viernes, 15 de enero de 2010

orientación vocacional 6

A Rigo le decíamos “el necropedozoofílico”, probablemente una de las chapas más pendejas que alguna vez he oído en mi vida-. Hasta donde sé, Rigo no era necropedozoofílico. Para ser necropedozoofílico Rigo tendría que haberse follado al cachorro muerto de algún animal, digamos, un gatito atropellado. Mi pata Rigo era loco pero nunca tanto como para follarse a un pobre gato atropellado. Le habíamos puesto el necropedozoofílico simplemente porque su novia aún jugaba a los yaxes cuando se la tiró y porque alguna vez saqueó una tumba en busca de huesos para la clase de biología. Con esto tenías lo de pedofílico y necrofílico. Lo de la zoofilia ya vino para darle ritmo y sonoridad a la frase. Así somos los adolescentes. Bueno, pero este no es el asunto que vine a contar. Yo lo decía es que mucho antes de que Rigo fuera conocido como “el necropedozoofílico”, era el maldito poeta de la clase. Teníamos esta profesora de literatura que estaba obsesionada con convertirnos en pequeños Rimbauds así que todas las semanas nos mandaba a escribir un poema. Como en aquel entonces la poesía nos valía cuatro vergas, lo que hacíamos era copiar canciones de Sui Generis y presentarlas como nuestras. El único cabrón que se tomaba en serio lo de los poemas era Rigo. No sólo los escribía, sino que iba tirando los que no le gustaban tanto. Cuando se nos acabaron las canciones de Sui Generis, empezamos a recoger los poemas que Rigo echaba a la basura y los presentamos como nuestros. Ese año pasaron dos cosas. La primera es que todos pasamos con veinte de nota en literatura. La segunda es que la profe se fue del colegio sintiéndose Robin Williams en su propia versión de La Sociedad de los Poetas Muertos. Pasó además una tercera cosa. De hecho, la más importante de todas: Rigo se dio cuenta de que había nacido para escribir. Y yo, un chico que nunca ni siquiera había puesto las comas en su lugar, me di cuenta mientras copiaba sus poemas, que había algo en escribir que no tenía que ver en absoluto con poner las comas en su lugar. Esta noche, buscando entre mis viejos archivos, he encontrado el borrador de una novela que alguna vez Rigo me envió. Y es chistoso que justo tenga un buen final para esta historia. Yo no quería escribir saben? Yo, al igual que muchos de esos otros chicos que copiábamos sus poemas, tenía planes de bachilleratos y postgrados, pero como dice mi pata el necropedozoofílico en uno de los capítulos de su novela que releí esta noche “todos los hombres iniciamos las cosas más importantes… casi sin darnos cuenta”


8 comentarios:

Unknown dijo...

tú escribe no más que yo soy tu fans

Mane dijo...

no puedo esperar a leer el 7... y yo también conozco a alguien con ese apodo!! jajaja.
Me encanto la frase final!!! No dejes de escribir!

Anónimo dijo...

Esa frase de tu amigo hace que quiera leer todo el libro. Que lo publique y me avise.

Nos leemos.

Helí dijo...

oe si pier,
que buena frase,
justo hoy vi una película que decía lo mismo.

traelo algún día para conocerlo xD

Gustavo Ochoa Morán dijo...

Todo es tan cierto que hasta la necro-pedo-zoofilia me parece 'soft'.

(De hecho ando en espera también de la sétima entrega)

Flucito dijo...

Ala, k buena frase.

Anónimo dijo...

que buen final, necesito nana!

Imberbe_Muchacho dijo...

cpn ese titulo en un libro, necropedozoofilico, la haces con cualquier libro