viernes, 30 de octubre de 2015

es viernes y las veredas lo saben

Usted ha bebido más de la cuenta. Abandone su carro. Emprenda el camino a casa mientras repite: soy un animal bípedo, estas son mis piernas, mis hermosas piernas. Deliberadamente pierda el camino. Deje escapar esa moneda de diez céntimos. Entre por calles desconocidas. Visite ese parque al que nunca va. Guíese por el olor de los jazmines. Ríndase. Estruje con su corazón la belleza de estar perdido. Recuéstese en este pedacito de cemento que hemos apartado para usted. Colóquese en posición fetal y forme con ambas manos una breve almohadilla de falanges y metacarpos. Apoye en ella su cabeza entumecida. Cierre los ojos. Sienta la brisa urbana cubrirlo como una sábana de luces. Piense que sobre usted está lloviendo eucalipto y cante. Cántese una canción de cuna como las que le cantaba su madre al nacer. Recuérdela cuando era joven y lo sostenía entre sus brazos. Llore si es preciso. Piense en todas las hormigas de su ciudad. Imagínelas haciendo una gran ronda alrededor suyo. Acepte que algún día ellas se lo comerán. Usted será la cena. Pero aún le queda tiempo. Usted está vivo. Alégrese. Déjese masticar por los ruidos de la noche. No tema quedarse dormido. Sueñe que está sobrio. Sueñe que está en su cama y una mujer hermosa lo está desnudando. Acaricie la acera. Sienta cómo la materia pierde su dureza y lo acoge. Déjese tragar. Desaparezca. Despierte con el sol pegado a la cara. Pregúntese qué pasó. No descubra nunca que la sobriedad es la verdadera borrachera. Prometa no volver a empinar una botella. Olvídese de esta vereda. Váyase a su casa.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Oh, esa hermosa segunda persona que nunca olvidaré de "Aura" y, claro, de la Biblia que me lee mi mamá.
El tema no llamó mucho mi atención, pero algo tienen estos textos entre el imperativo y otro no sé qué que los hacen hermosos. ñ_ñ