martes, 24 de diciembre de 2013

Cartas a Papanuel


Esta navidad del 2013, mi amiga Carmen que anda un poco loca, convocó entre sus contactos de FB a un concurso. Se trataba de escribirle una Carta a Papá Noel. Como premio se ofrecía una caja de cupcakes y un dibujo mío ilustrando la carta. Estas fueron las Ganadoras :D



Nora Sugobono




Virna Viacava García



jueves, 19 de diciembre de 2013

Grand Theft Auto

No se equivocaba mi amiga Regina cuando me dijo que Grand Theft Auto era el juego que todo escritor debería tener en su pc. Sin embargo, recién ahora me doy cuenta que no es solo por el genial guión del juego, sino, paradójicamente, por la posibilidad que tienes apartarte de aquel violento destino y hacer lo que te canten los grillos del culo. Es decir, tú eres Carl Johnson y Carl Johnson es un putazo entre los putazos. Es paja ser él. Empiezas montando bicicleta, pero luego tienes que reventar a tiros bandas callejeras, pintar graffitis, robar autos de todos los modelos, comer pizza o pollo broaster, intimidar gángsters, comprar bazookas, derribar helicópteros, pilotear aviones, tener novia, llevarla a bailar, follártela y, vamos, todo eso está muy bien. Pero si no estás de un humor asesino, también puedes olvidarte de aquello y dedicarte a caminar por la ciudad, conversar amablemente con las putas, hacer taxi, subir a una colina a mirar a las melancólicas calles de Los Santos o robar un convertible e ir a pasear por la costanera cuando muere la tarde. No hay prisas ni deadlines. Hermano, es como jugar Mario Bross sin tener que ir a matar a Koopa. Es como sería esta vida si alguien detuviera la maldita ruleta que nos tiene girando como ratones. Para colmo, ahora me he comprado la extensión Vice City que viene con un soundtrack que te cagas. Cada vez que robo un carro y suena la radio, siento que mi tío H está en el asiento del copiloto sintonizando su maldita música ochentera. Por ejemplo, en una esquina me subo a una deportivo azul y Michael Jackson está cantando Billy Jean. Más allá, me cambio a una Bobcat, y suena Cum on feel the noize de Quiet Riot. Después: el piano de Keep on loving you de Reo Speedwagon. Csmre. Que feelin esta huevada. Subo el volumen. Canto. ¿Qué chucha juegas? pregunta mi primo, pero no le hago caso. Me emociono tanto que pierdo el control y sin querer, al girar una esquina, le rebano la carrocería a un patrullero. La puta que los parió. Veo dos estrellitas de búsqueda activarse en mi pantalla. Acelero. Escucho las sirenas de la tombería detrás de mí. Me pierdo entre las calles pero no logro despistarlos. De pronto, aparece en mi mapa el símbolo del SPRAY que me indica la existencia de un garaje cercano donde puedo pintar mi carro y confundir a los polis. Hacia allá voy pero, justo cuando estoy a pocas cuadras, empieza a sonar "More than this" de Roxy Music. Ya saben, aquella canción que Bill Murray canta en la escena del karaoke de Lost in Translation. Sé que si entro al garaje la música se detendrá. Los policías me perderán, pero la música se detendrá. Yo no puedo hacerle eso a Bill Murray, así que sigo acelerando. Que se joda la misión, pienso. Que se joda el mundo, yo no me llamo Raimundo. Paso de largo el garaje. Los policías vienen detrás y se acercan peligrosamente. Mi carro está echando humo del motor. Nada puede ir peor. Pero la canción sigue sonando y yo trato de ganar tiempo para que Bob siga cantando y Charlotte se enamore de él. Me dirijo hacia la costa. Después de unos segundos veo aparecer el océano a mi izquierda, los bañistas, las chicas en patines, algunos barcos a lo lejos. La tombería se pone hostil. Me golpean el parachoques trasero. Tratan de sacarme de la autopista. Malditos chacales, les grito y canto junto a Bill: MORE THAN THIS YOU KNOW THERE'S NOTHING, MORE THAN THIS. Cuando se acaba la letra y siento que llegan los últimos acordes de la canción, me pego al borde del acantilado. Es la única solución posible. Entonces escucho el fade out de la canción y giro hacia la izquierda. Pierdo a los policías. Pierdo la autopista. También pierdo el juego, pero eso ya no importa. Mi auto cae hacia el mar como una gaviota. Las sirenas se escuchan cada vez más lejos. El metal se hunde lentamente entre los peces y mi personaje flota boca abajo. El que inventó este juego era un poeta. Era un maldito poeta.

domingo, 8 de diciembre de 2013

ámbar gris

en algún lugar de Gran Bretaña, un niño de ocho años va a la playa y encuentra una extraña roca en la orilla. esta roca tiene un olor intenso y es suave como la cera. si el niño supiera que lo que tiene entre las manos es medio kilo de vómito de ballena, probablemente su primera reacción sería soltar la roca. pero el niño, por supuesto, todavía no lo sabe. tampoco sabe que ese medio kilo de vómito vale aproximadamente 50 mil euros y que lleva décadas flotando en el océano. sin embargo, le intriga su apariencia y se la lleva a casa. pronto harán los análisis y descubrirán que se trata de ámbar gris. el ámbar gris es una sustancia muy cotizada en el mercado de las perfumerías pues sirve para fijar los olores y solo se encuentra en el vómito de las ballenas o en su material fecal obstruida. ambas provienen de los restos no digeridos de los calamares que gustan tanto a las ballenas. el niño cambiará su roca por 50 mil euros. esta es una noticia vieja. tal vez ya la habían escuchado. yo no tengo más información sobre el niño. presumo que le gustó ganar los 50 mil euros. en una web dicen que los donó a un refugio de ballenas. de todas formas, imagino que algunas noches, este niño se debe acordar de su roca, de su extraño olor, de cómo se sentía entre sus manos. ahora su hallazgo se ha diluido en pequeños frascos y habita el cuello de las muchachas bonitas. algún día este niño crecerá y conocerá a estas muchachas. alguna de ellas accederá a bailar con él. la música los irá acercando como dos botes que se tambalean al pie de un muelle. después de algunas piezas, él le buscará el cuello y, entonces, al acercarse, reconocerá el olor de su infancia y creerá haber hallado un rastro. perseguirá el olor con los ojos, con la nariz, con la lengua. lamerá del cuello de la muchacha el vómito de la ballena, lamerá el ámbar gris y los calamares muertos, lamerá el océano, el tiempo, las décadas, todas las lunas llenas que han pasado, la tibia mano del sol acariciando las olas, lamerá todos los peces del mar y, esa noche, tumbado sobre su cama con la lengua todavía salada y el alma revuelta, escribirá el nombre de la chica sobre su colchón y escribirá también un cuento en su cabeza y dirá que es amor, y estará convencido de aquella palabra. y no existirá otra cosa en el mundo. y se olvidará que una vez fue un niño. y se olvidará también que una mañana de hace muchos años encontró una extraña roca en la orilla del mar