
A veces me gustaría que los libros fueran como cassettes. Cartuchos que uno pudiera insertarse directamente al cráneo. No estoy hablando de audiolibros ni de evitar la lectura. Hablo de que ya habiendo leído el libro, poder cualquier jodido día, rememorar la sensación que el libro te dejó al terminarlo, pero en el tiempo que dura una canción.
Como eso no existe, he tenido que leer mis libros favoritos muuuuchas veces ("Lo peor de todo" más de diez veces; "The catcher in the rye" unas ocho veces, "La senda del perdedor" unas cuatro veces, etc.) solo porque necesito la sensación del libro antes de salir de casa. Cuando no tengo tiempo de leerlos me los meto al bolsillo del jean esperando que funcionen como un parche de nicotina. Algo ayuda.
Por supuesto, no me sucede con todos los libros. Hay libros que cuentan una historia y una vez que ya conoces esa historia, por muy fascinante que sea, no necesitas volver al libro para recordarla. Pero por ejemplo, para mi "No me esperen en Abril" de Bryce no es una novela, sino un bolero de 400 páginas que me encantaría poder poner en la rocola del bar Don Lucho mientras me tomo unas chelas.
Claro que siempre me queda poner Unforgettable o alguno de los boleros que Bryce menciona en su novela. Lo mismo que tratar de rememorar Rayuela oyendo el Jazzuela, aquel disco en que se compilan las canciones de las que Horacio y el resto del club de la serpiente hablan en la novela. Pero no es lo mismo. Jazzuela es una paz de disco, uno de los regalos más bonitos que me hizo Kara y que me recuerda nuestros primeros días juntos. En cambio, meterse un cassette de Rayuela al cerebro sería como masticar 30 botones de peyote a la vez. Aunque claro, a veces eso es lo que uno necesita ciertas mañanas.
¿Qué libro sería tu canción favorita?
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