domingo, 17 de marzo de 2013

SERIAZO

Hoy ha venido a despedirse mi portero "HEY JOE". Ahora que nos hemos vuelto amigos ya sé que se llama José; pero, como lo he convertido en mi personaje literario, aquí seguirá siendo: HEY JOE. Bueno, la cosa es que HEY JOE vino a despedirse porque empieza el colegio nocturno y ya no puede vigilar el edificio ni jugar golpeado conmigo en las madrugadas. Pasa a 3ro de secundaria. Igual que yo cuando vine a vivir a Lima. Solo que él no tiene 13 años sino 20. ¿Qué te enseñan en el colegio? le pregunto. Cosas pe' -dice mientras revisa su facebook en mi pc. Pero ¿qué cosas pe'?, cuéntame. -De los incas, de los hermanos Ayar -dice. Ahhh, a uno de ellos lo encerraron en un cerro ¿verdad? Sí -me dice y continúa- Oe pero ¿eso es verdad?. -Son leyendas- le digo recostado desde mi sillón mashmelowforme. Sí pe' -asiente- entonces ¿pa' qué los engañan así a los chibolos? tsss. Me río y saco de mi librero el primer tomo de Los comentarios reales de Garcilazo; pero antes de poder decir algo Hey Joe le da play a la música que ha bajado a mi pc. Es rap. Pero "Rap con conciencia" -dice, moviendo la cabeza como una paloma. SERIAZO ¿NO? -Hey Joe dice "SERIAZO" cuando quiere decir que algo está de puta madre. Yo dejo el libro y también empiezo a mover la cabeza al ritmo del rap ¿Qué chucha hago escuchando rap? pienso. Pero no le pido que lo apague porque esta música tiene en él el mismo efecto que alguna vez tuvo en mí Silvio. ¿SERIAZO, NO? Este cantante es viejo -me dice -Tiene como tu edad. Pala mierda. El rapero en realidad es menor. "nací en el 82" dice en su canción. Yo nací en el 79. La puta. Al menos los smashing le escribieron una canción a ese año. Le pregunto a Hey Joe dónde vive, dónde queda su colegio. En su facebook ha puesto que nació en Brooklyn como Tony Danza. El pendejo vive en Carabayllo. Km 22. Yo no conozco. ¿Y esa zona es brava? le pregunto. No -dice. ¿Dónde es bravo? quiero saber. El Km 24. ¿Qué hay allí? El fin del mundo-me cuenta. SERIAZO -confirmo. Antes de irse vuelve a pedirme que le regale mi perfume (ha visto que tengo 2 botellas del mismo). No -le digo- si te la pones luego nos van a confundir. Además ya te regalé una. Esa huevada de perfume dura cinco minutos -dice y se caga de risa. Entonces doy comienzo a nuestro ritual de despedida que consiste en cogerlo del pescuezo y arrojarlo por mi puerta como a Jazz en El príncipe del rap. Mientras lo veo irse por el pasillo me pregunto si lo echaré de menos. Entonces cierro la puerta y vuelvo a mi pc. Le doy play al rap. Muevo la cabeza como una paloma. SERIAZO -pienso.

sábado, 16 de marzo de 2013

dios

Cuanto tenía 5 años, el Papa vino a visitarnos a Trujillo. Alguien me llevaba en brazos, tal vez mi mamá, tal vez alguna tía. Nos abríamos paso entre una multitud que corría frente a la Universidad Nacional por una avenida que ahora se llama Juan Pablo II. Eran miles de personas. Yo no entendía bien qué pasaba pero como todos estiraban el cogote en la misma dirección, supuse que alguien importante se aproximaba. Tal vez Dios. Entonces, sobre un carro blanco, pasó un señor muy viejito que nos sonreía y nos saludaba cariñosamente bajo su enorme gorro blanco. Creo que yo también le sonreí y lo saludé. Luego nos fuimos a casa.

También recuerdo que por esa época vino a visitarnos un circo y fuimos a ver el desfile. Esta vez era mi papá quien me llevaba en brazos. Había mucha gente también. Entonces, montado en otro carro, vimos a un señor celeste que nos sonreía y nos saludaba cariñosamente bajo un enorme gorro blanco. Todos los niños corrían hacia él. Tal vez este sí era Dios. Recuerdo que mi papá corrió conmigo y logramos tomarnos una foto juntos. Luego nos fuimos a casa. Recuerdo ambos paseos con cierta alegría, pero por supuesto no entiendo todavía por qué corríamos atrás de aquellos señores de gorro blanco. Ni si alguno de ellos era Dios.


lunes, 4 de marzo de 2013

historia de un sapo

En las casas de las abuelas siempre hay objetos extraños. En casa de mi abuela había un sapo disecado con un traje de ballet. No era un juguete. Era un sapo de verdad. Un sapo que alguna vez había vivido en un estanque y al que habían sacado todas las entrañas para rellenarlo con algodón. Pero no les había bastado con eso. Le habían puesto además un tutú rosado, y sus esbeltas y verdes ancas se estiraban imitando las piernas de Rudolf Nureyev. Clavado a una tablita de madera, aquel pobre sapo esperaba por la calificación de los jueces. Yo no sabía nada de ballet pero a mi parecer el puto anfibio se merecía un 10 10 10 solo por el esfuerzo. Mi tía Mary lo había hecho en su colegio. Años después yo también tuve que diseccionar un animal en clase de biología pero nunca me pidieron que hiciera una escultura con él. Había podido llevar un cuy, pero nunca conseguí el cuy así que llevé un bellísimo conejo blanco y la chica que me gustaba -que amaba los conejos- me odió cuando el profesor se llevó al bicho de las patas y de un karatazo en el cogote lo mató. Luego no me quedó más que abrirlo, verle las tripas llenas de hierba y anotarlo todo en mi cuaderno mientras aquella chica me descuartizaba con la mirada. ¿Cómo habría sido para mi tía Mary con su sapo? Cuando yo nací, los siete hermanos de mi madre eran apenas niños que rondaban la pubertad y Mary era la menor de las chicas. Con mis tíos pude jugar, pues la adolescencia de un hombre se parece mucho a su niñez, mientras que la de las niñas es casi ya una bienvenida a su vida de mujer y, por tanto, ellas fueron más mis segundas madres que mis compañeras de juego. Y sin embargo, aquel sapo de mi tía Mary ejercía sobre mí una fascinación mayor que todos los soldaditos de mis tíos. Una fascinación llena de interrogantes ¿Para qué se disecciona un sapo? ¿Para qué se le pone un traje de ballet? ¿Por qué ciertas cosas huelen a formol? ¿Qué piensa un grillo antes de entrar en la boca de un sapo? ¿Bailan alguna vez los sapos? Y además… ¿no había ya una canción sobre esto?