domingo, 6 de julio de 2008

una noche en una calle con nombre de pájaros

vengo de la casa de una amiga del colegio a la que no veía hace 12 años. 12 años no es poquito tiempo. hay gente que tiene 12 años y ya sabe besar o pegar duro. yo no. yo aprendí a besar a los 19 y nunca a pegar duro. estaba viendo una película con mi hermana, echado en el mueble con una manta encima y dispuesto a acabar el sábado hecho una viejecita. podría bien haber pasado el resto de mi vida sin ver a esa chica. al fin y al cabo 12 años son tantos que ya vienen siendo lo mismo que cien, pero un amigo en común me llamó. había ido hasta su casa porque ella celebraba su cumpleaños. me llamó y le pasó el teléfono. tenía la misma voz que hacía 12 años. -ven - me dijo. su calle tenía nombre de pájaros. al rato me cambié y tomé un taxi. yo no veo ya a mis amigos de colegio porque cuando llevo mis discos de los rodríguez ellos me preguntan qué rayos es eso y luego quieren oír canciones de tongo. en su casa en cambio estaban oyendo cindy lauper y vainas parecidas. en la mesa de centro habían platos con queso en cuadraditos y potes con aceitunas. en el pote negro estaban las aceitunas rellenas de castañas y en el rojo las que tenían rocoto. había una mesa donde ponían los tragos que la gente llevaba y en fin, estaban todas las cosas de rigor que hay en esas típicas reuniones que hace la gente cuando llega a los treinta y en las que ya nadie le echa licor demás a la jarra ni vomitan en las macetas de tu vieja. lo único raro de todo era que en una esquina de la sala había una escultura que ella había hecho. era una escultura como de piedra con la forma de una mujer (desde las rodillas hasta el cuello). supongo que podría haber sido una escultura cualquiera, excepto porque en el centro del pecho tenía un agujero que la atravesaba por completo. era un agujero en la forma de una gota e imaginé que lo había hecho metiendo su mano con los dedos formando un pico. la gente se contaba historias, bebía whisky y se reían mucho. ella también estaba contenta y yo estaba contento y mi amigo también estaba contento pero la estatua seguía allí y yo sabía que esa estatua no podía haberla hecho alguien muy contento. la estatua era como un recordatorio del miedo. yo miraba a mi amiga y miraba su estatua y volvía a mirarla a ella tratando de encontrar en qué parte de ella estaba aquel agujero, pero no vi nada. su sonrisa era tan nítida como la de un niño y sus ojos brillaban como uvas negras recién lavadas. luego alguien nos tomó una foto y al verla, me vi también a mi mismo con aquella amplia y constante sonrisa por la que una de mis ex novias me llamó la Teresita Mancini de nuestra relación. es verdad que soy un tipo feliz pensé. entonces, ¿por qué ando siempre escribiendo huevadas tan tristes?. supongo que el miedo es como un perro rabioso al que preferimos ver para saber dónde está, qué tamaño tiene y desde dónde piensa atacarnos. a mi modo de ver, aquella estatua era la cadena del perro y era lo que permitía que ella recorriera el lugar como si nunca nadie le hubiese hecho daño. talvez es por eso escribo cosas tristes de vez en cuando. a mi mamá le gustan más mis cuentos de cuando yo era niño y yo creo que en algo tiene razón. son mucho más divertidos. es sólo que para sentirme bien, de vez en cuando yo también tengo que pintar al perro y verle la cara. esa es mi forma de mantenerlo lejos. antes de irme de su casa intercambiamos teléfonos. no sé si algún día la llame. talvez pasen otros 12 años antes que la vuelva a ver. pero supongo que a diferencia que el número de teléfono del resto de mis amigos del cole, este será uno de los pocos que no borraré de la lista.

9 comentarios:

Anónimo dijo...

buen post mañanero! digo, para leer en la mañana

Pati Difusa dijo...

es bueno saber que si sales sonriente en las fotos es porque realmente tenías ganas de hacerlo

y que escribes estos posts u otros más tristes porque quieres hacerlo

y así está bien, pierre

Martín dijo...

ella hizo la escultura y tú escribes los post. Es como conjurar a los malditos demonios y con eso se dan cuenta de que no les tienes miedo y se van y te dejan feliz, otra vez.

Imberbe_Muchacho dijo...

yo hace años que no me veo con andie de mi cole. pero me imagino que es mejor asi. No se rpoque, no tengo ganas de verlos, nunca.

Jocelin Romero dijo...

uhmm a mi me invitaron hace poco a una reu del mi gente del cole pero no fuí salí con las personas q ando ahora..luego vi el video en youtube, hice bien en no ir a veces hay q separarse simplemente, pero tampoco hace mal verse las caras despues de un tiempo a veces la gente evolucion jeje ..saludos chevere tu blog lo vistaré mas seguido.saludos..

Anónimo dijo...

yo solo veo a dos mis amigos de colegio y en cada reunion también suelen escuchar cochinas, solo se que la pasamos bien recordando las epocas de colegiales

mentolada dijo...

me he acordado de un mail que escribi hace mucho... hablaba sobre lo melancolica que puedo ser y el mal habito que tengo de, o de recrear esos cuentos de princesas cautivas en su torre donde se me da por interpretar todos los roles o de hacerla de miss dalloway y organizar cuanta cena/reunion/cafe se pueda, para luego desarmarme en la cocina misma meryl streep

para luego concluir a medias y sin mucho poder de persuasion que; uno no puede andar dejando organos a medio podrir por todos los rincones de lima, menos en reuniones de gente grande con aceitunas acastaniadas de por medio..

supongo que, eso de andar de leproso a veces puede llegar molestar...


por el olor mas que nada

Anónimo dijo...

Sacar el perro a dar una vuelta está bien.
Algunos hacer arte, otros beben o van al futbol o de putas.
En fin. Lo importante es que el perro no esté encerrado. Y si ya que lo sacas le aflojas un poco la cadena y juegas un poco con el, mejor.

Aguante Pierrrrrrrrrrrrrre.

Anónimo dijo...

una escultura con un hueco en el pecho me parece GENIAL, verdaderamente genial porque bueno yo tenia un cuento en que la chica iba con un hueco literal en medio del pecho, pero creo que una escultura lo logra muchisimo más y mejor

it blows my mind