viernes, 8 de noviembre de 2013

Perceval

Melamine. Dicen que conocen una chica que se llama Melamine. Así le puso su viejo, dicen. A lo mejor se hueveó con Melanie. O a lo mejor era carpintero. No hay forma que una chica se llame Melamine, digo. Pero ellos aseguran que la conocen. Pienso: suena bonito Melamine después de todo, aunque a lo mejor un día la estás acariciando y te entra la paranoia de estar sobando un repostero. ¿Qué hay en un nombre, además? ¿No era eso lo que se preguntaba Harvey Pekar? ¿Qué hay en un nombre? La reniec publica una lista con los más curiosos registrados el 2013: Apple, Android, Maus, Clickman, Norkys, Agua, Hamilton, Samurai, Superman, Barny, Garfield, Gokú, Chuky, Chuk Norris, Dólar, Frescura, Ruido, Dimisión, Transfiguración, Grito, Presidente, Indio, Banco, Papá Noel y Ecologito. El amigo de mi primo me dice: Más pendejo es mi nombre. Todavía no sé cómo se llama el amigo de mi primo. Acaba de llegar de Trujillo y está tumbado sobre unos cojines en el piso de nuestro cuarto. Va a pasar la noche aquí porque mañana tiene una entrevista y no quiere pagar telo. Prefiere gastarse esas 30 lucas invitándonos un chifa. Me llamo Perceval. ¿Perceval? ¿En serio, brother? Es que a mi viejo le gustaba esa huevada de... ¿ROMEO Y JULIETA? interrumpo, ¡NO NO! Guarda, ese era Mercucio ¿verdad? ¡LADY OSCAR! no no PUTAMADRE, ese es Robespierre, ¿Cómo se llamaba esa huevada? Se cagan de risa. ¡Los caballeros de la mesa redonda! Sí, eso, dice Perceval. Perceval era el causaza del Rey Arturo. Achorado tu viejo. Nos quedamos jatos. Al día siguiente muy temprano, Perceval se pone su terno y se va a su entrevista. Vuelve a las 2pm, totalmente desmoralizado. Le fue pal culo, nos dice. Esa misma noche se vuelve a Trujillo. Pero antes que caiga la noche salimos en busca de un ron. Volvemos a casa con los 4 productos más tóxicos del mercado: Cocacola, Ron, Tabaco y una bolsa de Chizitos Fiesta. Pienso: El apellido Fiesta existe ¿Habrá alguien que se llame Chizito? Nos llenamos los vasos de ron con cocacola. Les digo: si mi tía Magali entra ahorita se va a poner locaza. ¿Por qué? quiere saber Perceval. Es que es vegetariana, dice Lucho. Ya pe, dice Perceval levantando su vaso de ron: “caña y coca, aquí todo es vegetal, que chupe con nosotros”. El hombre está loco. El fracaso ha orientado su vida hacia el desquicio. Tiene apenas 2 horas antes de que su bus parta a Trujillo, pero de alguna manera se las ingenia para chupar lo suficiente y perder la cordura. Veinte minutos antes de las nueve le digo: lárgate o se te va el bus. Perceval me da la razón pero justo entonces se le cae un anillo que se acaba de sacar del dedo. ¡¡NOOOO!! Grita. Miramos en el piso como quien observa el mar y no vemos a dónde ha ido a parar. Perceval, completamente enloquecido, se tira al suelo y empuja todos los muebles de la sala. No aparece el anillo. Quedan 17 minutos. Vete, le decimos, cuando lo encontremos te lo mandamos a Trujillo. Pero Perceval grita NO NO NOOOO mientras aparta el escritorio de Lucho, el porta abrigos, mi bicicleta. Parece que se le ha escapado de las manos el Santo Grial. Yo aprovecho para ir a mi cuarto y traer perfume. Mientras Perceval busca yo le voy rociando la cresta para que no apeste a alcohol y lo dejen embarcar. Le cae un poco en la cara y se queda ciego y grita, pero sigue buscando a tientas. ¡Carajo, es el anillo de mi abuela!, dice, es lo único que me queda de ella. Faltan 13 minutos. Por fin lo encuentra entre dos losetas y grita de alegría. ¡MI ABUELA! ¡MI ABUELA! Tiene los ojos rojos, ya no sabemos si por el perfume o por la emoción. VETE, carajo. Nos abraza, coge su maletín y baja corriendo las escaleras. ¿Llegará? Maldito Perceval. Malditos cuentos medievales. ¿En qué habría estado pensando su viejo? Al final solo era un borracho y un loco. Un borracho con un anillo y un recuerdo. Un recuerdo y una convicción. Sí, me digo, tal vez también un caballero.

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