pasado por la cabeza de Andrés desde que escribe esa carta hasta que decide matarse? Imagino que no encuentra a Patricia o se da cuenta de que no va a volver. En las últimas líneas de la carta dice: "Si no puedo vivir sin ti llevaré, supongo, una especie de anti-vida, de vida en reverso, de negativo de la felicidad, una vida con luz negra."

Luego agrega: "Pero brilla el sol, tú puedes estar cerca. Ahora salgo a buscarte. Amor mío"

Me gusta aquello de "pero brilla el sol, tú puedes estar cerca". Creo que es porque a pesar de que en sus cartas y su diario no falta toda aquella autodestrucción juvenil, los cigarrillos, las fiestas y los hongos alucinógenos, creo que el libro en general está dominado más bien por una sensación cotidiana y de movimientos regulares, como si Andrés simplemente quisiera que le dejaran solo en cama, oyendo discos.

Es raro que justo un libro como este, me haya hecho pensar nuevamente en mi viejo plan de dejar las drogas y el alcohol por un tiempo. Sé que no es un buen momento. Ya casi es navidad y luego viene el año nuevo, pero da igual. Estoy un poco harto de la sensación de vacío que me deja el alcohol por las mañanas y que incluso suele apoderarse de las tardes. Quisiera un momento de sobriedad. Me refiero a que últimamente no necesito escapar de nada. Por ahora, todo lo que me rodea, (a excepción de la gente comprando en manada y aquel horrible disco navideño de Luis Miguel) me hace sentir bien. Sólo necesito un poco de paz. Y escribir.

Alguna vez pensé que iba a escribir un libro sobre un alcohólico, algo así como Bajo el Volcán de Malcolm Lowry, salvando las diferencias por supuesto. Ahora todo aquello ha perdido sentido. Cuando aquella historia se me empezó a escapar hace uno o dos años, me sentí muy mal. Ahora siento que de haberla escrito talvez hubiera sucedido igual que con las borracheras: la hubiese escrito delirantemente y luego al leerla por la mañana no le hubiese encontrado alma. Supongo que ya no soy aquel tipo.

El treinta y uno de diciembre, mi prima Sandra se va a ir de viaje a Cali en un intercambio de doctores entre Perú y Colombia. ¿Será posible tanta coincidencia?. Hoy la vi y ya le encargué un ejemplar de "¡Que viva la música!".

Pero aún tengo que esperar hasta marzo,

así que será mejor que me vaya a dormir.


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miércoles, 17 de diciembre de 2008

Ahora que estuve rondando la casa de mis abuelos paternos en Talara, encontré en su biblioteca (atrás de cierto desorden de estampitas religiosas y un póster de Juan Pablo II), los libros con los que hace muchos años empecé a a leer. Son todos parte de una misma colección Edaf con ilustraciones a todo color. Están por ejemplo Viaje al Centro de la tierra, Los últimos días de Pompeya, Corazón, El Conde de Montecristo, entre otros. Intenté averiguar quién los había comprado porque yo no recordaba alguna vez haber visto a mis abuelos con un libro entre las manos, pero al parecer si fueron ellos. ¿Será que para cuando yo los conocí ya se habían aburrido de leer? ¿Se aburre la gente de leer algún día?

Luego en casa de mi mamá encontré los best sellers de editorial Oveja Negra que ella leía cuando estaba embarazada de mi. Dice que por esos días sólo comía, dormía y leía, mientras mi papá entraba en estado de shock. Como fue en su casa donde estuve hospedado, me leí un par: Love Story y Tiburón. Tiburón ha estado en mi casa desde tiempo inmemoriables. Recuerdo su portada tanto o más que otras cosas de la casa que no resistieron el tiempo y las mudanzas. La boca del tiburón emergiendo del agua con los dientes llenos de sangre.

Pero la verdadera joya, la encontré en casa de mis abuelos maternos, arriba en un estante, entre viejos adornos y fotos de mis tíos cuando eran pequeños: Una edición "Coquito" de las Fábulas de Samaniego. Un libro que mi tía Magali me leía por las noches, mucho antes de que yo empezara a escribir o siquiera a leer la colección Edaf de mis abuelos paternos. Me pregunto de pronto, ¿por qué ahora ya casi nunca le enseño mis cuentos a mi tía? ¿Con qué estúpido criterio juzgo que no va a entender lo que yo escribo, o que se va a espantar de ver que mis tiernos personajes de la adolescencia se han convertido en horribles hombres de apariencia dura? ¿No será que aún en esos personajes ella podría ver al chico de quien yo escribía antes? ¿Qué tan duro puede volverse alguien a quien de pequeño le leían fábulas de Samaniego para dormir?

domingo, 14 de diciembre de 2008

marc el loco


Para quienes alguna vez leyeron Marc el loco, Marc el loco ha vuelto. Después de once ediciones y casi cinco años de abandono, los pastrulos de Gonzalo, John y César, han decidido sacar una Edición Póstuma, como un tributo a aquellos años en que los horarios exclavos aún no posaban sus duras garras sobre nuestro bienamado tiempo.


El 2004 fue un gran año para mi. Acababa de volver de Brasil y no tenía empleo ni un centavo en el bolsillo. Una mañana Karen me llamó y fuimos en pijama y con dinero prestado hasta el centro cultural de la católica a meternos a un taller de escritura. Allí conocimos a Gonzalo, a Bruno y a Erika. Aunque César y John no estaban en el taller, a veces también aparecían. Podría decir que fue una de las mejores épocas de mi vida, y si algo la identifica, además de los libros, los paseos en el carro de Bruno y un disco de los beach boys, es que cuando uno abría la mochila siempre aparecía una copia de Marc el loco por allí.


Alguna gente se pasa la vida leyendo la Rolling Stone hasta que un día se convierten en grandes músicos y se van al baño con un ejemplar en cuya portada se encuentran a ellos mismos. Supongo que en menor medida es lo que sentí cuando me encargaron hacer la portada de este Marc póstumo y colaborar con un cuento.


También Karen colabora con un poema. Hay tiras de Joni B, un texto de Gonzalo sobre Bret Easton Ellis, un cuento de César, unos poemas de John, ilustraciones de Shila Alvarado, entre otras pasteleadas. La chica de de la contratapa es post-it girl.


La presentación, será mañana lunes 15 de diciembre en la Feria del Libro Ricardo Palma Auditorio Chabuca Granda, a las 5:30 de la tarde.

Si no les gusta la literatura piensen en que al menos podrán llevarse la revista al baño y limpiarse el culo con un centenar de nuestros héroes personales.

Los esperamos muchachos

viernes, 12 de diciembre de 2008

viajes

Si tuvieras alguna vez la suerte de salir de Sullana con rumbo norte, y fueran además las seis de la tarde de un día de verano como ayer, podrías ver a través de la ventana, uno de aquellos paisajes que lo hacen a uno comprender por qué hace mucho tiempo la gente creía que el mundo tenía extremos vigilados por monstruos y abismos de fuego.

En realidad se trata apenas de una extensa zona de sembradíos, los cuales por necesitar estar siempre inundados (desconozco si son de caña o de arroz), semejan una interminable lámina de colapez, que a esa hora de la tarde, refleja el sol de una manera tan extraña que uno siente que el mundo está derritiéndose allí delante de sus narices

Al fondo, digamos unos doscientos a trescientos metros atrás, una larga fila de palmeras se suceden unas a otras ligeramente arqueadas como si una mujer terriblemente sola hubiese estado pasado un gran peine entre ellas.

Finalmente (jurarías que apenas unos metros detrás de las palmeras): el sol es una esfera naranja que desciende humildemente, como un gran animal afiebrado buscando un lugar tranquilo del río donde ponerse a beber.

Aquel momento maravilloso dura apenas un par de minutos, luego los sembradíos ya no son alcanzados por el Chira, la tierra se seca, las casas son reemplazadas por cementerios, los cerros cubren el sol y uno sabe que ya es hora de cerrar la cortina del bus y dormir los otros cincuenta minutos que restan antes de llegar a Talara y ver aquel enorme monumento al Cristo Petrolero levantando una paloma de cemento hacia el mar.




Ahora


Si tuvieras alguna vez la mala suerte de salir de Sullana con rumbo norte, pero no fueran ya las seis de la tarde, sino las siete de la noche o en adelante, podrías ver a través de la ventana, uno de aquellos oscuros paisajes que lo hacen a uno confirmar, que el mundo es en efecto, un lugar rodeado de monstruos y de abismos.

A esa hora de la noche, los enormes reptiles que duermen bajo aquellos húmedos sembradíos, salen a buscar alimento. La gente que viene de lejos nunca dan fe a estas historias. Se preocupan más en cambio por aquella vieja leyenda de la mujer que te pide un aventón frente al cementerio.

No es que aquello no sea cierto. Alguna vez nosotros mismos (me refiero a mi padre y a mi) la hemos llevado. Conocíamos la historia y sabíamos que de no haberlo hecho probablemente algo malo hubiese sucedido. Talvez era sólo superstición, pero así lo hicimos. Ella se sube al carro y va en silencio. Suele bajarse apenas unos minutos más allá. Ni siquiera hay que detener el carro. Uno simplemente siente que recobra el timón y la velocidad, luego alguien dice la primera palabra, la radio vuelve a funcionar y un rato después se ven las luces de la ciudad.

Lo de los reptiles en cambio es diferente. Talvez porque es algo que no todos pueden ver y sólo la gente que acostumbra mirar por la ventana mucho rato termina descubriendo. Talvez ni siquiera sea cierto. Me refiero a que para la mayoría, los sembradíos siguen allí, tan quietos como antes. Para mi no y talvez para ti tampoco. Yo sé que al abrir la cortina me toparé cara a cara con los reptiles, sus fríos lomos verdes de cientos de metros deslizándose entre las palmeras y el agua. Han estado allí cada noche en que yo he viajado a través de esa ruta y sé que me están esperando.

Por ahora no han volteado sus enormes cráneos hacia mi ventana, pero con seguridad saben que estoy alli. Tienen paciencia. Tienen todos los años del mundo. Fueron ellos quienes se llevaron a mi abuelo, serán ellos quienes se lleven a mi padre y más adelante serán ellos quienes me lleven a mi. Algún día, muy viejo, abriré la ventana y estarán mirándome fijamente. Entonces sabré que no voy a llegar a mi destino. No habrá tragedias, ni cuerpo. El bus simplemente llegará a la otra ciudad con un pasajero menos.

Alguien le dirá a mis hijos lo mismo que me dijeron de mi abuelo. Y mi recuerdo será devorado por ellos, como un gran pedazo de hierba, junto a toda esa gente extraña a la que le gusta asomarse a las ventanas y seguir mirando por mucho rato, aún cuando ya se ha hecho muy de noche y el sol, ya muy lejano para protegernos, nos deja a merced del tiempo y el olvido.

jueves, 11 de diciembre de 2008

mis abuelos maternos

y su perro káiser

lunes, 8 de diciembre de 2008

de regreso

He estado ausente un par de días porque unos ladrones le dispararon a mi tío en la cresta y tuve que viajar con mi papá a Trujillo para verlo. Lo bueno es que fueron sólo unos perdigones y como mi tío, siguiendo la tradición familiar, tiene la cabeza dura, no le traspasaron el cráneo. Otra de las cosas buenas es que mientras estuve en Trujillo tuve una epifanía de medianoche e hice una lista de cuentos con los que podría armar un libro. Al volver a Talara mi mamá me ha llevado donde su masajista personal. Es una señora que atiende dentro del mercado de Talara y que yo digo que a lo mejor antes de masajista era carnicera porque me ha separado el pellejo de los huesos con tal destreza que he quedado inválido por el resto de la tarde. Por la noche he estado estudiando historia del Perú con Bryan que me ha preguntado si en el año 92 yo ya había nacido. Hermosa visión que me duró apenas unos segundos para ser reemplazada casi inmediatamente por la inevitable verdad: en el año 92, yo ya llevaba trece años de nacido.

jueves, 4 de diciembre de 2008

tamarindo

Hoy por la tarde he estado en la fábrica de cremoladas de mi papá. Las cremoladas de mi papá se llaman Yum-Yum pero a mis amigos les gusta decir que son cremoladas de MuyMuy. Yo me río y no digo nada porque sé que a la gente le gusta hablar huevadas. A mi también me gusta, pero mis viejos me mandaron a Lima dice que para ser un profesional, un hombre de asunto y que dejara esas mañas. Pero yo no entiendo qué tanto afán. Ayer por ejemplo encontré a mi tío pelando un saco de tamarindos y se veía tan tranquilo. Las cremoladas de tamarindo son las más ricas pero no hay que comer muchas porque sino luego parece que tuvieras muymuys en el culo. La temporada del tamarindo dura todo el verano, pero este año se ha adelantado un poco y hemos tenido que trepar a los árboles y bajarlos antes de que los últimos colegiales vengan con sus piedras y sus ganas de joder. A parte de las piedras, hay varias formas de bajar los tamarindos. Uno puede mandarse a hacer unas tenazas o cortar de plano todas las ramas con un serrucho y ya en el suelo arrancar los tamarindos. Había veces en que yo mismo me trepaba a bajarlos. Pero a mi padre nunca le convenció aquello. Dijo que él no había mandado a su hijo a la universidad para que andara trepado en los árboles. Así fue que un día se apareció con los monos. Nos costó bastante trabajo entrenarlos. Al comienzo se comían los tamarindos y se pasaban el resto de la tarde cagando encima de los vecinos. Después que supieron que igual les íbamos a dar de comer se pusieron solidarios. Ahora hasta se sientan a la mesa con nosotros y tienen platos con su nombre escrito encima. Dice mi papá que en años de mono ellos tienen más o menos mi edad. Yo no sé si lo dice por joder pero en todo caso me gusta cuando hace ese chiste. Es porque les he agarrado mucho cariño. Ya casi nunca los veo pero cuando regreso a la ciudad me subo un rato al árbol con ellos. Nos quedamos allí comiendo tamarindos y conversando. Digo conversando porque al cabo de tantos años de conocerlos son casi como mis hermanos y creo que los entiendo. A ratos se van a otras ramas más altas a dónde yo no llego. Allí se ponen a jugar entre ellos. Chillan y se ríen. Yo los miro tranquilamente echado en una rama. Me gusta imaginar que están hablando puras huevadas.

lectura de cabecera

Quisiera quedarme a escribir un rato más, pero Edgar Allan Poe me está esperando en la cama. Van tres noches seguidas y no me ha decepcionado. Es más de lo que puedo decir de muchos de mis viejos amantes. Ayer después de leer "La verdad sobre el caso del Sr. Valdemar" tuve miedo de ir a apagar la luz. No tenía miedo de ir a apagar la luz desde que era un niño. Ahora, sin embargo, durmiendo en este campamento, rodeado nada más que de pozos petroleros, gatos y silencio, el miedo es una sensación que está siempre al alcance la mano. Mis hermanos pequeños se acuestan a las ocho y mi madre apenas una hora después, de modo que a las once de la noche la casa luce como si estuviera deshabitada y yo fuera apenas su espectro vigilante. Sobre mi cama, el libro está esperándome abierto en "El pozo y el péndulo". Lo comencé a leer hace un rato y parece que trata de un hombre sentenciado a muerte que se desmaya al oír la sentencia y al despertar de su delirio descubre que está en un lugar muy oscuro. Un lugar muy oscuro como esta sala. Será mejor que me vaya a buscar el cuento antes de que el cuento venga por mi.

miércoles, 3 de diciembre de 2008

Presa Grande

Mi mamá ha adoptado a diez gatitos que andan rondando por el campamento petrolero en que vivimos. No conviven con nosotros en la casa, pero a la hora de almuerzo se les puede ver en el patio relamiéndose los bigotes bajo la ropa tendida. Cuando terminamos de comer, Bryan junta los huesitos y restos del arroz y sale golpeando el plato con la cuchara como se hace en las cárceles. Entonces comienzan a venir los gatos. Salen hasta de debajo de las piedras como lagartijas. Son todos mininos jóvenes y como son diferentes unos de otros me recuerdan un poco a los Thundercats. Bryan ha nombrado a uno "Presa Grande" porque ayer cuando les pusimos la comida ese vino primero, cogió la presa grande y huyó raudamente de los demás, que tuvieron que conformarse con el arroz. Siempre he querido tener gatos para ponerles nombres chistosos. "Presa Grande" me parece un buen comienzo. Para cuando me vaya de aquí deberían haber diez gatos anónimos menos en el mundo.

lunes, 1 de diciembre de 2008

más novedades sobre mis padres

Acabo de darme cuenta de que a lo mejor he estado subestimando demasiado a mis viejos.

Hace un par de semanas estuve chupando unos mojitos con mi papá y como de costumbre puse el Tinta Roja de Calamaro que SEGÚN YO CREIA, era (junto como el tributo a José José y alguna que otra vieja salsa de Lavoe), lo único ubicable en mi ipod que ambos podíamos disfrutar entre vaso y vaso. Al rato sin embargo, para variar un poco, puse en shuffle una carpeta de rock peruano.

Bueno pues, ahí estaba mi papá un poco perdido entre La Sarita, Dolores Delirio y el tío Miki, hasta que de pronto sonó Meshkalina de Traffic Sound y sus pupilas saltaron como perros que ven al dueño volver de un largo viaje. Se puso a seguir lentamente el ritmo con la cabeza mientras agitaba su mojito y sonreía de forma curiosa. ¿Conoces esta canción? - le pregunté extrañado, sin tratar de sonar como: Viejo pastruloo!! o sea que a finales de los sesentas también andabas oyendo esta mierda psicodélica y te fumabass tus cachoss de hierba y tenías sexo libre??!?! xD. - Claro - me dijo, y encima me estiró el vaso vacío pidiéndome que le preparara otro mojito. No seas pendeejo.

Bueno, al menos me queda mi vieja, pensé. Esta mañana sin embargo, espiando uno de sus closets he encontrado una edición grande de la novela de Ken Kesey: Alguien voló sobre el nido del cuco. A lo mejor no me hubiese impactado tanto si no fuera porque su edición es MUCHO MAS BONITA que la mía (un triste best seller de Oveja Negra que encima le cambia el título a ATRAPADO SIN SALIDA como la película que inspiró), y que eso indica porsupuesto, que ni lo compró por azar junto con una colección, ni que lo canjeó con el diario de turno, sino que buscó específicamente esa novela. Sólo Dios sabe dónde podría encontrarse un libro como aquel en el Trujillo de los años setentas, y qué clase de pastrulo le recomendaría una obra sobre la vida en un manicomio y cuyas primeras ediciones aparecieron bajo otro título para evitar la censura de la sociedad norteamericana.

Debo decir que es bastante gratificante descubrir estas cosas y darse cuenta de que aquellas viejas polaroids en que ambos aparecían abrazados con esas holgadas camisas psicodélicas, no eran pura moda.

Sin embargo, a la luz de estos nuevos descubrimientos me doy cuenta de que aquello de YO TE HE PARIDO con que solía salirme mi vieja cuando me encontraba en alguna pendejada, obedezca talvez no tanto a su capacidad de percibir la más mínima variación en mi comportamiento cuando andaba haciendo algo a sus espaldas, sino a que ella también ha hecho las mismas pendejadas y que por ende conoce de sobra las precauciones a tomar, los síntomas, las excusas y las maneras de encubrir la situación con las que yo aparecía tan campante y seguro de mi mismo.

Ahora yo ya estoy afuera claro, pero me preocupan mis hermanos menores: Ale y Bryan, encerrados como pequeños McMurphys en la casa materna. Supongo que sólo me queda rezar por ellos y entrenarlos salvajemente, pues están casi al borde de la pubertad y la adolescencia y temo que mueran decapitados ante el primer intento de sacarle la vuelta a una vieja matrona, que bajo su tierna sonrisa y sus ricos jugos de ciruela, esconde la sagacidad de una mujer que ya sabe de dónde viene el mundo y hacia donde se dirige.

sábado, 29 de noviembre de 2008

fútbol y libros

Esta tarde he estado jugando fútbol con mi hermano pequeño (aquel que se comió el candado y que hoy hizo la primera comunión). Me ha clavado seis goles. A mi favor puedo decir que al menos resistí una hora dentro de la cancha. Yo nunca he sido un fanático del fútbol, pero jugar allí con él en esa canchita desolada rodeada de pozos petroleros ha estado muy bien. Jugamos hasta que aquel enorme sol rojo se ha desvanecido y hemos sido apenas dos sombras atrás de una pelota.

Por la mañana estuvimos dando una vuelta por mi colegio que ahora también es su colegio y el de mi hermanita. Todo estaba tan igual a como lo dejé que he tenido que robarme un libro de la biblioteca para no morir de nostalgia. Ha sido uno de cuentos de Allan Poe que escondí bajo el saco mientras duraba la ceremonia de la comunión. Mi profesora de cuarto de primaria (que ahora es la directora del colegio) andaba por allí y me nombró por el micrófono y agradeció que viniera a visitar el colegio. Dijo que Bryan no podría haber elegido mejor padrino. Supongo que no sabía que tenía uno de sus libros bajo el saco.

miércoles, 26 de noviembre de 2008

aceitunas

dirán que soy bestia, pero yo no me había dado cuenta que las milhojas se llamaban así por las "mil" "hojas" con que se hacen. en el colegio, me pasé años y años pidiendo milhojas. me gustaba mirarlas de perfil como si fuesen edificios destruídos y al masticarlas me sentía como El Comerocas de la historia sin fin. jamás, sin embargo, relacioné su decadente estructura con el nombre que les habían dado. la palabra milhojas era para mi un bloque indivisible igual que gelatina, flan o pye.

el día que lo descubrí, mientras comía una milhoja precisamente, fue como si a la par que mis dientes despedazaban las hojas de harina y manjar, la palabra misma se iba partiendo en dos dentro de mi cabeza. cuando finalmente ambos bloques cayeron y yo vi la palabra dividida en aquellas dos otras palabras con vida propia, sentí como aquello que cuenta mi abuela del pentecostés y creo que es el momento de mi vida equivalente a aquella escena en que el mono lanza el hueso al aire en la maravillosa obra de Stanley Kubrick: 2001: Una Odisea en el espacio.

y bueno, me acordaba de esto porque justo hoy pasé por el parque El Olivar y recordé que también pasé años y años por allí y nunca pensé en los olivos. bueno tampoco es mi culpa del todo porque hay miles de barrios y calles que se llaman como árboles o pájaros y ni rastro de los bichos. la cosa es que un día estaba paseando con N por el parque y vi aquellas cosas negras como abejorros colgando de los arbolitos. - ¿Qué son? - le pregunté a N. - Aceitunas pe - dijo. Fue igual que con lo de las milhojas, alegría del cronopio. me puse a recoger todas las que pude. las llevé a la agencia y las metí dentro de mi locker para que (según yo) se vieran como las de los supermercados. Al final me le largué de la agencia y aquellas aceitunas seguían allí tan incomibles como antes.

la cosa es que hace poco he vuelto a pasar por el parque y he recogido más aceitunas. todavía no sabía qué hacer con ellas, pero es un poco difícil resistirse a tomarlas porque están colgadas allí como pidiendo auxilio y tan cerca de la mano que resulta infructuoso cualquier intento de no prestarles atención.

de vuelta a casa he entrado a internet y resulta que sólo hay que hervir agua con un poco de sal, dejar que se enfríe, ponerlas a remojar allí y dejarlas en un lugar oscuro por unos veinte días.

supuestamente cuando las sacas de allí, las aceitunas deberían lucir así como Olvierio la aceituna con todo y el gorrito


Y bueno. Aprovechando que esta noche me voy de viaje por un par de semanas a Talara (en busca de mis padres y mis hermanos), he aprovechado para hacer aquella salmuera y poner a remojar mis nueve bellas aceitunas hasta mi regreso. están escondidas en una alacena alta de mi cocina y si uno se asoma, parecen nueve negritos tomando un baño de jacuzzi.

martes, 25 de noviembre de 2008

cuarenta godzilas

Y en la cima del cerro San Cristóbal:
- No sé si cuatro, yo diría que unos diez godzilas por lo menos
- No, espera, mira por acá. Áaaaandate a la conchatumare
- Eso es San Juan de Lurigancho
- Ala mierda pero allí caben como veinte San Isidros más
- Si pues
- Puta mare no, unos cuarenta godzilas fácil
- Y además que no hayan comido en una semana
- Si, más o menos unos cuarenta godzilas cagaos de hambre.

sábado, 22 de noviembre de 2008

orden

hacer el nudo

hoy he ido a comprar una corbata. Dios sabe que nunca he sido un amante de las corbatas pero he vuelto a casa con dos. me las vendió un viejito en polvos azules y yo creo que eran sus propias corbatas puestas en remate. me refiero a que se veían antiguas. le pregunté si eran antiguas y dijo que sí. lo dijo con la mirada gacha, como si pensara que lo estaba acusando de venderme cosas usadas. pero no lo estaba acusando. llevaba un par de horas recorriendo galerías y me habían mostrado ya más de doscientas corbatas, cada una tan parecida a la otra como dos días consecutivos de trabajo. las suyas en cambio eran una fiesta. me pidió diez soles por cada una. fue casi un robo de mi parte aceptarlas. unas corbatas como aquellas debieron haber sido caras en su momento, y seguramente compradas para una ocasión especial. probablemente el viejo ya estaba resignado a que la única fiesta de gala que le quedaba por delante sería su funeral. al llegar a casa me he conectado al google y he aprendido a hacer el nudo de la corbata. llevaba años pidiéndole a mis tíos, amigos o hasta al tipo de la bodega que me ayudara con eso y resulta que hoy descubrí que no era tan difícil como yo pensaba.

por la noche gonzalo ha venido para cerrar la edición póstuma de Marc el loco y me ha dicho que ha renunciado a su trabajo en el diario. es un acontecimiento extraño porque gonza apenas si está empezando a trabajar, pero dice que no sabe porque ha pasado cinco años de su vida estudiando periodismo. luego nos hemos puesto a tomar mucho anisado. le he dicho que por lo menos es mejor que se de cuenta ahora que después de veinte años. también le he dicho que el trabajo está sobrevalorado y le conté que por la tarde había dejado de comprarle caramelos al vendedor ambulante sólo porque había salido con aquella vieja historia de que el trabajo dignifica al hombre. en realidad igual le compré los caramelos, pero eso no se lo conté al gonza porque no venía al caso.

mañana voy a ser padrino del hijo de dos de mis mejores amigos. por eso es que fui a buscar una corbata bonita. es paja que alguien confíe en ti para que seas el padrino de su hijo. sobre todo si eres un tipo desempleado que hasta hace un par de horas no sabía hacer el nudo de la corbata. supongo que es porque crecer no tiene que ver con tener un trabajo ni con saber hacer el nudo de la corbata. seguramente tampoco tiene que ver con poder tomar ingentes cantidades de anisado, pero bueno, ya iremos descubriendo más adelante con qué tiene que ver.

ahora me voy a dormir

y a ver si mañana el nudo me sale tan bonito como hoy

viernes, 21 de noviembre de 2008

cebollitas encurtidas

he venido a escribir porque ya van como cinco días y no vaya a ser cierto aquello de que el hombre es un animal de costumbres, o a lo mejor hasta lo que decía Mafalda y de costumbre el hombre es un animal. por ejemplo está esta gente del cine que pone aquellos carteles de que no se puede entrar con comida a la sala. de allá vengo. francamente, yo no puedo comprar esas porquerías que venden en el cine. mi padre ha establecido en casa una campaña contra la cocacola. si me ve comprando gaseosas es capaz de cercenarme el brazo con su espada cósmica. contra la canchita no tiene nada, pero a mi no me gusta la canchita. a la canchita en venezuela le dicen cotufas y en brasil le dicen pipoca y todos son nombres caguederisa pero luego uno la prueba y es sólo un poco de maíz reventado. así que me fui al supermercado a ver que más proveía el señor. finalmente compré cien gramos de aceitunas verdes rellenas con rocoto y otro pote con cinco cebollitas encurtidas de las que tenía ganas desde aquel día en casa de los mochis. también compré tres panes árabes para amortiguar el sabor y como calculé que aquello me iba a dar sed me llevé una botella de dasani de durazno.

camino al cine fui ocultándolo todo bajo mi casaca. no creo que haya sido un espectáculo con mucho charm pero a quien le importa el charm cuando se tiene cebollitas encurtidas?. menos mal había traído aquella casaca que tiene un montón de bolsillos. cuando llegué a la cola, lucía como uno de aquellos tipos musculosos cuyos codos nunca chocan con el tórax. igual nadie se dio cuenta y me dejaron pasar. como sabía que apenas mordiera las cebollitas encurtidas estas iban a soltar todo sus espíritus malignos, fui a sentarme a unos de esos asientos para novios. claro que sin novia. estaban todavía en los trailers. un chico venía subiendo con su bandeja y el pote de canchita fue a dar al piso. yo ya estaba comiendo mis cebollitas. fue un poco triste pero la gente se rió y después a mi también me dio risa. al chico no le dio risa. es triste, pero tampoco es para tanto. a mi me pasó lo mismo una vez pero se me cayó la canchita y los dos potes de gaseosas que mi prima millonaria había comprado. esa vez la gente no se rió. sólo se escuchó un masivo AAAWWWW. ella dijo que no había problema pero yo igual fui a comprar más canchita y más gaseosa. eso fue hace ya un par de años. ahora corren otras aguas bajo mi puente y mis políticas alimenticias en las noches de cine han cambiado. por eso es que si algún día me ven en el supermercado rondando la sección de encurtidos con pinta de apurado y llevo puesta una ancha casaca marrón, probablemente es porque hay un cine cerca y alguna película está por comenzar.

sábado, 15 de noviembre de 2008

una casa blanca

ayer perdí una de las lunas de mis lentes amarillos. espero que no sean como las vidas del gato porque ya con este van como cinco o seis pares. una vez los perdí sobre las dunas de Ica y luego anduve apartando ramas y lagartijas en busca de ellos. karen me había dicho que esos eran los lentes de la felicidad y como yo andaba medio loco y con resaca le creia. en cierta forma andaba por las dunas convencido de que lo que había perdido era mi felicidad y eso me ponía muy mal. no los encontré por ningún lado y volví a Lima pensando en todas las cosas tristes que a uno se le ocurren cuando vuelve a la ciudad. también he roto algún par en la cama y otros han salido volando por la ventana de un carro a la que ma asomé como un perro.

hoy fui al oculista a comprar nuevas lunas. me midieron la vista. hicieron todo aquel test del tablero con las letras pero antes de aquello me midieron con una maquinita. tenías que apoyar la barbilla en un plastiquito y mirar hacia unos agujeros. al fondo de los agujeros veías una imagen que al principio no era nada pero que luego era una casa blanca sobre una colina. un camino protegido por una cerca blanca de madera llegaba hasta mis ojos. el doctor me hizo mirarla por un buen rato mientras sacaba sus cálculos. la casa estaba muy bien. me refiero a que era sólo una imagen pero no parecía una imagen. parecía que uno realmente podía irse a vivir allí.

una vez en una antología de cuentos de terror, leí un cuento de esta chica que sueña siempre con una colina y una casa blanca muy bonita. en su sueño ella sube por la colina hasta llegar a la casa y entonces toca el timbre. cuando la puerta comienza a abrirse ella despierta. es un sueño recurrente. resulta que un día esta chica va conduciendo su auto y de pronto ve una colina que le recuerda a la de sus sueños. extrañada, aparca el carro a un lado del camino y comienza a subir. mientras sube va apareciendo en el horizonte la misma casa blanca de sus sueños. cuando llega hasta la puerta toca el timbre. al rato sale un viejo. la chica le pregunta si la casa está en venta. el viejo le dice que sí pero que no le recomienda que se la compre. ¿por qué? pregunta la chica. porque siempre viene un fantasma, dice el viejo. y ¿quién es el fantasma? pregunta la chica. Usted, dice el viejo.

Bueno, me voy a dormir porque casi no veo sin los lentes. Espero no haber estropeado mucho el cuento. Lo leí hace años. lo busqué en google para ponerlo pero no lo encuentro y el libro se me perdió.

Es raro. ¿A dónde irán a parar todas esas cosas que uno pierde?

Qué sucedería si pudieras entrar a una casa en la que estuvieran todas las cosas que alguna vez perdiste?

Qué tal si esa casa fuera la que vive en la maquinita de los oftalmólogos?

jueves, 13 de noviembre de 2008

stickers

he pegado algunos stickers sobre mi guitarra eléctrica. siempre he creído que las guitarras con stickers se ven bien. por ejemplo allí tienen la del chico de greenday. no le he seguido mucho la trayectoria pero cuando tocaba el dookie andaba con una blanca que la tenía toda llena de porquerías. la hubiera reconocido a kilómetros. Siempre he creído que mi guitarra es bonita tal como está, pero la verdad es que podría ser la guitarra de cualquier tipo. por eso es que ahora la he rellenado de stickers. para que no parezca la guitarra de cualquier tipo. Empecé con el de la caricatura de los beatles, luego puse a elvis y a un lado a daniel f, más abajo puse a charly y a lo largo de todo el diapazón puse una frase de una de mis novelas favoritas y que dice algo así como "if a body catch a body comming through the rye". Ahora dudo que haya otra squier stratocaster que se le parezca. es extraño, pero de alguna manera eso hace que me de más ganas de tocarla. lo único que me da pena es que, como los mandé a imprimir en material transparente, hay algunos que no se ven bien y no los he podido pegar por ahora. entre ellos están aquel con la portada del disco Palabras más Palabras menos donde salen aquellos hombrecillos bohemios con cabeza de ajo, otro de Bruce Lee y finalmente uno de mi banda de rock favorita de todos los tiempos conformada por multihombre, fluidhombre y cangurohombre: los imposibles.



miércoles, 12 de noviembre de 2008

ayer por la noche

ayer por la noche a mi viejo se le metió el indio. no como se le mete a mi vieja porque cuando a mi vieja se le mete el indio hay que ahuecar el ala y guarcerse bien lejos de su alcance. en cambio a mi viejo el indio que se le metió fue un tal indio duarte que dice que es un poeta gaucho de sus épocas. Todo empezó cuando entró a mi cuarto y me encontró con la guitarra tocando tangos de Gardel. medio asustao chapó la tablatura y se puso a cantar conmigo. yo estaba dándole una y otra vez como un salvaje a aquel que se llama Mano a mano. Ese que también canta Calamaro. le decía: Viejo! como es posible que una canción de despecho tenga mejor letra que todas las de amor que pasan por la radio? El decía: Hasta da ganas de tener una mujer mala pa cantársela, no?. Claro que daban. Daban muchas ganas de tener una bien hijadeputa. No la pidas mucho nomás, me dijo, que ya te va a tocar. Al rato se dio cuenta que yo estaba sacando las partituras de la internet asi que viene y me dice: "oiga mijo, ahora que leo a Gardel me he acordao y se me ha ocurrido, allí en la interné no se podrá encontrar poemas de el indio duarte?. Viejo le dije, acá con el interné vamos a sacar a ese indio de donde sea que se haya metido. Así que nos echamos a la búsqueda. Cuando tuvo los poemas impresos se puso a declamarlos "como en la época del cole cuando era campeón de declamación", según dijo. Había uno que se llamaba Agua Taita Agua Mama y que trataba de un niñito que se moría de fiebre. Luego había otro de un niñito que un día se bebe una botella de licor porque escucha a su papá decirle que cuando él bebe, ve a su mamá que había muerto. Ala puta. Ese se llamaba Porqué no tomo más. Eran todos poemas bien tristes y mi papá los declamaba gritando y llorando y hasta parecía que se le había empenachado el cabello. Por eso digo que se le había metido el indio. Con seguridad le oyeron en toda la cuadra. De todas formas no es que eso importe mucho porque mis vecinos están acostumbrados al escándalo y a la poesía a altas horas de la noche. Cuando se fue a su cama tan contento yo me quedé leyendo un cuento de Rulfo que me había mandado Miguel Angel y que se llama Macario. Vaya tipo este Rulfo. Dicen que no publicó nada hasta grandecito. Tenía ya como cuarenta y de pronto: El llano en llamas. Y dos años después Pedro Páramo. Una salvajada. Si ya había quedao medio transtornado con los tangos y el tal indio duarte, con Macario terminé de enloquecer. Ayer fue uno de esos días en que la camiseta peruana quedaba corta y había que ponerse la latinoamericana. Bueno, los dejo con el tango de Gardel que inició el meollo.




CERRAMOS EL ESTADIO Y NOS VAMOS TODOSSSS!!!!

martes, 11 de noviembre de 2008

esta mañana

he perdido el sueño y apenas son las cinco am. creo que hoy trataré de dormirme antes de las ocho de la noche así mañana volveré a perder el sueño a esta hora y todo será como en la época del colegio. claro que sin el colegio. todo se ve bien a esta hora. la ciudad parece vacía y mi guitarra eléctrica tiene cuerdas nuevas.

domingo, 9 de noviembre de 2008

esta tarde

Las dos mejores noches de las últimas semanas han sido la del concierto de Calamaro y la noche de la presentación del libro de Kara. Lo extraño, es que no puedo escribir nada sobre ninguna de ellas. Un tipo se nos acercó en el concierto y nos dio brazaletes para entrar al bar de la zona vip. Cuando cruzamos el umbral habían siete refrigeradoras con unas doscientas cervezas cada una. Gratis. Yo me tomé gran parte de ellas y pasé el concierto en un completo estado de mareo y extasis, separado de mis amigos y mojado y húmedo como el perro de un pescador. En aquel momento fue algo glorioso, pero ahora que lo intento escribir no tiene sentido en absoluto. Parece hasta idiota.

La noche de la presentación de Kara, los sobrevivientes bajamos al mar corriendo entre las piedras de la bajada Balta. Pasaba de medianoche y probablmente sólo era el ron, pero el mar sonaba tan bien entre las piedras que tres de nosotros estuvimos a punto de sumergirnos como Alfonsina. Es raro, pero tampoco se me ocurre algo que añadirle. No tengo por donde atacar. Supongo que tendremos que conformanos con la foto mal encuadrada que nos tomó el serenazgo.

Ayer estuve leyendo Los funerales de la Mamá Grande de García Márquez. Casi todos son cuentos muy buenos, como La siesta del martes o Un día de estos. Lo curioso es que el cuento que le da título al libro no me gustó tanto como los demás. Es extraño, porque parece ser el más ambicioso. En él se cuentan más cosas, pasan más cosas, hay más personajes y su espacio temporal es el más grande. Yo simplemente no creo que haya logrado profundidad.

Por qué será que las cosas pequeñas parecen tener más oportunidades de sobrevivir que las grandiosas? Por qué (y esto de verdad me consterna) tengo más cuentos sobre chicas que he olvidado que de las que realmente marcaron mi vida? Por qué sé que esta tarde preferiría escribir sobre aquellos cables abandonados en el techo de mi vecino que sobre las cosas que pasan en el mundo y que la gente considera de verdad importantes?

sábado, 8 de noviembre de 2008

bird of prey

Como mi papá no es mucho de decir te quiero, suele expresar su cariño regalándome pañuelos o preparando ingentes cantidades de jugo de papaya y pan con queso. También está lo de los cortes de pelo. A mi no me gusta mucho andar cortándome el cabello pero es paja ir con él porque pone caras chistosas cuando le digo a la peluquera que me corte sólo las puntas y es más paja aún cuando le dice que le va a dar cinco soles más si me corta como debe ser.

Hubo un tiempo en que mi papá no estuvo mucho con mi hermana ni conmigo y entonces cuando volvió nos llevaba de viaje o regalaba pañuelos. No es que venga y me de una caja de pañuelos nuevos. Me los va dando uno por uno cada vez que me dispongo a salir de casa. Los saca de su bolsillo. Ya saben, mi viejo es de esos que siempre trae un pañuelo limpio por si alguien llora o hay que limpiarse el zapato. Cuando me da el pañuelo es como si me estuviera diciendo: mira salvaje, talvez esta noche alguien llore o talvez tengas que limpiarte el zapato y te agradará tener esto contigo. A veces sobredimiensiono las cosas e incluso llego a ver en el pañuelo la salvación del mundo y me voy en la combi acaricándolo como Linus con su manta.

Yo sé que siempre digo que no quiero tener hijos, pero a veces me pregunto si algún día no me arrepentiré de estarme negando esa posibilidad. Hoy una amiga salvó un pajarito que se había caído de su nido. Yo estuve averiguando en internet como podía alimentarlo y cuidarlo. Finalmente ella regurgitó para que el pichoncillo pudiera comer de su boca. Ahora ya debe estar dormido en su cajita de cartón. Le ha puesto un reloj tictac envuelto en un polo usado para que no extrañe mucho a sus padres. De sólo pensar en aquel bicho indefenso me da como un vértigo salvaje. Y supongo que tener un hijo es como mil veces más intenso. ¿Es que alguien puede estar preparado para eso?

jueves, 6 de noviembre de 2008

kara

se supone que iba a postear esto en la mañana xD pero como soy uno de los que va a presentar el libro, estoy con síntomas de pánico escénico y he preferido ponerme a ver Naúfrago y beber jugo de papaya en exceso para no pensar en el asunto. la cosa es que HOY, Kara (la jefa amazonas de Heridita Fanzine también conocida como Karina Valcárcel en los registros policiales), presenta su poemario a las 7pm en el Jazz Zone y esperamos que haya una buena cantidad de público para el momento en que la quememos en la hoguera cual Juana de Arco. La entrada es libre y los bellos poemarios los cambian por tres chapitas de teem o el cadáver intacto de un grillo muerto de pena. los esperamos =D


martes, 4 de noviembre de 2008

beatles y plaquetas

Supongo que se lo debo a mi vieja. Lo de los Beatles digo. Ella me compró algunos cassettes cuando yo era niño y ya saben lo que dicen los médicos acerca de lo que consumen los niños en sus primeros años. Bueno, lo dicen sobre la leche y las verduras, pero supongo que también es aplicable a la música, no? De todas formas ahora cuando los oigo es un poco como en los videojuegos cuando Megaman cogía las bolitas azules que lo recargaban, o cuando Mario encontraba uno de esos escurridizos hongos rojos. Uno diría: ojalá fuese tan fácil como poner un disco y sentirse bien a pesar del tráfico, el dolor de espalda o la soledad, pero es que a veces si es tan fácil como poner un disco. Claro que yo soy como una de esas gringas culonas de los informerciales que ven el Abductor 500, los cuchillos que cortan zapatos o el nuevo sistema Toby para planchar ropa y enloquecen de alegría. Pero en todo caso, talvez con los Beatles yo no esté del todo equivocado. Por eso es que el otro día cuando fui al Rebagliati a donar sangre y tuve que escoger algo que oír mientras duraba la extracción, escogí el Abbey Road. Estaba recostado sobre la camilla mirando aquella gruesa aguja que me puso la enfermera y la bolsita de medio litro que se iba hinchando como una gran sanguijuela de látex y sé que suena difícil, pero en las orejas tenía a George cantando Something y hubiera querido quedarme allí por el resto del día. Por los grandes ventanales del hospital entraba algo de sol que me caía sobre la cara y yo sólo recuerdo cómo trataba mentalmente de colar las canciones en el espacio vacío que iba dejando mi sangre. Aún después de llenar la bolsa estuve un rato tendido porque la enfermera me dijo que debía descansar. Cuando terminó Here comes the sun,me senté sobre la camilla. Me sentía tan bien que hubiera querido abrazar a la enfermera o a quien fuera, así que me quedé esperando a que alguien viniera a decirme que ya podía largarme. Al final nadie vino porque andaban medio ocupados sacando sangre a otras personas así que sólo me bajé, me volví a conectar los audífonos y huí raudamente del hospital. Yo no sé si es físicamente posible percibir aquel medio litro de sangre ausente en el cuerpo. Lo que en todo caso sí se puede sentir (y creo que cuando se trata de los Beatles casi todos somos como las gringas culonas de los infomerciales), es a aquellos cuatro pelucones y su música, convirtiendo nuestras plaquetas y glóbulos en un montón de fanáticas desquiciadas corriendo rumbo a nuestro corazón. Talvez sólo sea que nuestras viejas nos dieron más Beatles que verduras. Talvez sólo sea un poco de rock n'roll. Sea como sea, se siente muy bien. Yeah! Yeah! Yeah!

lunes, 3 de noviembre de 2008

el turismo del desempleo

Bordeando el malecón de Miraflores como quien no tiene ná más que hacer y viene de Magdalena del Mar rumbo a Barranco, se encontrará con que justo en la penúltima curva antes de llegar al jardín desde donde se lanzan los chicos en parapente, hay una banca de madera que podría ser igual a todas las otras bancas de madera agrupadas de a dos a lo largo del malecón, de no ser porque en su respaldar alguien ha tallado con muy mala caligrafía: ISABEL.

Si desde la banca de Isabel, uno avanza hacia el borde del cerco de ladrillos e inclina el tórax hacia el acantilado como tratando de alcanzar el mar, podrá ver que la parte superior de una de las formaciones rocosas debajo suyo, por más extraño que parezca, es exacta a la cara de King Kong. Claro que en realidad podría parecerse a la cara de cualquier gorila gigante en que uno pensase, pero es que yo de esos sólo conozco a King Kong.

Antes había una señal sobre los ladrillos hecha con liquid paper. Una flecha indicaba el lugar en que uno debía fijarse y abajo una nota decía algo así como: "Mira el monazo que te está mirando". De eso me acuerdo muy bien porque la primera vez que la leí me asusté de que hubiera un monazo suelto en plaza y de que además este estuviera mirándome. Luego claro, descubrí a aquel estático King Kong de granito y tierra y me tranquilicé.

Ahora alguien ha borrado la nota por lo que es difícil que uno de con la cara de King Kong a menos que esté muy desocupado como yo. Por eso es que lo pongo acá, por si a alguien le interesa visitar este tipo de monumentos del azar y promover el turismo urbano tan venido a menos.

Si deciden ir por estos días, talvez aún puedan aprovechar los últimos rezagos de la brisa marina y ver a King Kong gritando en medio de la niebla. También es aconsejable bajar un rato hacia la playa. Desde allí ya no se le ve a King Kong pero se está muy bien tirando piedras al mar y viendo a los surfers encaramarse sobre las olas como Jesús.

Lo único malo de este tipo de turismo es que los souvenirs con los que uno vuelve a casa suelen ser las piedras escogidas de la orilla o un pedazo de concha naranja con forma de cenicero, y estas cosas por supuesto, no gustan tanto a los amigos y familiares como las falsas artesanías o aquellos horribles polos de: "Alguien que me quiere mucho me trajo este recuerdo de Río de Janeiro".


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martes, 28 de octubre de 2008

gallinazos

Triste destino han tenido los gallinazos, expulsados de la sociedad como la peste, las ratas, los punks y todas aquellas tribus negras que quisieron granjearse su ladito junto a nosotros. Ahora sólo se les puede ver a lo lejos como loquitos, hurgando en los basurales, guareciéndose en los cerros más tristes de la ciudad o haciendo una espiral lejana bajo el sol.

Pero no siempre fue así. En la ciudad de la costa en la que yo crecí, los gallinazos eran nuestras palomas. Y nuestras gaviotas también. Detenidos en masa junto al puerto parecían un sepelio extraviado en busca de su muerto, un gran monstruo varado entre los botes y las vísceras de pescado. Habían otros que preferían los basurales al pie del cerro, y los de espíritu solitario a los que encontrabas en las afueras de la ciudad donde los viejos burritos iban a masticar piedras en espera de la muerte.

Pero su círculo de acción nunca estuvo limitado a esos sucios o desolados rincones. También se les veía sobre los postes de luz de la plaza de armas custodiando nuestra infancia y nadie se atrevía a decirles oye vete de aquí o qué feo eres. Cada mañana camino al colegio me los cruzaba en los arenales dando torpes saltos entre los algarrobos. Como yo era un niño, también los veía como niños y envidiaba su vida sin clases de matemáticas y baños matutinos.

Dicen que todos los niños sueñan con volar y que algunos hasta se creen superman y se suben a la mesa y se parten la cresta ante los gritos de su vieja y la empleada. Yo creo que si alguna vez soñé con volar y huir, lo hice hipnotizado ante el vuelo circular, lento y demencial de un gallinazo en busca de carroña.

Por eso es que ayer cuando mi tía, asomada a la ventana de la cocina, me llamó para que viera a dos gallinazos que habían venido a pararse sobre la cornisa del chifa de al lado, no pude contener mi alegría y tuve que almorzar allí mismo, parado junto a la ventana, esperando que apareciesen algunos más y anunciaran su retorno definitivo a la sociedad.

¿Qué habrá sucedido en el medio para que ahora nuestras razas tengan que vivir separadas y espantarse la una de la otra? La gente les huye como si fueran malos pensamientos, los señala con el dedo y en el fondo, yo lo sé, sólo hay un deseo de acercarse, de perdonarse, de abrazarlos y de ir al mercado por unas tripas de pollo que lanzarles.

Tiene que ser, pienso yo, que una parte de nosotros los sabe detenidos al borde de nuestra miseria. Detenidos cómo ángeles y sin hacer ascos a lo que nosotros hemos desechado. Mirando con amor el hueso que dejamos a un lado del plato, la manzana que me comí para no pensar en tu boca, una postal partida por la mitad, el recibo vencido de teléfono, el gatito que amaneció muerto en la avenida.

Ya casi nunca, pero a veces como ayer: dos sobre un techo. Aves negras que no hacen nidos ni cantan y que van por allí, llevándose un pedazo de nuestra alma escondida bajo aquel calabozo de plumas y silencio. Hermosos y salvajes músicos de la muerte. Kamikazes urbanos. Buenos amigos. Preciosos corazones negros sobrevolando la ciudad.


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domingo, 26 de octubre de 2008

el miedo nada puede contra el agua

...así que cuando te fuiste y me di cuenta que era sábado y que estaba en Miraflores de noche y solo, me puse a caminar hacia la librería porque las librerías tienen un efecto foco-luciérnaga conmigo y alegría del cronopio saber que ahora las abren hasta medianoche como cabarets.

De modo que terminé allí entre los libros, y yo no compro nunca libros de poesía, en cambio había cogido un cuentito de Horacio Quiroga, de esos de bolsillo que cuestan 5 soles y Crucero de Verano del amigo Truman, pero al final terminé parado frente a un estante donde habían juntado todos los libros de poesía peruana unos al lado de otros como menestras. Los fui abriendo uno a uno hasta que un par de ellos me sablearon como bife angosto y adiós Truman, adiós Horacio, a ver, quién chucha dijo que la gente no compra poesía?

Me fui a la caja y me dijeron que si llevaba un tercer libro me hacían la autopsia gratis. Había uno de Heraud que pintaba salvaje pero recordé que una vez me prometí nunca morirme un sábado por la noche, así que les dije: estos dos y sin bolsita que me los llevo puestos. y así salí leyendo por espinar tan contento que me resbalé con una flor aplastada en la vereda y casi me parto la crisma por bestia.

Cuando llegué al cruce con angamos y ya iba como por el cuarto poema, el libro ya no era un libro, sino un pájaro que se agitaba entre mis manos. Y creo que fue ahí en espera de la combi y con el bicho aquel a punto de devorarme, que me acordé de cuando tenía veinte años y leía los poemas de Karen: contra un muro de la universidad, borrachos en antares, muertos en la calle, y me acordé además del poemario de Kara que hoy terminó de ser impreso. lo imaginé como un dragón durmiendo en el almacén de una imprenta vacía. recordé el poemario de Jorge sobre mi mesa de noche haciendo las veces de lámpara, la siesta de leones de mari, los poemas de sandra, los de laura, los de alain, los de regina, los de daniel y erich, los de erika, los poemas de john y de mario. Y pensaba en todos mis amigos poetas y en cómo a veces me vienen con alguna bobería como que no les salen los cuentos por más que lo intentan y pienso ¿Y para qué carajo querrán escribir cuentos estos salvajes?

Porque al final digo yo, comprarse un libro de cuentos o una novela siempre será: comprarse un libro de cuentos o una novela y punto. En cambio comprar un poemario, es como contratar una pequeña nube que te persiga por un rato, así como la que perseguía a Mario Bros, pero una nube que te llueva encima y que te parta por la mitad con un rayo cuando se le de la gana. Y carajo, talvez me equivoque, pero pienso que eso tiene que ser importante, sobretodo aquí, Dios aquí!, en la única ciudad del mundo, en la que por más que a la gente se le esté incendiando el corazón, nunca, nunca, nunca llueve.


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sábado, 25 de octubre de 2008

Ale

Mi pequeña hermana que ya no es tan pequeña porque tiene quince años y probablemente un novio al que pronto tendré que destripar, me escribió ayer un bonito email pidiéndome que la ayude con un cuento que le habían pedido en su colegio. Ella había escrito ya una hoja y media pero le habían pedido cuatro hojas y ya se había quedado sin ideas. Pero es que !Cristo santo!. A mi mismo, que llevo como diez años escribiendo cuentos, uno de cuatro hojas me toma cuando menos una semana de desvelo y locura temporal. Pero allí tenemos a estos salvajes pidiendo de un día para otro cuatro hojas de literatura a un grupo de adolescentes que ya tienen bastante con todas aquellas hormonas brotándoles del cuerpo como musgo.

De todas formas, yo estaba encantado con todo el asunto porque me hacía recordar la historia de Holden con su hermanita Phoebe y las historias que ella escribía sobre su alterego la niña detective: Hazle Weatherfield. Total que abrí el cuento de Ale (así se llama mi hermana: Alessandra), y me eché a leerlo.

De arranque debo decir que me quedé lelo al ver que era un cuento autobiográfico y no alguna ñoñez copiada del cine o la tv. Era su propia historia. Una historia triste sobre mudarse de ciudad y perder a sus amigos. Además Ale se había tomado la molestia de inventarse un alterego. No sé si se habrá tardado mucho en escoger el nombre o si fue repitiéndolos en su mente hasta que aquel le sonó a sí misma, pero cuando yo leí Sofía, por poco y no salto por la ventana. Sofía es un nombre que yo siempre he querido usar para mis personajes femeninos. Creo que me gusta desde que leí un poco de El mundo de Sofía. Por alguna razón no lo he usado hasta ahora. Y allí estaba ahora Sofía. En el cuento de mi hermana. Sofía era mi hermana.

Después de eso, terminar el cuento me fue facilísimo. Sofía me salía de los dedos, se dejaba guíar como una niña a quien yo estuviese llevando de la mano por la playa. Terminé el cuento en un par de horas y se lo envié a Ale que quedó encantada con la historia.

Así que aquí estoy, después de estas dos semanas, (¿o han sido tres?, ya perdí la noción del tiempo), he vuelto a escribir. Creo que se lo debo un poco a Ale y por eso quería dedicarle este primer post de mi regreso. Ella no lo leerá porque no tiene el link de mi blog, pero con paciencia, supongo que algún día se topará con alguno de mis cuentos y descubrirá a su Sofía dentro. Entonces sabrá que aquel día que me pidió ayuda con su tarea, era en realidad ella quien me estaba ayudando.



Gracias a todos por la espera =D

martes, 14 de octubre de 2008

miércoles, 8 de octubre de 2008

Tómbola pro fondos Heridita Fanzine

Este sábado 11 de Octubre realizaremos la gran TÓMBOLA CULTURAL profondos Heridita Nº5, el evento tendrá lugar en la Librería Comentarios(Jr. Ica 144 - transversal de Jr. de la Unión) , segundo piso . La dinámica de esta actividad será la clásica, es decir por adquirir un ticket se canjeará un premio, la diferencia está en el tipo de premio recibido ya que será una pieza de arte, artesanía, antigüedas o coleccionables. (Yo llevaré para el sorteo algunosss de mis dibujos de hueso y de yujuuuuuu, montajes de pacazos y unas cuantas postit-girl)

Lo recaudado servirá para la impresión del quinto número que será presentado este miércoles 15 en La Noche de Barranco.

Están cordialmente invitados a participar de esta actividad, donde además habrá recital de poesía, pintura en vivo, música y sorteos. Si tienes algún donativo (aretes,libros,libretas,publicaciones,diseños,etc.) para nuestra tómbola escríbenos a : heridita@gmail.com

Participando: Editorial Pilpinta, xnideax, Audiofobia, Javier Quijano de Arsenal fanzine, Ed Hibert, In the Pendiente.

ENTRADA LIBRE / Costo por ticket de tómbola: S/.5 / De 2 a 8 pm.

miércoles, 1 de octubre de 2008

Día 0

Hoy, como todos los días, me levanté temprano. Como todos los días me bañé y como todos los días tomé la misma combi que me llevaba hasta la agencia. Cuando llegué, me puse a entrenar a la chinita que ocupará mi lugar. Luego anduve rondando por allí y al cabo de una hora me llamaron de recursos humanos. Me dieron un cheque con mi liquidación. Era un cheque generoso. Lo miré sonriendo y luego me lo metí al bolsillo. Después de eso ya sólo me quedó despedirme de todos mis amigos y cruzar la puerta.

Ahí afuera hacía una mañana soleada. Ni siquiera me conecté el ipod. Caminé con mi cheque hasta el banco y lo deposité. Me sentía como Andy listo para irse a Zihuatanejo. Cuando el dinero estuvo seguro, fui por una cerveza a Vivanda. Ya que era mis última cerveza antes del período de recesión compré una Sapporo y una Flensburger. Abrí la Sapporo, guardé la Flensburger en mi bolso y entonces saqué unas hojas dobladas en las que había impreso Día Domingo, de Vargas Llosa.

Día Domingo es un cuento que está dentro de aquella antología Los cachorros/Los Jefes y que fue uno de los primeros textos que me hizo querer ser escritor. Trata de un par de amigos que se cagan por la misma chica y se desafían a chupar como salvajes y luego a nadar hasta la reventazón. Como el cuento sucede en Miraflores, mi plan era hacer exactamente la ruta que hacen Miguel, Rubén y el resto de "Los pajarracos" desde el bar hasta la playa.

La travesía empieza en Pardo cuando Miguel viene de caerle a Flora y ella le ha dicho que lo va a pensar. Miguel sabe que esa tarde Rubén también le va a caer así que va hasta el bar a impedir que Rubén salga de allí. El bar que mencionan queda junto al cine Montecarlo en Grau. Yo no encontré cine Montecarlo. Encontré el Teatro Montecarlo, y con la esperanza de que en el pasado ese hubiera sido el Cine Montecarlo y que alguna de las casas vecinas fuera el bar de los pajarracos, me recosté contra una pared y continué leyendo. Iba chupando mi Flensburger junto a ellos.

Cuando por fin todos estábamos bien borrachos y llega la parte en que estos salvajes se desafían a bajar al mar y ver quien es mejor nadador, me puse de pie y me eché a seguirlos. Bajamos nuevamente por Pardo, luego seguimos por Diagonal y finalmente descendimos por aquella empedrada bajada a los baños. Terminé de leer el cuento sentado entre las húmedas piedras de la orilla. Luego me metí unas cuantas piedras al bolso y regresé al parque.

Por la tarde la he pasado aún mejor

Y la noche promete porque he comprado Dr Strangelove
y An american werewolf in London.


Hoy de verdad es el primer día del resto de mi vida.




Quería agradecerles de todo corazón a ustedes que vienen a ver mi blog. Me alegra mucho siempre leer sus coments y espero que no piensen que soy un baboso porque nunca los contesto acá mismo. En el futuro con suerte contaré con más tiempo y espero poder devolverles las visitas.


Por lo pronto, voy a darme unas vacaciones de un par de semanas y ver que se siente no hacer nada de nadaaaaa. Ya les cuento.


Ta lueguito salvajes


=D

martes, 30 de septiembre de 2008

Día -1

Hoy es mi último día de trabajo en la agencia. Hoy es mi oportunidad de convertirme en Lester Burnham.

lunes, 29 de septiembre de 2008

Día -2

Ayer a mi tía se le han caído las tablas de su cama. Hemos tenido que sacar el colchón y ponerlo en la sala mientras acomodaba las tablas. Al regresar el colchón, le hemos dado sin querer al escritorio y el niño italiano de porcelana que colgaba del monitor se ha caído. Lo he visto balancearse. Tiene todo el cuerpo de porcelana pero las piernas hechas de bluejeans. Como sus botas también son de porcelana, estas tiran de las piernas de tela y lo hacen moverse chistoso. Mi tía no podía verlo porque ella iba entrando de espaldas al cuarto pero yo lo vi. Vi su enorme cabeza inclinarse hacia adelante y jalar consigo el resto del cuerpo. Cuando hemos escuchado el impacto de la porcelana contra el parquet, mi tía se ha vuelto inmediatamente hacia el lugar que ocupaba el muñeco porque conoce sus tendencias suicidas. Cuando no lo ha visto ha dicho OHHHHHHH Nooooooo!!!.

Después de poner el colchón sobre la cama lo ha ido a recoger. El impacto había sonado fuerte pero cuando lo puso de nuevo sobre el monitor vimos que sólo había salido volando la visera de su gorro. Igual me mi tía no paraba de decirr Pobrecitooo! OHHH Pobreee! - No llores - le dije - ya ves que ningún órgano vital ha resultado comprometido. Luego he ido por el super glue y le he vuelto a poner el gorro. Ha sido muy fácil y rápido, pero todo el super glue me ha caído sobre los dedos y he pasado el resto de la noche quitándomelo con agua tibia, perfume, cortauñas, una máquina de afeitar, limas y crema humectante.

Hoy por la mañana al entrar al cuarto de mi tía, ya no he visto al niño sobre el monitor sino en la parte baja del escritorio. Supongo que mi tía lo ha puesto ahí de castigo. Él por lo menos, tiene cara de no querer volver a intentarlo.

Día -3

Hoy fui a la feria de la ventana con los chicos de Heridita. Al principio me dio la de siempre y me puse idiota y no quise recitar en público. Lo que pasó fue que me dio pánico escénico porque me encontré con un montón de gente de la agencia. Estaba M la rubia loca, y estaba la chica para la que escribí este post de mi viejo blog. También andaban por ahí N, R y una vieja amiga de Talara. Había demasiada gente y eso generó en mi un completo estado de shock así que hice que me quitaran de la lista.

LUego el vino hizo su trabajo e hice que me devolvieran a la lista. Pero no fue sólo el vino. También recordé aquel texto en que Iván habla de Valdelomar y de cómo este tipo ponía el propio cuerpo para salvar a su obra. Ya saben, dicen que fue él quien en medio de una gran juerga dijo: "El Perú es Lima, Lima es el Jirón de la Unión, el Jirón de la Unión es el Palais Concert y el Palais Concert soy yo". Digamos que quien dice eso no puede ser más que un completo cretino. Pero si uno lee a Valdelomar se da cuenta de que no es nada pretencioso en su obra. Talvez era un cretino en su vida real para no tener que serlo en sus cuentos. Eso es por lo menos lo que dice Iván y a mi me pareció muy paja. Entonces pensé: Ok, que mierda con el ridículo, leeré lo que he escrito. Me joderé yo para salvar mi poesía.

Después que Kara terminó de leer Exposición 2, me pasó el micrófono y leí dos poemas sobre el alcohol. Uno se llama "es tan divertido ser un alcoholico" y el otro se llamaba "alguien que estaba muy borracho". Cuando terminé de leer, fui hasta mi sitio y un tipo me agarró por el cuello y me dijo: "Si tuviera un hacha, te mataría". Era Ed Hibert, o más bien Carlitos, el tipo que dibuja a Ed Hibert, una de mis tiras cómicas favoritas. Como agradecimiento a su osadía le regalé el papel con el poema que acababa de leer.

Al final, con toda la gente nos fuimos a beber vino en caja en el acantilado de Barranco. Los policías nos botaban de cada esquina de malecón que tomábamos así que íbamos movilizándonos como nómades alcohólicos. Terminamos en un sanguchería de Nicolás de Piérola comiendo sanguches de pavo y de pollo.

Acabo de llegar a casa y me he acordado como hace una hora estaba echado en el grass del malecón mirando el cielo desestrellado de Lima y bebiendo vino. Recuerdo que dije: "...aunque no tenga estrellas", que era una parte de mi poema. Yo no sé si fue porque reconocieron el poema pero Sandra y Kara sonrieron.

Talvez sea el vino y el aire del malecón
Talvez sea la hierba de mala calidad
Pero creo que estoy enamorado de mi vida.



bueno, esto fue lo que leí:



es tan divertido ser un alcohólico

es tan divertido ser un alcohólico y llevar vidrios rotos en el esófago
y es más divertido aun ser un alcohólico
y caminar por Pardo como si fuese Quilca
y sentir que Lima es una ciudad maravillosa
aunque no tenga estrellas
aunque no me dejen entrar al baño de mc donalds
aunque she’s got a ticket to ride

es tan divertido ser un alcohólico y caerse
como se caen las aves de Máncora dentro de una ola
y nacen dos segundos después con un pez en el pico
cuando uno ya las creía muertas

es tan divertido ser un alcohólico
y que la palabra mapa esté presa en una manicomio
junto con los cuadrados, las horas
y la muerte - en su celda de agua

es tan divertido hablarle a tu gato,
o besar a tu madre
dormirse en un parque
robarse una estatua

es tan divertido entender





alguien que estaba muy borracho


Cuando tenía catorce
sabía tocar el piano
nunca me sentaba adelante
pero tampoco demasiado atrás
jugábamos al fútbol, estudiábamos
y un día
alguien que estaba muy borracho
dijo que yo lo conseguiría
me dijo – muchacho
todos andamos en busca de algo
pero la mitad de esta gente preferirá
pasar la vida comiendo cemento
antes que los vean echar un ojo al cielo
Y yo le creí
Salí de aquel lugar por la ventana
hacia la noche de Lima en 1998
convencido de ser una lluvia de fuego
presta a caer sobre la ciudad

Diez años después
estoy en las gradas de una iglesia
con una guitarra que he olvidado como tocar
llevo un tigre muerto por corazón
y la gente que me besa en la boca
sale huyendo como si hubiesen besado a un pájaro
diez años después
mi hermana entra al cuarto y me dice que la acompañe a almorzar
pero no hablamos, ni reímos
comemos como si lo que hubiese en nuestros platos
fuese una cascada invisible de silencio
que sube hasta nuestras bocas
y enfría nuestras manos

Diez años después
tengo cien discos más en el estante
pero ninguna canción favorita
y tengo cien libros más
pero ya no los releo compulsivamente
en las gradas de los supermercados
ni la gente se detiene a mirarme
como si sobre mi cabeza tuviera lugar
un incendio majestuoso

No recuerdo mucho de todo aquel camino
recuerdo algunas cosas
como que a los veinte ella me dejó
recuerdo haber huído tan lejos que llegué hasta una ciudad
de la costa del Atlántico donde el sol
era una esfera verde y rosada
que se alzaba sobre el mar a las seis de la mañana
mientras nosotros los borrachos volvíamos a casa

Conocí a un chico que dormía en la calle
y a una anciana que había perdido el juicio
conocí a un hombre que venció a la muerte
y bailé con una tipa que a mitad de la canción
resultó ser un tipo con muy buenos implantes
trepé algunos cerros
dormí en varios hoteles
perdí tres pares de lentes amarillos
y creí ver a Dios en más de alguna estación de metro

Después volví a Lima y me convertí en un tipo decente
trabajé ocho horas
ocho días
ocho años
hasta que finalmente un día
aquel fuego ya no estaba conmigo
y si salía y estaba lloviendo
ya no crecía en mi garganta
aquella bola de sangre caliente
que me obligaba a escribir como un poseso
Caminaba defrente
y sin mirar a nadie
pisaba plantas, cines y catedrales

una chica vino a verme desde muy lejos
cogió un plumón y escribió Te adoro en la pared de enfrente
porque sabía que me gustaba aquel poema de Eielson
Diez minutos después yo estaba
rompiéndole el corazón en un parque cercano
ella huyó y yo sin querer
fui acostumbrándome a todo aquello
como si una lámina plástica de indiferencia
fuese vertiéndose sobre mi alma
ya nada me importaba
y aviones gigantes podían pasar entre mi pecho
sin siquiera rozar las paredes

y así es como he vivido durante todo este tiempo
y talvez, pienso yo
no sería tan duro
si de vez en cuando alguna noche como esta
echado en mi cuarto
no viniera todo de golpe a mi
y al sentir un brinco entre los pulmones
como un animal herido
tuviera que salir corriendo de casa
con lágrimas en los ojos
a rasparme los nudillos contra las paredes de ladrillo
recordándola a ella
gritando por las calles
reclamando mi corazón entre los autos
recordándome de veinte años y con el cabello largo
viendo nuevamente la carretera infinita de América del Sur
desde un ómnibus con los vidrios empañados
pensando en todas aquellas horas dentro de una oficina
y en las noches sin sentido en bares de buena y mala muerte
recordando a mi padre y a mi madre
a todos mis amigos
pero recordando sobre todo
a ese alguien muy borracho
y tratando de comprender
qué mierda había querido decirme
aquella noche de 1998 cuando se me acercó
y me dejó para siempre con la sensación
impresa como un estigma
de que yo era
un maldito ave fénix
una ciudad de piedra emergiendo de la tierra
la canción que haría famosa a cualquier banda de rock



.

domingo, 28 de septiembre de 2008

Día -4

Ayer por la mañana Karen me invitó al cine. Era una función especial y por eso era de día. Los cines no abren de día porque de día la gente anda trabajando o haciéndole huecos a las pistas. La gente en cambio va de noche al cine porque no se le ocurre otra cosa mejor que hacer. Por eso es que las películas son tan malas. Podrían estar poniendo un documental sobre los cocodrilos o aquel infomercial de los cuchillos que cortan zapatos e igual habría cola para el popcorn y todo. Sólo somos una gran masa de lemmings desconcertados tratando de evitar el final.

La película que vimos también tenían un guión asqueroso pero al menos la pasaban en 3D y te daban esos aparatos con un lente azul y uno rojo. Vimos a un escarabajo gigante apuntarnos con sus antenas. La sala estaba llena de niños con sus mamás. Estaban los niños, las mamás y nosotros dos.

Al salir del cine fuimos por unas cervezas y al mediodía se nos unió Pepe y bajamos a La Herradura por un ceviche. Cuando la cerveza hizo su efecto tratamos de convencer a Pepe de que casarse era la peor idea que había tenído en muchos años.

Luego Pepe se fue y estuve todo el día con Karen. Por la noche cuando ella también se fue, me puse a ver la película que me había dejado: Factotum. Es una película en la que MAtt DIllon interpreta a Henry Chinasky, el alterego del escritor Charles Bukowski. En la película básicamente no pasa nada que no le pase a un tipo que intenta hacerle frente al trabajo, la cerveza, los caballos y las mujeres locas. Puede resultar hasta aburrida si estás acostumbrado a los grandes dramas pero a mi me gustó bastante.

A veces cuando intento explicarle a la gente porqué he dejado mi trabajo para escribir, siento que soy una de esas películas que nadie entiende. Es como cuando L vino y me dijo: Quiero dejar mi trabajo y dedicarme a críar hongos para hacer yogurt casero. O cuando Pepe me dijo que iba a casarse. Supongo que yo tendría que convivir con esos malditos hongos del yogurt o con la novia de Pepe unos meses para saber de qué rayos me están hablando.

Fácil lo que sucede es que las cosas que a uno le gustan de verdad son como aquellos chistes privados que tienes con alguien y que nadie más entiende. Como en aquel cuento de Salinger en que una chica recuerda una vez en que se torció el tobillo y que su chico le acariciaba el tobillo y le decía "pobre Tio Wiggily". El chico del cuento muere, me parece que en la guerra, pero años después está allí esa tipa borracha recordando que él había llamado a su tobillo "Tio Wiggily" mientras lo acariciaba y eso le hacía una gracia y ternura tremenda.

Talvez por el hecho de que yo siempre ando sobredimensionando las cosas, parece que todo este asunto de dejar el trabajo para escribir se ve como una gran hazaña, pero para serles sinceros, probablemente nunca he hecho nada tan fácil. La literatura, es mi chiste privado.

Cuando estaba renunciando frente a la gerenta general yo veía su oficina y no tenía ningún libro en sus estantes. Ni siquiera la antología de Mujeres Alteradas de Maitena que le regalé una vez en un intercambio navideño. Me preguntó que a qué agencia me iba. Le dije que a ningún lado, que me iba a escribir. No parecía entender que yo estuviera dejando un prometedor futuro en la publicidad para ponerme a escribir. ¿Cómo podía entenderlo si no tenía ningún libro en sus estantes?. No pretendí que lo entendiera. Me paré y salí de aquel lugar. Yo lo entendía. Entendía a Salinger. Entendía a Chinaski. Entendía a todos mis amigos escritores y las largas noches frente al teclado. Etendía las películas en las que nunca pasa nada, entendía Factotum. Entendía el extraño chiste de la hoja en blanco y el tiempo libre para llenarla. Entendía el poema al finald e la película. Claro que lo entendía. Yo por lo menos lo entendía. Y eso era más que suficiente.

Pobre Tio Wiggily.




el poema al final de factotum:
(charles bukowski)


si vas a intentarlo, ve hasta el
final.
de otro modo, no empieces siquiera.

si vas a intentarlo, ve hasta el
final.
tal vez suponga perder novias,
esposas, parientes, empleos y
quizá la cabeza.

ve hasta el final.
tal vez suponga no comer durante 3 ó
4 días.
tal vez suponga helarte en el
banco de un parque.
tal vez suponga la cárcel,
tal vez suponga mofas,
desdén,
aislamiento.
el aislamiento es la ventaja,
todo lo demás es un modo de poner a prueba tu
resistencia, tus
auténticas ganas de
hacerlo.
y lo harás
a pesar del rechazo y las
ínfimas probabilidades
y será mejor que
cualquier otra cosa
que pudieras imaginar.

si vas a intentarlo,
ve hasta el final.
no hay sensación
parecida.
estarás a solas con los
dioses
y las noches arderán en
llamas.

hazlo, hazlo, hazlo,
hazlo.

hasta el final.
hasta el final.

llevarás las riendas de la vida hasta
la risa perfecta, es
la única lucha digna
que hay.

sábado, 27 de septiembre de 2008

Día -5

Ayer por lo noche cuando todos se fueron de la agencia y me dejaron solo, recibí un mensaje de Mari preguntándome si ya había empapelado la oficina como el mundo mario bros. Yo ya estaba a punto de largarme a recorrer Miraflores con una chela para celebrar mi último fin de semana dentro de la agencia, pero finalmente he decidido quedarme a imprimir y recortar tortugas tamaño A5 y pegarlas por toda la oficina. Claro que mientras iba recortando cuidadosamente sus caparazones todos pixeleados ahí solo en la oficina, me acordaba de un cuento de Sebastián Wilhelm sobre un tipo que recorre el mundo coleccionando banderitas de esas que ponen en los helados.

Al final dela jornada, he contado 28 tortugas. Hay unas que están bajando la escalera, algunas dando vueltas sobre los lockers y otras escondidas atrás de las mac. Hay de las verdes y de las marrones. A razónde 4 minutos por calada de tortuga debo haber pasado alrededor de un par de horas recortando a esos bichos y ya no he ido a celebrar nada.

Parado en la puerta de la oficina mirando todas mis tortugas he recordado el final del cuento de Sebastián:

"Y a veces, cuando estoy así, solo, pasándoles la carlina húmeda, en silencio, pensativo, cuidando y admirando mis banderitas, mi mente se relaja y no puedo evitar reflexionar ¿No seré medio boludo yo?

jueves, 25 de septiembre de 2008

Día -6


prometo no volver a abandonar mi bicicleta


ni dejarme atrapar por la rutina


prometo, aunque me llamen pacharaco
tratar de ser un tipo original


Y como dicen los brasileros

.
.
.

Que se joda el mundo


yo no me llamo Raimundo!




alaosss

.

miércoles, 24 de septiembre de 2008

Día -7

Ayer durante casi todo el día, tuve un extraño dolor de cuello que ni los masajes de Jenifer (mi diseñadora bitter), ni los de Carla (mi ejecutiva de cuentas) lograron aliviar. Tampoco hizo efecto la siesta bajo mi escritorio después de almuerzo, ni la media docena de tazas de manzanilla que tomé a lo largo de la tarde. Cuando por la noche llegué a casa, mi tía me pasó un misterioso aceite que olía rico pero que tampoco calmó el dolor. Completamente agotado de recursos y a punto de rendirme, fue que opté por darle curso a un poco de marihuana que tenía abandonada y ver si con eso se me relajaba el esternocleidomastoideo.

Apesar de que mi tía y mi hermana ya estaban dormidas, igual cerré la puerta de mi cuarto y salí a mi ventana. Hacía una noche bonita y me fumé el wiro tranquilamente mientras miraba al guachimán dormido en su caseta. Algunas de las cenizas que soltaba caían largo rato encendidas y se apagaban recién a la altura del segundo piso. Era algo digno de verse. Al rato, como no tengo mucha experiencia roleando wiros, la huevada se hizo una desgracia y cayó desarmada al patio del edificio. Entonces me fui a mi cama y apagué la luz. Igual, ya había sido suficiente. Me tapé con mis colchas de tigre. Al principio me sentí bastante adormecido y feliz. El dolor seguía allí, pero era como un sonido lejano. El rebote constante del mar contra las rocas.

Y bueno, a todo esto, ya estaba a punto de quedarme dormido cuando de pronto he recordado lo de las combustiones humanas espontáneas. No sé que me ha dado por allí. Ya saben, no existe un video ni pruebas rotundas de aquello, pero hay gente que afirma haber visto a sus hijos o vecinos ser consumidos por una llama de fuego que salió repentinamente de su propio cuerpo. Se supone que la cosa sucede en segundos. De pronto estás allí y de pronto eres sólo un par de piernas y un poco de cenizas sobre el sillón. Hasta da risa supongo. Parece un chiste. Pero es que es así.

A veces cuando uno fuma hierba todo parece un chiste. A veces también cuando la hierba no es de buena calidad todo te pone paranoico. Aunque sean cosas tan inéditas como la combustión espontánea. Ayer después de la marihuana, el dolor de cuello había desaparecido. Pero allí seguía yo, a las dos de la mañana, echado sobre mi cama con los ojos bien abiertos y rogándole a la Virgen que me tuviera paciencia y que mi cuerpo no ardiera en llamas antes de el amanecer.

martes, 23 de septiembre de 2008

Día -8

Me he dado cuenta que últimamente, escogiendo lapiceros, soy como esas viejecitas que se paran media hora frente a los limones y van tocándolos de uno en uno antes de meterlos a la bolsa.

Mi tía también me ha enseñado a escoger limones. No crean que no sé que el asunto tiene su arte. Hay que apretarlos un poquito para sentir su rugosidad y consistencia. Y no sólo eso, claro. El color también juega su papel. Los verdes oscuros por ejemplo, son duros y no tienen mucho jugo. Los que están muy amarillos y tienen la cáscara delgadita son riesgosos. Es cierto que son los más jugosos, pero si se te confías te puede tocar alguno agrio y eso es suficiente para echar a perder el ceviche o la limonada. Los limones son como los humanos y se comportan como bestias cuando andan en manada. Si uno está podrido, lo más probable es que sea ese el que contagie al resto y no el resto el que lo reforme a él. De preferencia hay que buscar los verdes claritos que se ponen amarillos sólo cuando los aprietas. Esos son los que garantizan una buena mueca retrolingual.

Yo creo ser un buen escogedor de limones. La verdad es que soy el terror de las viejecillas que esperan detrás de mi para llenar su bolsita. Pero creo que con lo de los lapiceros me supero con roche. Puedo pasar como las huevas, de veinte a treinta minutos frente a la góndola de útiles. Antes podía escribir con un pedazo de carbón y no me importaba. Supongo que es porque casi nunca escribo a mano salvo para apuntar cojudeces. Pero como últimamente me pongo a dibujar a la chica del post-it y otra sarta de bichos para no prestar atención al cliente, como que le he tomado importancia al asunto. Además Karen me trajo de EEUU un lapicero de Napoleón Dinamita y eso cambió mi vida. Conocimiento es infelicidad. Una vez que tuve aquel lapicero con los dibujitos de Napoleón (por ejemplo aquel bicho que es mitad león y mitad tigre), ya me siento tela dibujando con cualquiera de esos lapiceros de merchandising que caen por la agencia.

Ahora siempre llevo en la mochila cuando menos dos lapiceros y un lápiz. El último que compré era un Power Ball Stabilo. Una maravilla. Era el Nureyev de los lapiceros. Pa acá y pa allá iba con el jodido Power Ball hasta que alguien me lo pericoteó. Entonces descubrí el Color Gel 208 Stabilo que es el que tengo ahora. La tinta no es tan líquida sino más bien gelatinosa. La bolita del lapicero gira con tan poca fricción que más que escribiendo uno siente que está poniéndole aceite encima a una chica calata.

De sólo pensar que este vicio mío por los lapiceros acaba de comenzar, y que aún me faltan explorar el mundo de las plumas, las estilográficas, las portaminas y las nuevas pastruladas con las que me salga Faber Castell o Stabilo, me da una cosa que se me eriza todo el pellejo de la emoción y pongo cara de haber chupado limones mal escogidos.



PD. Este post está dedicado a mi amigo Nelson que hoy cumple años y que además es un excelente escogedor de limones y preparador de ceviches y chilcanos. Cuélgate un limón al cogote pes desgraciao así como les ponen a los perros con moquillo para que te cures de la gripe y poder celebrar pronto =D