viernes, 1 de mayo de 2015

Justo detrás de la barra de este bar tienen un cuadro de César Vallejo. Es una pintura que replica la famosa foto en la que se sostiene la barbilla con la mano derecha. En el dedo medio de la mano izquierda -la que detiene el bastón- lleva un anillo con una enorme piedra roja que brilla como un translúcido piojo lleno de sangre. Nunca lo había notado. Tal vez porque siempre vi la foto en blanco y negro y en la pintura, esa piedra, es el único punto de color. Junto al cuadro de Vallejo está la vitrina que guarda todos los macerados de pisco con aguaymanto, de pisco con hojas de coca y otros licores menos solemnes y más vomitivos. Sobre una de las lunas de la vitrina, la más próxima a César, hay un sticker de Benito Bodoque. Eso es todo lo que hay. Poetas o gatos azules. Y alrededor, paredes. Paredes y licor.



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