lunes, 8 de diciembre de 2008

de regreso

He estado ausente un par de días porque unos ladrones le dispararon a mi tío en la cresta y tuve que viajar con mi papá a Trujillo para verlo. Lo bueno es que fueron sólo unos perdigones y como mi tío, siguiendo la tradición familiar, tiene la cabeza dura, no le traspasaron el cráneo. Otra de las cosas buenas es que mientras estuve en Trujillo tuve una epifanía de medianoche e hice una lista de cuentos con los que podría armar un libro. Al volver a Talara mi mamá me ha llevado donde su masajista personal. Es una señora que atiende dentro del mercado de Talara y que yo digo que a lo mejor antes de masajista era carnicera porque me ha separado el pellejo de los huesos con tal destreza que he quedado inválido por el resto de la tarde. Por la noche he estado estudiando historia del Perú con Bryan que me ha preguntado si en el año 92 yo ya había nacido. Hermosa visión que me duró apenas unos segundos para ser reemplazada casi inmediatamente por la inevitable verdad: en el año 92, yo ya llevaba trece años de nacido.

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