Karim Amir dice que uno de sus trozos favoritos del Abbey Road es “Soon we'll be away from here, step on the gas and wipe that tear away”. Karim Amir es el protagonista de “El buda de los suburbios”, que es el libro de Hanif Kureishi que estoy leyendo ahora. Tanto Hanif Kureishi como Karim Amir son pakistanis pero viven en Inglaterra, igual que los Beatles. El Abbey Road es el penúltimo y a mi parecer, uno de los mejores discos de los Beatles. El trozo que Karim menciona, es parte de “You never give me your money”, la canción del Abbey Road que más le gusta a Mari, que no vive ni en Pakistán ni en Inglaterra sino en Venezuela.
En mayo agarré mi mochila y me fui a visitarla. Durante los cuatro días que pasé con ella, se escapaba de la universidad para llevarme a conocer lugares como una plaza en la cual los pacazos corrían libres como el viento. Por las tardes, después de almorzar las ricas ensaladas que su mamá preparaba y mientras decidíamos que haríamos por la noche, nos ibamos a echar a sus sillones y oíamos música en la penumbra. Su casa era enorme y a pesar de que el calor de Maracaibo sería suficiente para derretir a un camello hasta convertirlo en un rabipelao, había rincones de su casa tan fríos y oscuros como una caverna lunar, si estas acaso existieran.
Una de esas tardes estábamos oyendo precisamente el Abbey Road. Habíamos escuchado las ocho primeras canciones sin adelantar ninguna de modo que cuando llegamos a Because, tras haber pasado por I want you (she’s so heavy), yo ya estaba a punto de morir de éxtasis con una marabina descalza a mi lado. Entonces vino “You never give me you money” y yo, sin compasión alguna, le di click al botón de adelantar.
Hay varias canciones de los Beatles que me ponen triste. Hay algunas como For no one que son tristes pero que aún si me gusta oír. Pero hay otras como You never give me your money que me generan una sensación de pena tan honda que es como si un animal baboso reptara por mi alma y la oprimiese. You never give me your money era una de ellas.
Yo no sabía que esa era la canción favorita de Mari y que aquello que acababa de hacer era sólo equiparable a haberle hecho el amor hasta el umbral del orgasmo y entonces detenerme súbitamente y ponerme a leerle fragmentos del Nuevo Testamento.
- ¡¿Qué has hecho?! – me dijo. Bueno, no sé si eso dijo, pero digamos que algo parecido. Entonces yo le pregunté – ¿Te gusta esaaaa? -, Y ella dijo: - Es mi canciónn favorita del disssssco! – a lo que yo velozmente me precipité a darle al botón de retroceder para que comenzara de nuevo. Entonces Mari enojada le dio click a avanzar y volvió a poner Sun King – dijo que no importaba y se tiró al sillón. Yo le volví a dar retroceder y Mari volvió a darle adelantar y así estuvimos un rato hasta que hartos la dejamos en cualquiera y nos recostamos en el sillón.
Según me contó Mari después, estuvo retorciéndose en el sillón tratando de decidir si era conveniente seguir enojada con un chico que sólo iba a estar en su país unos días más, de modo que al rato estiró su mano hasta la mía y dijo: disculpa. Yo también le pedí disculpas y nos fuimos a rondar por la ciudad.
Después de un par de días inevitbalemente yo me volví a Lima y unos meses después ella vino a visitarme y después de una semana volvimos a despedirnos sobre las frías baldosas del Jorge Chávez. Pero durante todo ese tiempo y a pesar de lo bien que la pasamos, yo siempre me quedaba pensando que ella nunca me perdonaría haber adelantado su canción favorita, igual que ella piensa que yo me enojé porque se puso tan loca sólo por una canción, pero la verdad es que al final cada vez vuelvo a oir You never give me your money, ya no me da esa pena honda que me daba, ni me enojo, sino que en cambio me acuerdo de cuando recorrí latinoamerica para estar esa tarde a su lado oyendo el Abbey Road.
Por eso es que hoy cuando leí esa frase en mi libro, y además, unas páginas adelante leí que Karim Amir, al dejar su casa se lleva un ejemplar de Trópico de Cáncer, que es de hecho, él único libro que me compré en Maracaibo y además el libro que Mari está leyendo justo ahorita mientras yo escribo esto, me vine a ponerlo todo por escrito. Ya saben, pensé que a lo mejor luego un día se nos olvidaban los detalles y a ella no le gusta que se le olviden las cosas que le han pasado.
Otra de sus pequeñas obsesiones.

marii en el mueble de su casa

yo en el mueble de su casa