lunes, 11 de enero de 2010

orientación vocacional 2

Los papás de Luchito Vargas estuvieron algo sorprendidos cuando él les dijo que quería ser bombero. Los papás de Luchito estuvieron sorprendidos porque ellos no veían como en el colegio le prendían fuego a su carpeta. La cosa era así. Alguien iba y sacaba el alcohol del botiquín. Luego lo iban regando bajo su carpeta sin que él se diera cuenta y finalmente alguien tiraba un fósforo. Luchito Vargas no se incendiaba de milagro. Luchito hubiese querido acusarlos con el profesor pero el problema era que al profesor también le incendiaban el escritorio. Era la misma modalidad. Alguien iba por el alcohol al botiquín, lo echaban bajo el escritorio cuando este iba a la pizarra y luego alguien tiraba un fósforo. El profesor hubiese querido acusarlos con el director pero el problema era que al director también lo habían encerrado un día en su oficina y le habían tirado por la ventana bolas de papel en llamas. Mi colegio estaba lleno de gente incendiaria y por eso no es nada extraño que Luchito les dijera a sus viejos que quería ser bombero. Yo les dije a los míos que iba a ser escritor y también estuvieron algo sorprendidos. Pero es que ellos tampoco vieron como le prendían fuego a la carpeta de Luchito.


domingo, 10 de enero de 2010

orientación vocacional

En mi colegio decían que Jorge Caro estaba loco porque se subía al techo de los salones y se quedaba allí hasta la hora de la salida. Yo era uno de los pocos que no pensaba que Jorge estuviese loco así que fui y le pregunté qué demonios hacía allá arriba. Me dijo que tenía un pote de pintura roja y que estaba dibujando un tiranosaurio rex. Dijo que lo estaba haciendo a tamaño natural de modo que los aviones que llegaban a la base de Las Palmas pudiesen verlo. Supongo que salvo aquellos pilotos y Jorge, nadie más vio aquel tiranosaurio. Y nadie lo vio porque nadie preguntaba y preferían pensar y decir que Jorge estaba loco. Pero no estaba loco. La única diferencia entre Jorge y el resto era que mientras nosotros dibujábamos mapas del Perú en nuestros cuadernos él estaba allá arriba dibujando aquel enorme tiranosaurio. Esto no lo supo nadie salvo yo y aquel jodido psicólogo del colegio que cuando escuchó la historia le preguntó a Jorge si no había pensado en estudiar paleontología o algo que tuviera que ver con dinosaurios. Jorge le dijo "Dalí pintaba relojes y nadie le sugirió que fuera relojero"


jueves, 7 de enero de 2010

mario, marco y sebastián

Bueno, primero tenemos a este tipo que va a los aeropuertos para no sentirse solo. Creo que se llama Mario. Mario llega al Jorge Chávez a las diez de la noche y no se va hasta que amanece. A veces le gustaría irse antes a casa pero no tiene auto así que debe esperar a que pasen los primeros buses. Su recorrido dentro del aeropuerto incluyen unos veinte paseos en la tienda Duty Free y unas ocho o diez visitas al baño. A las dos se compra una big mac. A las 3 pide un mc café. Luego no vuelve a buscar comida hasta que amanece. Justo antes de irse se acerca al Dunkin Donuts por una dona bavaria. Se la va comiendo mientras atraviesa el estacionamiento rumbo a la salida. Mario nunca ha probado otra dona que no sea la bavaria. El cuento comienza una de estas noches. Está en una de las salas de embarque y conoce a una mujer. Ella está por tomar un avión a la India. No es la primera mujer que conoce. De hecho, conoce a alguien casi todos los días. Esta sin embargo, es la primera a la que le dice que no está esperando ningún avión.

Luego está Sebastián. Sebastián nunca ha tenido un gato y normalmente los gatos no se le acercan pero desde que K se ha ido, los gatos parecen conectar con él. Sebastián ha sido siempre un chico de perros. No entiende a los gatos. No sabe como comportarse con ellos. Esa tarde sin embargo cuando Sebastíán se pone de pie el gato lo sigue. Al llegar a casa Sebastián lo deja entrar.

Finalmente tenemos a Marco. A Marco le gusta ponerse los vestidos y los calzones de su mujer. Ha conseguido este libro de Boris Vian en el que dos tipos se disfrazan de mujer para infiltrarse en una banda de criminales compuesta por lesbianas. Marco trata de sustentar su travestismo frente a su mujer citando a Vian. Ella le ha hecho una cita con el psicólogo, otro tío al que también le gusta vestirse de mujer.

Uno de los tres no pasará de este fin de semana, aunque tenga que partírseme el culo, la cabeza y la yema de los dedos. Los otros dos lo seguirán por inercia.

domingo, 3 de enero de 2010

miércoles, 30 de diciembre de 2009

sokoban

cuando era niño jugaba un juego de computadora llamado sokoban. trataba de un muñequito que tenía que acomodar cajas dentro de un almacén. no podías pegar las cajas a las esquinas porque luego no había como sacarlas y tenías que cuidarte también de no quedarte encerrado. dirán que era una huevada, pero yo me pasaba horas empujando al jodido muñeco.


también jugaba Barbarian, Prince of Persia y un juego de la NBA en el que solía escoger a los Lakers porque allí jugaba un negrito llamado A.Jabbar que medía como dos metros y siempre la clavaba. cuando los chicago bulls me ganaban yo sacaba el diskette del juego y lo doblaba. espero que mis padres nunca me hayan visto hacerlo

como a los 16 dejé de jugar y empecé a escribir, una noche más o menos como a esta misma hora. recuerdo la pantalla azul del wordperfect, las hojas perforadas de la impresora en línea

desde entonces he escrito por vago, porque estaba solo, por rabia, por aburrimiento, por cagarme de risa, por costumbre, en algunas épocas por imsomnio, por exceso de cerveza, por falta de cerveza, porque no había nadie en el msn, por falsa fama, por un poco de dinero y porque no he podido evitarlo.

nunca había escrito por miedo

esta noche, sin embargo, he visto nuevamente mis manos junto al teclado varadas como lobos marinos y el miedo me ha hecho levantarlas y tipear

no sé por qué me he puesto a hablar de sokoban y el jodido muñequito que empujaba cajas, pero así también fue en un comienzo. no tenía idea de nada. sólo pisaba las teclas como un loco.

tengo la sensación de que si sigo agitando mis manos, en algún momento también mi cerebro decida ponerse a trabajar


lunes, 21 de diciembre de 2009