viernes, 14 de marzo de 2008

en el camino

mirar una carretera debe ser una de las cosas más tristes que uno puede ponerse a hacer. las carreteras en sí mismas son tristes; y como muchas de las cosas tristes sobre la faz de la tierra: están duplicadas hasta el infinito.

que haya una carretera implica ineludiblemente que hay algo lejos; y la sólo idea de que un lugar exista en la distancia, con gente que camina, se mete la mano a los bolsillos, toma sopa, recoge un tornillo en la calle y se va a la cama sin que uno pueda verlo, es cuando menos extraña, en segunda instancia triste, y si eres uno de aquellos tipos obsesivo-compulsivos que puede darle vueltas a la idea por horas y horas, puede ser hasta enloquecedor

talvez -para variar- estoy exagerando, o talvez sea sólo que el fin de semana pasado terminé de leer En el camino de Jack Kerouac y me puse a pensar en todo aquello.

yo creía que ya la había leído hace como diez años cuando me mandaron a fotocopiarla para la clase de sociología en la universidad. ahora me doy cuenta que lo más probable es que haya leído sólo los primeros capítulos, pues me quedé con la idea de una novela divertida acerca del autostop, el jazz, la literatura y un grupo de tipos locos de finales de los cuarenta que recorrieron norteamérica de New York a San Francisco una y otra vez como quien jode la vida.

supongo que si van a google, ese es más o menos el resumen de dos líneas que encontrarán, y de hecho On the road, si es una novela divertida. me refiero a que ¿cómo no podría ser divertido leer acerca de largarse sin más que diez cobres en el bolsillo a tirar dedo y ver hasta donde se puede llegar?

sin embargo, ni salir de viaje trata sólo de eso, ni On the road es sólo una novela divertida. cualquiera que alguna vez haya salido de la ciudad, sabe que las noches que caen sobre aquellos bosques secos y desiertos que uno ve a través de la ventana del auto, son noches densas y capaces de hacerte pensar en cosas que jamás cruzarían tu cabeza un lunes en la oficina

mi mamá me ha contado que, incluso antes de que yo cumpliera un año, mi papá (que viajaba siempre por negocios) me llevaba con él a muchos de sus viajes de Trujillo a Talara, de modo que no entiendo porque aún así cada vez que entro a una carretera tengo aquella sensación de vacío, como si el lugar que une dos ciudades fuera un espacio sin tiempo en el que el bus gira como la aguja de una brújula averiada hasta provocarte naúseas.

viajar me pone mal. no importa que esté yéndome de vacaciones o que me vaya a encontrar con viejos amigos. le tengo miedo a los buses, a los aviones y a los barcos. mucha gente les dirá que En el camino, es un libro que despertará sus ganas de largarse de la ciudad. lejos de eso, a mi me ha hecho recordar todas las noches en que me he visto a mi mismo, arrastrando mi mochila através de terminales terrestres tan grandes como centros comerciales, esperando a que salga el próximo bus, mirando la ropa de las tiendas cerradas y comprando comida con billetes desconocidos. los turistas extraviados, los soldados de las aduanas, los sellos de entrada, los sellos de salida, el olor de las cortinas del bus, una luz prendida en medio del desierto mientras te pones un par de medias seco y lanzas el usado por la ventana.

supongo que algún día de estos volveré a salir de viaje. es sólo que hoy me alegro de tener sólo mi bicicleta allí en el patio de la agencia y saber que lo más lejos que me va a llevar es a mi casa, donde me esperan mi tía y mi hermana. al llegar abriré la puerta de la biblioteca, escogeré algún dvd y me tiraré en mi cama a verlo con el polo más viejo que encuentre en el closet. más tarde, probablemente me quede dormido y talvez entonces sintiendo el ruido de los claxons de la avenida y los rezagos de esta brisa tibia del verano que ya va desapareciendo, me ponga a pensar en Dean Moriarty y Sal Paradise, y me pregunte cuándo será la próxima vez que me animaré a salir de viaje. ya sé que parece una contradicción, pero ¿no es al fin y al cabo todo aquello que nos da miedo...lo que realmente ansía nuestro corazón?




a sandra, que en unas horas se va a cusco

6 comentarios:

[_kara_] dijo...

a veces. a veces no.

M. dijo...

cuando yo tenía como 12 años leí el alquimista de paulo coelho. no soy de esas personas que respete mucho a paulo coelho como escritor pero creo que hasta él se ha encontrado ciertas verdades en su camino. la cosa es que ahi él menciona cómo nos da miedo encontrar lo que realmente buscamos porque después de alli, qué? es como si fuera el final del camino. y ese solo pensamiento me dio tanto miedo que dejé el libro por un buen tiempo.
quién lo iba a decir? mi primer libro de terror, fue de coelho. da hasta risa.
no sé si todo lo que nos da miedo lo ansía nuestro corazón, podria ser que todo lo que ansía nuestro corazón nos da miedo, que parece lo mismo pero es diferente.
tal vez por eso soy la chica de los planes. tal vez es por eso que como escritores a veces escribimos mejor acerca de lo que deseamos que acerca de lo que tenemos. tal vez es por eso que cuando viniste a mcbo yo no podía escribir ni una linea de literatura y sin embargo he escrito muchas en tu ausencia.
tal vez es por eso que la gente como tú, y gonzalo, y yo, y algunos de nuestros amigos, nos hablamos y nos sentimos seguros entre nosotros mismos.

pero tal vez estoy hablando un montón de idioteces y dios se está riendo de mi y de los libros de física no? =D

Arnik Piz dijo...

vamonos pierre. pero vamonos, y lejos.

Miguel Ángel dijo...

el camino es una metáfora, una estupenda metáfora de todo.

Mars dijo...

La ultima frase lo es todo para mi en este momento...

Eleafar Cananita dijo...

la cagada. tu si que me entenderias con mis cuentos de carretera houstonianos.