lunes, 23 de junio de 2008

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Mi cerebro, que es un niño de ocho años, ya se dio cuenta de que lo he convertido en una puta. He intentado engañarlo, tratar de hacerle el asunto más llevadero. El viernes, por ejemplo, inundé su caverna de alcohol, de amigos y de drogas. El salió a recorrer sus dominios como un lagarto hambriento. El sábado durmió largo como un pequeño bisonte arrimado a una roca tibia. Al despertar, despeinados como einsteins y sin bañarnos nos fuimos al cine. Vimos al increíble hombre verde y al agente 86. En el intermedio de ambas películas compramos un libro de Yasunari Kawabata y hoy domingo le hice leer los primeros cuentos que disfrutó de sobremanera. Por la tarde nos fuimos lejos de casa a escuchar los poemas de mis amigos en la vereda de un parque amarillo. La pequeña Laura le enseñó a armar una gigante grulla de origami. La trepamos a un árbol y la dejamos allí para que la gente la mirara y dijera: mira una grulla gigante!. Luego volvimos a casa. Entonces me ha visto arreglar la cama y quitarme la ropa de calle. Sabe que no tiene sueño. Sabe que no estoy cansado. Pero presiente que lo obligaré a dormir para que despierte lúcido y pueda trabajar en algo en lo que no cree. Me echo a la cama e intento leerle un cuento más de Kawabata antes de dormir. Un úlitmo consuelo para ambos. Pero se niega a escucharlo. No se concentra y de pronto comienza a repetir la palabra puta hacia sí mismo como un pequeño autista. Kawabata habla del monte Fuji, de las nubes, de la nieve y yo solo oigo la palabra puta, puta, puta haciendo eco en mi cabeza. Está como un loquito golpeándose contra las paredes acolchadas de su celda. El cuento de Kawabata tiene una historia tan bonita y tan lejana, que leerlo es como tomarse una tacita de té relajante, un toque de morfina, un enjambre de moscas tsé tsé, pero no hay manera de contárselo. Releo las los párrafos una y otra vez como intentando agarrarme de aquella paz, despacio, en voz alta, hasta que finalmente vencido por su queja y su llanto lanzo el libro a un lado de mi cama. Apago la lámpara, me envuelvo en las sábanas y trato de dormirme, deseando que de alguna forma mañana no sea lunes. Que cuando despierte, mi pequeño niño siga allí jugando con la grulla de papel. Que en su lugar no encuentre a aquella mujer paseando sus horribles zapatos por mi cabeza, acariciándome las ideas y abriéndose de piernas a mi mente, mientras yo tomo la primera taza de café del día y me repito frente al espejo del baño: Aguanta un poco más. Sólo un poco más.

15 comentarios:

Anónimo dijo...

me encanta tu cerebro ratón de la ciudad

[_kara_] dijo...

cri cri cri








La grulla gigante y el hijo que le fabricaste se miran desde arboles distantes, es una distancia breve, no tienen cerebros ni saben que es una puta, lo que lees en el libro de kawabata está demasiado lejos como para cabar un hoyo e ir a buscarlo, lo mejor en estos casos es mirar el reflejo del espejo en tus pupilas y observar como se crean millones de miniaturas de tu vida prolongandose a través de tus ojos hasta el infinito, o en tu caso, en tus lentes amarillos.

Anónimo dijo...

Que terrible Pierre, sé como te sientes, porque yo también me he sentido y muchas veces me siento así, pero, no deberías estar buscando otra cosa, si esto te hace tan infeliz? Creo que acá en este equipo lo único que vale la pena es eso, el equipo, el grupo de gente que luego se dispersa y que cuando se junta nuevamente como el hombre de mercurio de esa pelíciula que no recuerdo como se llama (...) se recagan de la risa, tanto que luego no puedes hablar, o te meas los pantalones y después tienes que secarte como borracho en el baño.

Escapar de esta mierda sólo depende de ti.

María Eugenia

Pati Difusa dijo...

pero pierre, no hay problema con que el amigo cerebro sea una puta y se llene de alcohol y amigos drogos, o que sea un niño de ocho años. el problema sería si nuestro cerebro fuera un tipo de 48 años dedicado a redactar leyes sobre impuestos y que sea fanático del box.

Miguel Ángel dijo...

Pierre, lo bueno es que sigue siendo un niño. Como te dije antes: que no crezca, nada más.

Seamos lecas dijo...

Mi cerebro fue una puta por 4 años, pero se dio cuenta q no era su profesion y se rebelo terriblemente, then sin darme cuenta yo tambien fui feliz.

mentolada dijo...

el remedio cuando se sienta puta:
exagerar el yo (y bastante),
leer mucho,
escribir un poco mas,
y (eso si, eso siempre)... cobrar caro




:)



(abrazo)

M. dijo...

yoooooo queria ver la grulla!

Anónimo dijo...

pierrecitooooo, la grulla era sólo para mi no?

Arnik Piz dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Arnik Piz dijo...

q hay con la bendita grulla, eh daniel sam?

esta semana empieza igual para ambos. en que momento empezo todo pierre? como así nos dejamos prostituir desde las aulas? cuando fue el momento en que nos olvidamos de decir NO? nos contaron esa historia de que los sueños se hacen realidad de otra manera... una bastante publicitaria al parecer, una de esas que hacemos todos los putos días.

la verdadera es la que estamos viviendo, esa en la que hasta el aire te cuesta caro, esa en la que te roban horas de sueño, litros de sudor, kilos de melancolía.

hoy le mandé un mail a mi jefa preguntándole que estoy haciendo mal. me dijo que no haga que piense que no me gusta lo que hago. callé, porque cuando uno jura que "esta vez si le digo todo" termina por decir nada.

yo también me repito lo mismo chango. sólo un puto poco más.

Arnik Piz dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Anónimo dijo...

el problema es que haora eres jefe, y te toca aprender a suprimir y hacer delete muchas más veces...
NO TE REPRODUZCAS

Anónimo dijo...

Aquel pequeño niño siempre seguirá ahi mi querido padawan, asi no esté "la grulla!". No necesitas dejarlo y dejar de vivir, tampoco es cuestion de aguantar un poco más. Es cuestión de adaptarse. Sé que estarás bien y cuando llegue el momento te adaptarás nuevamente...
MUA!

Imberbe_Muchacho dijo...

yo maana ire tambien a hacer algo que no croe, hace tiempo no estoy en paz. Necesito vacaciones