domingo, 13 de octubre de 2013

hablando de ajíes

Tengo las manos empapadas de bermejo zumo de rocoto. He estado ahuecándolos con una cuchara para poder rellenarlos de queso y carnecita. A ratos me salpicaba una gota en la cara y me dejaba una candente herida. El rocoto está molesto porque lo he ultrajado y su sangre me muerde los poros. Ya me lavé las manos, pero eso es como intentar limpiarse fluido radioactivo con un baño de burbujas. Por lo pronto me digo: Pierre, no te vayas a tocar los ojos. Y pienso que tengo la situación controlada, como esa gente que dice "Todavía puedo un par de chelas más" "De aquí grabo el archivo" o "Fuck Elvis, I'm not falling in love again". Pero sé que en algún momento lo olvidaré. Soy un tipo distraído. Cuando vaya por la segunda chela, estaré pensando en si pongo una de canción de Tom Jobim o de Compay Segundo. Estaré conversando con mi mejor amiga y su chica, a quienes he invitado a almorzar rocoto relleno. Probablemente alguno de los tres cuente algo chistoso. Probablemente lloremos de la risa. Entonces me secaré las lágrimas con la mano picante. Olvidaré que en mis dedos se agita furioso el rocoto y me hurgaré todo el globo ocular como un niño lloroso. Al principio solo será una sensación extraña. Pero un segundo después sentiré el despertar de todo su infierno, como hordas de vikingos saltando con espadas hacia el barco enemigo. Gritaré. Gritaré y daré vueltas cubriéndome la cara. Mis amigas me traerán agua (karen no, karen se va a estar cagando de risa). Pero no habrá remedio y solo habrá que esperar a que el incendio lo consuma todo. echarse al dolor, abrir otra chela. Bueno, hay algo que se parece a esto de andar descorazonando rocotos. Pero es sábado, así que mejor dejémoslo allí y digamos que solo estoy hablando de ajíes.

3 comentarios:

j. dijo...

está bueno hablar de ajíes, hay toda clase de ajíes con nombres graciosos

Pierre dijo...

pipí de mono

Unknown dijo...

Ayer experimenté ese dolor placentero al coger unos limones para hacer un frozen. No me percaté que en el tazón donde estaban los dichosos limones se encontraba un ají mono cortado.
Gran experiencia que no quiero que se repita al igual que el picón de abeja.