viernes, 19 de diciembre de 2008

algunas líneas sobre Andrés Caicedo

Hoy por la mañana terminé de leer "El cuento de mi vida" de Andrés Caicedo. Mi amigo Ricardo (a quien algún tiempo atrás lo llamábamos el necropedozoofílico por ciertas leyendas urbanas que espero no sean del todo ciertas) lo mencionó el lunes mientras caminábamos por la feria. Yo me hice el huevón porque nunca había oído de Caicedo. O no lo recordaba. Ahora ya me di cuenta de que también Karen escribió algo sobre él en su blog, hace un mes cuando se trajo uno de sus libros de Colombia. Andrés Caicedo era colombiano. De Cali.

El cuento de mi vida, son extractos de su diario y algunas cartas a amigos, a su madre, a sus hermanas y a su novia Patricia.

Andrés Caicedo se suicidó a los veinticinco años y las últimas dos cartas que aparecen en el libro las escribió horas antes de matarse. Lo raro es que a mi parecer, ninguna de esas dos cartas delata la intención de un suicidio inmediato. Es más, en la primera carta, Andrés hace planes a futuro, como enviarle su libro "¡Que viva la música!" (cuyo primer ejemplar acaba de recibir esa mañana!) a un amigo suyo. La segunda carta, que es la que está dirigida a Patricia, es una carta un poco desesperada pues ella acaba de largarse de casa y Andrés no la encuentra por ningún lado. De todas formas aunque dice cosas fuertes como que quiere dejar de hacerle daño o que quiere celebrar la publicación de su libro nada más que pasándola allí con ella, no es una carta terrible ni la carta de un suicida. O eso es lo que a mi me parece. En todo caso, ¿cómo son las cartas de los suicidas?.

Me estaba preguntando ¿qué habrá pasado por la cabeza de Andrés desde que escribe esa carta hasta que decide matarse? Imagino que no encuentra a Patricia o se da cuenta de que no va a volver. En las últimas líneas de la carta dice: "Si no puedo vivir sin ti llevaré, supongo, una especie de anti-vida, de vida en reverso, de negativo de la felicidad, una vida con luz negra."

Luego agrega: "Pero brilla el sol, tú puedes estar cerca. Ahora salgo a buscarte. Amor mío"

Me gusta aquello de "pero brilla el sol, tú puedes estar cerca". Creo que es porque a pesar de que en sus cartas y su diario no falta toda aquella autodestrucción juvenil, los cigarrillos, las fiestas y los hongos alucinógenos, creo que el libro en general está dominado más bien por una sensación cotidiana y de movimientos regulares, como si Andrés simplemente quisiera que le dejaran solo en cama, oyendo discos.

Es raro que justo un libro como este, me haya hecho pensar nuevamente en mi viejo plan de dejar las drogas y el alcohol por un tiempo. Sé que no es un buen momento. Ya casi es navidad y luego viene el año nuevo, pero da igual. Estoy un poco harto de la sensación de vacío que me deja el alcohol por las mañanas y que incluso suele apoderarse de las tardes. Quisiera un momento de sobriedad. Me refiero a que últimamente no necesito escapar de nada. Por ahora, todo lo que me rodea, (a excepción de la gente comprando en manada y aquel horrible disco navideño de Luis Miguel) me hace sentir bien. Sólo necesito un poco de paz. Y escribir.

Alguna vez pensé que iba a escribir un libro sobre un alcohólico, algo así como Bajo el Volcán de Malcolm Lowry, salvando las diferencias por supuesto. Ahora todo aquello ha perdido sentido. Cuando aquella historia se me empezó a escapar hace uno o dos años, me sentí muy mal. Ahora siento que de haberla escrito talvez hubiera sucedido igual que con las borracheras: la hubiese escrito delirantemente y luego al leerla por la mañana no le hubiese encontrado alma. Supongo que ya no soy aquel tipo.

El treinta y uno de diciembre, mi prima Sandra se va a ir de viaje a Cali en un intercambio de doctores entre Perú y Colombia. ¿Será posible tanta coincidencia?. Hoy la vi y ya le encargué un ejemplar de "¡Que viva la música!".

Pero aún tengo que esperar hasta marzo,

así que será mejor que me vaya a dormir.


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