martes, 29 de julio de 2014

Anteayer tocó lomo fino y cabernet, pero hoy: garbanzos y tecito. Me gusta de vez en cuando decirle a la pobreza: "no me he olvidado de ti, chochera". Para que cuando vuelva, no esté furiosa. Para que sepa que le tengo tanto cariño como a su hermana la gordita. Me gusta que sepa que tiendo su cama todos los días, para que no apure el paso ni llegue abriendo puertas a patadas. Prefiero que se sienta extrañada, para que el día que vuelva, sea ella la que prepare las infusiones y se acomode tranquilamente a mi lado a contarme nuevas historias y a recordarme que las mejores cosas de la vida las aprendí junto a ella.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Claro, por la pobreza aprendí que puedo comer tierra si le hecho treinta céntimos de ají.