domingo, 28 de octubre de 2018

APESAR DE VOCÊ

Cuando tenía 23 años renuncié a mi primer empleo. Entonces trabajaba en el diario La República subiendo las noticias del día a la web y tenía horario de guachimán, entraba a las 6pm y volvía a casa de madrugada. Los travestis de la avenida Arequipa me veían pasar en mi bici camino a casa y me saludaban. Un día me aburrí, renuncié, cogí mi mochila y mi guitarra y me fui a perseguir un sueño: conocer Latinoamérica. Mi plan era llegar a Buenos Aires pero dos semanas después levanté la vista y vi que me había ido de avance hasta Rio de Janeiro. Lo primero que hice después de mirar alrededor: el mar, las palmeras, las garotas y los puestitos de cerveja helada, fue buscar un teléfono público y llamar a mi viejo para decirle que tenía que vender su chupetería de Piura y venirse a vivir a la Tierra Prometida. Con razón Charly cantaba "la alegría no es solo brasilera" me dije. Putamre, porque parece. Realmente parece que ahí la hubieran inventado. Con mis últimos ahorros alquilé un cuartito en Copacabana a dos cuadras de ese Hotel que alguna vez había hospedado a Sinatra y a Brigitte Bardot y me fui en zunga a la playa. Cuando desperté a la mañana siguiente vi que al pie de mi morada había brotado un alegre mercadito. Bajé y compré goiabas y otras frutas cuyo nombre apenas podía pronunciar. Con el pasar de las semanas descubrí que Río también era una ciudad muy triste, con gente que dormía en la calle y balas que zumbaban como luciérnagas cuando se armaba la guerra en las favelas. Pero a pesar de la tristeza, nunca faltaba la samba en plena calle, fuera lunes o sexta-feira. Nunca faltaban los cariocas que semicalatos llegaban a jugar futvóley a las 11 de la noche. Ni los conciertos gratuitos en la playa. Los Rolling Stones gratis en la playa! ¿Cuándo va a pasar eso en Lima? le pregunté a mi amigo Fer que fue a visitarme. Weón, me dijo, su ministro de cultura es Gilberto Gil, es como si nuestro ministro de cultura fuera Pochi Marambio, imagínate! Me quedé a vivir un año y medio en Río de Janeiro y cuando me fui me salían lágrimas de caipirinha por todos lados. Hice amigos, aprendí hasta a rezar en portugués e intenté bailar samba, sin éxito. Pero sobre todo, comprendí que la alegría brasilera era siempre un APESAR, una terquedad, una flor de asfalto. Porque como todos los pueblos de América, Brasil ha sido sacudido y pisoteado por la violencia y las dictaduras. Pero su música, sobre todo su música y la sonrisa abierta de su gente, son el testimonio de que la rebeldía también puede ser una forma de bailar, de escribir, de cantar todos los días. Nunca he podido escuchar esta canción de Chico Buarque sin que se me caigan las lágrimas. Parece que nunca se acaban los fascistas. Por suerte, tampoco se acaba la música.

APESAR DE VOCÊ
Chico Buarque
Hoy es usted quien manda. Si lo dijo, dicho está y no hay discusión. Hoy mi gente anda hablando bajito y mirando hacia el piso. Usted que inventó este estado, inventó por inventar toda la oscuridad Usted que inventó el pecado Se olvidó de inventar el perdón Pero a pesar de usted Mañana será otro día Yo le pregunto a usted ¿dónde se va a esconder de esta enorme euforia? ¿Cómo le va a prohibir al gallo cuando insista en cantar? Agua nueva brotando y la gente amándose sin parar. Cuando le llegue el momento a ese sufrimiento voy a cobrarle con intereses, lo juro Todo este amor reprimido Este grito contenido Esta samba en lo oscuro. Usted que inventó la tristeza Ahora tenga la fineza de desinventarla Usted va a pagar bien pagada cada lágrima derramada en este penar A pesar de usted Mañana será otro día Y hasta quiero pagar para ver el jardín florecer como usted no quería Usted va a amargarse viendo el día rayar sin pedirle permiso Y yo me voy a morir de reír Porque ese día va a venir Antes de lo que usted piensa


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