sábado, 8 de agosto de 2009

cuarenta páginas de algo

Me estaba acordando de esta historia que me contó Alfredo sobre el tipo que llega a su casa hasta las huevas de borracho y en vez de echarse a dormir, sale a correr. Al parecer al entrar por el garaje había encontrado unas zapatillas, se las había probado y luego, ya con las zapatillas puestas, lo más lógico le había parecido ponerse a correr. Lo siguiente que supo fue que estaba a 40 kilómetros de casa. Entonces llamó a su esposa y le dijo donde estaba. Ella le preguntó que cómo chucha había llegado tan lejos. Él le dijo -Ven por mi-. El camino de regreso lo hizo durmiendo la mona en el asiento del copiloto mientras su esposa conducía y le miraba de reojo ¬¬. Algún tiempo después, este tipo que nunca había corrido en su puta vida hasta que se emborrachó y encontró unas zapatillas en su garaje, batió un record mundial corriendo 51 maratones en 51 días. Cuando la última maratón terminó dijo - bueno, me voy a casa. Por supuesto, lo más natural le pareció volver a casa corriendo.

También he estado pensando mucho en este pueblo de México donde a los muertos los entierran de pie. Me acuerdo de eso sobre todo cuando veo a la gente que anda por la calle sin mirar a nadie o a las señoras que van a los programas concurso y dicen que están muy felices de haber logrado entrar. Hoy vi unas chicas en la Avenida Bolivar que sostenían un papelógrafo en el que habían escrito "SE REGALAN ABRAZOS". Una cuadra después vi a un chico corriendo con otro papelógrafo semejante. Eso estuvo bien. Eso me hizo olvidarme del pueblo de México y de las señoras de la tv.

Lo último que voy a contar es que he estado re leyendo unos cuentos de Raymond Carver. Leí tres buenos cuentos pero no he podido leer este que se llama "Conservación". Es decir, lo he empezado, pero no he podido pasar de la primera página. Es un cuento que trata sobre un tipo que se queda sin empleo y se vuelve una ameba que no sale del sofá. Cuando su esposa se va a trabajar él esta allí en el sofá y cuando ella vuelve, él sigue allí sin hacer nada. Creo que no he podido seguir leyendo porque me he sentido un poco identificado y eso me ha dado miedo.

Sé que a veces parece como que me quedo dormido y no hago nada, pero prometo que no estoy muerto y que mi cuarto no es ningún jodido pueblo mexicano. Voy a escribir algo y despertaré a la gente de su letargo. Tal vez no sea un papelógrafo y tal vez no regale abrazos, pero despertaré a alguien. Es probable también que otro día llegue a casa borracho, coja unas zapatillas y corra 40 kilómetros hacia algún lugar. Aunque conociéndome tal vez sólo llegue a casa y escriba 40 páginas de algo hasta volverme loco. De cualquier forma te llamaré para que vengas por mi. De regreso puedes mirarme de reojo todo lo que quieras. ¬¬

Yo haré lo mismo por ti.

5 comentarios:

Pati Difusa dijo...

escribamos, pierre, escribamos, aunque sea para no tener que leer las noticias del periódico, como dice un poema de mario quintana (no recuerdo si era de él, pero bueno...).

Unknown dijo...

Que buena lo del tipo, pero tal vez en algún momento todos haríamos lo mismo pues

Tu cuarto es México, ve a contar perros, colecciona pelusas, cómprate unas zapatillas... siempre es el desempleo

Unknown dijo...

te cuento que te vi ayer cruzando encalada, pero no me viste y mi carro avanzó. me quedé pensando en tus lentes amarillos.

Gustavo Ochoa Morán dijo...

Yo también estoy -digamos- sin empleo, pero bastante entusiasta y solidario.

"SE REGALAN PATADAS"

Giancarlo dijo...

Tus líneas han sido una suerte de advertencia que me alejarán de Carver por un tiempo. Al menos hasta que me encuentre.