domingo, 30 de abril de 2017

el fusil del poeta es una rosa

¿Qué hora era? ¿Qué hacíamos ahí? ¿Por qué ese bar siempre nos abduce como una nave nodriza? En el baño me topé con un chico que meaba mientras con la mano libre sostenía una rosa. No era uno de esos raquíticos botones con que los niños pobres coaccionan a los amantes clandestinos. Era una gran rosa roja como robada de un cuento de Oscar Wilde. Al parecer se había negado a dejarla en la mesa y se sostenía de ella igual que un borracho abraza un poste de luz. El chico se desvanecía sobre las mayólicas del baño pero la rosa seguía firme y era casi un fusil que velaba por él como en la canción de Chabuca Granda. ¿Quién se la habría dado? me pregunté. Qué rosa más bonita. Después bajé la vista a mi urinario y vi que el chorro que escapaba de mi cuerpo caía sobre una figurita del álbum de Batman. Adherido al desagüe, Batman discutía con el Guasón bajo la lluvia ácida. ¿Qué tan probables son objetos como una rosa y una figurita de Batman en el baño de un bar? Eso me hizo pensar en algo que escuché el otro día en el programa de Bill Nye que me dijiste que mirara. Un científico dijo que si lanzábamos algo al espacio las probabilidades de que se topara en su camino con un objeto estelar eran casi inexistentes. Dijo que nuestra idea de que el Cosmos está lleno es solo una ilusión -como todas las cosas en las que hemos puesto nuestra confianza-. De pronto levantamos la vista al cielo y nos parece que las estrellas vivieran todas en el mismo barrio. Pero no es verdad. Las distancias entre una y otra son insalvables. Lo mismo que pasa algunas noches con la gente en un bar. Vas hasta la rocola, te abres paso para pedir una cerveza y tu hombro roza otros hombros. Tu pupila es disparada como un meteorito contra otras pupilas. Y la colisión nunca tiene lugar. Ves a un chico borracho sostener una rosa en el baño del bar. Cambias diez soles para tener monedas para canciones. Estás bailando con la chica que lleva pájaros de colores sobre el vestido. ¿Qué pájaros son? Creo que son faisanes. Quieres tener los ojos abiertos pero los cierras. Quieres decir algo más pero te callas. Las ondas de sonido necesitan de materia para desplazarse. Cuánto te costó comprender eso en el colegio. Comprender que un grito viajaba más rápido a través de una pared que del aire. Ahora atraviesas el resto de la noche en silencio como un cometa. Tu larga cola de ganas te persigue y va lamiendo bocas, ojos, paredes, enchufes, el fondo de los vasos. Tu larga cola de ganas se sube al taxi contigo y se sube al ascensor contigo y al llegar a casa se sube a la cama contigo y te envuelve como una crisálida. Sueñas con ella y con el chico que columpiaba toda su borrachera de una rosa. Sueñas con los pájaros de colores. Sueñas con la selva y el universo. Y antes de que las compuertas de tus ojos terminen de cerrarse, deseas que todos los científicos del mundo estén equivocados. Que todo objeto lanzado hacia la noche colisione con algo AT SOME POINT IN TIME. Porque prefieres la destrucción masiva al interminable viaje en el vacío. Porque siempre te resultó más fácil dormir con ruido que en silencio. Y porque te enseñaron desde pequeño que para que lo bello siga siendo bello debe tener la efímera duración de una canción bailada al pie de una rocola, o de una rosa que parece sostener el corazón de un muchacho para siempre, antes de dejarlo caer al suelo.

jueves, 20 de abril de 2017

Podría nadar

Llevo 20 días viviendo en una cáscara de nuez. La metáfora se la he robado a Hawking que decía lo mismo sobre el Universo. Pero es que la guarida de todo humano -por más pequeña que sea- es un vasto cosmos. Y yo me acabo de mudar. Desde mi ventana veo mi calle que tiene 2 floripondios, un puesto de emolientes y una iglesia adventista del séptimo día. Por ahora mi depa es un agujero negro. Pero estoy tratando con todas mis fuerzas de convertirlo en un Big Bang. Ayer vi una foto del corazón de un agujero negro en el instagram de la NASA. Para que veas que no solo stalkeo tu instagram, ctm. No era negro. Era de colores. Era como si el universo estuviera preparando un jugo surtido. El corazón de mi casa nueva es un foco rojo que compré en Sodimac y que también cambia de colores con un control remoto. Es rojo cuando quiero que la casa parezca un burdel y azul cuando me acuerdo de ese cuento de García Márquez que se llama La luz es como el agua. Gonzalo está enojado porque a él se le ocurrió primero lo de poner un foco rojo en su cuarto. Todavía no entiende que somos como Porcel y Olmedo y debemos permanecer unidos. Salvo por ese foco rojo y mi colchón y mi bella planta carnívora, el depa está vacío. Cuando pongo una canción -digamos la versión larga de Pictures of you- la casa vacía le hace eco y vibra y me devuelve la voz de Robert Smith como una avalancha. Además tengo un vecino que toca la trompeta. Se computa Chet Baker el puta y cuando cae la tarde te suelta la intravenosa de almostblue. Ayer subió mi vecina del 302 a decirme que se debía estar fugando el agua de mi casa porque le estaba empapando las paredes. Yo le dije que no era agua y que todo era culpa del trompetista del 401 así que fuimos a tocarle la puerta y terminamos chupando los 3 juntos hasta que se hizo de noche. No sabes lo que cuesta llenar un depa vacío. Decir aquí va este plato, aquí la celda de los recuerdos, aquí te espera esta almohada. Es como llenar el corazón de un agujero negro. Ya sabes que esas cosas pueden tragar planetas como quien se come una bolita de aguaymanto. Y escribo aguaymanto con cierta emoción porque no sabes lo que tardé en darme cuenta de que era una palabra compuesta. Y de lo bonita que era: Agua y Manto. Decía Luis Hernández: Nunca he sido feliz. Pero, al menos, He perdido varias veces La felicidad. ¿Qué pondré aquí? ¿Dónde puedo esconder este libro? ¿Volveré a ponerme este polo? La guitarra y los libros como boyas salvavidas al pie de la cama. Cierro puertas y ventanas. Digo adiós a los floripondios, los emolientes y los adventistas del séptimo día. Conecto la música. Mi casa nueva se va llenando de canciones como una pecera. Y yo podría nadar, pero prefiero flotar.

miércoles, 12 de abril de 2017

Estoy escribiendo junto a mi ventana cuando veo pasar a un moreno desnudo por mi calle. Ahora vivo en el cuarto piso así que lo veo nítidamente con todos sus músculos y protuberancias. Un gran tatuaje le cubre parte del pecho. La verdad es que no está completamente desnudo. Va en boxers negros. Pero tiene un cuerpo tan bien formado que parece calato aunque no lo esté. El hijodeputa viene de comprar el pan. Trae como 6 panes franceses en una bolsa plástica. La panadera se debe haber quedado loca, preparando baguettes a granel. El negro camina como si para cargar 6 panes franceses se necesitara usar todos los músculos del cuerpo. Yo, que esta mañana me he estado mirando al espejo orgulloso de haber perdido los kilos que me sobraban, ahora me siento desmoralizado. Pasa, pasa, negro ctm. Lo que me recuerda que hace unos días Sam me contó que estaba en un bar chupando con tres amigas y que vieron un moreno tan bonito que cuando él se cambió de bar tuvieron que seguirlo solo para poder seguir mirándolo. Csm. Oe, siempre que veo un negro fornido me acuerdo de esa escena de Gladiador cuando el comprador de esclavos está examinando a uno y le paletea las nalgas para probarlo, como quien tantea si un melón está maduro. Esta mañana desayuné medio melón, por cierto. Ahora mi planta carnívora está en la ventana esperando que caiga algún mosquito. Yo sigo escribiendo, atento a ver qué más pasa por mi calle.