viernes, 3 de enero de 2014

Perro, gato y pericote

Una de las cosas más extrañas que me tocó hacer el 2013 fue cuidar de un perro, una gata y un ratón, al mismo tiempo. Ninguno de los tres bichitos es mío, pero como los tres viven en la mansión que me dejan a cargo mis amigas cuando huyen al norte a tostarse los pellejos, también tengo que cuidarlos a ellos. Esto comprende: alimentarlos, limpiarles el guano, sacarlos a pasear y, de vez en cuando, decirles: michi michi michi. Como yo no tengo mascotas desde que era un niño, a veces no sé qué decirles y les hablo como le hablo a mi primo Lucho aquí en casa. Por ejemplo, mientras le echo el alpiste a Bandido -el ratón blanco- y lo veo refugiarse entre el aserrín, le digo: "Oe ya cambia de vida, carajo. Te gusta la vida fácil". Luego le cierro la reja y me voy donde Catalina, la gata parda. Le acaricio el lomo y dejo que me lama los dedos con su áspera lengua "Reacciona, mujer -le aconsejo- Se te está escapando la juventud en este sillón". Y finalmente, mientras camino con Félix por el malecón y lo veo husmearle el rabo a otras perritas le digo, en un tono que se debate entre el reproche y la complicidad: "Te gusta andar en la pendejada, no carajo? Nada más paras en Las Cucardas, ya termina tu tesis, puta madre, conviértete en un hombre de bien" Parece que estas frases, al igual que con mi primo, funcionan y los bichos me han cogido cariño. La otra noche saco a pasear a Félix por 28 de Julio. Es tarde, casi medianoche. No hay gente en las calles. Llevo también una guitarra que he encontrado en una de las habitaciones de la mansión. Esto es lo que pienso mientras caminamos: Que rápido puede uno acostumbrarse a otra vida. Normalmente soy el chico que a esta hora está leyendo en su cama. Ahora soy un chico que pasea un perro por Miraflores. Hasta podría acostumbrarme. Y bueno, eso es lo que voy pensando hasta que descubro que Félix ha trabajo amistad con una pequeña perrita que no le llega ni al buche. Al comienzo intento llevármelo (temiendo que el dueño aparezca y me acuse de corruptor de menores), pero como Félix y su chica parecen emocionados de haberse encontrado, los dejo ser y me siento en un murito a tocar la guitarra. Les toco Piano Man de Billy Joel mientras ellos tratan de engancharse detrás de unos arbustos. There’s an old man sitting next to me, making love to his tonic and gin larala laralaaaa. Al rato aparece el dueño de la perra. Es un viejito en bata que recorre la avenida silbando y gritando un nombre que podría ser Betsy o Chipsy. Félix y yo salimos disparados, muriendo de la risa y con la lengua afuera. Llegamos a casa. Enciendo las luces. Le lleno el pote de agua y lo escucho beber, complacido. Ha sido una buena noche. También le lleno los potes de comida y agua a la gata y el ratón. Antes de irme de la mansión, les acaricio la cabeza a los tres: Bandido, Catalina y Félix. Cuiden la casa, les digo, como si fuesen los músicos de Bremen. Luego cierro la puerta, me monto a mi bici y vuelvo a ser yo. Llego a mi casa. Ya no tengo mascotas, tengo libros. Libros que no he extrañado. Es como si por un rato hubiesen dejado de existir. Podría acostumbrarme a cualquier vida, pienso. Pasear perros. Tocar el piano en un bar. Recoger latas en una playa de Río. Mudarme a El Cairo. Tal vez, como decía Quino, lo único que realmente importa de la vida, es estar vivo.

3 comentarios:

Miriam dijo...

Ojala te llegue...Pierre.
Me he ido al antiguo blog donde fuimos todos bandidos, perros, gatos y ratones, a tu primer blog.
No me he quedado o hubiera llorado.
Extraño algunas cosas ahora que leo esto, como las divertidas cosas de ir a leer tu blog y las charlas que se armaban con la gente de PE.
Un saludo desde Bs As.
Ya no sé ni como comunicarme con vos de otro modo que este. jajaja No existia facebook por esos dias.
Abrazo, hermano.
Miriam

Pierre dijo...

Miriammmmmmmmm, que de añosss xD
¿cómo has estado?
Cuando reviso mi viejo yujuuu a mi también me dan ganas de llorar xD
mucho tiempo ha pasado no?
Agrégame al face porque cuando converso por acá me siento como Pedro Páramo hablando con las almas de Comala

Anónimo dijo...

¿No era Juan Preciado, Lucas? Oyeeeee, te he agregado desde mi humilde y nada ostentosa cuenta de gmail (me abruma la opulencia). Si no cayó en la lista de indeseables y viste una cuenta extraña que te cursa invitación, pues fui yo.